Una segunda oportunidad

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Efectivamente en cuanto todos estábamos en la cama Melendi se fue para su casa... probablemente peor de lo que estaba yo... yo que mañana simplemente iba a amanecer con unas lagunas como océanos... Cuando Melen creía que nada podía ir peor fue llegar a su domicilio y darse un golpe de realidad comprobando que sí... A la una de la mañana estaba encajando la llave en la cerradura para abrir, una vez dentro su chica le esperaba... Ella comenzó a dar pasos reduciendo su distancia mientras Melendi se giraba para candar la puerta... al volverse a encontrar ambos de frente, su mujer tomó la iniciativa para saludarle con un beso pero... pero justo cuando se situaba ya a tan solo unos centímetros de su boca... se detuvo, tornó su mirada y de repente... le dio un guantazo que retumbó en el eco del silencio... sin embargo, esa furia no logró que contuviera las lágrimas...

- ¿Pero qué haces?

- Eres un cabrón

Ella comenzó a pegarle con los puños en el pecho, al tiempo que seguía gritándole... Melen no entendía nada...

- Para... para... (le agarró las manos para que dejara de darle)

Pero su mujer seguía sumida en una explosión incontrolable de ira y llanto... Melendi insistía

- Escúchame joder ¿qué te pasa?

- ¿Me tengo que creer que no lo sepas...? Deja ya de mentir... y di la verdad aunque sea por una vez, sé sincero conmigo y contigo mismo...

A él le entró una especie de risa nerviosa... esto... todo... la vida en sí... le sobrepasaba

- No te sigo, es que no sé de qué me estás hablando...

- Estabas tan ocupado tirándote a tu amiguita, que ni te has enterado de que te ha dejado la marca del pintalabios en el cuello de la camisa ¿no?

Él se avergonzó... ¿cómo era posible que se aliaran todos los astros de tal manera para qué pasara algo así? Melendi no sabía cómo leer esto... si verlo como una muestra de que lo estaba haciendo todo mal... o si entenderlo como un revés de la vida para despertarlo... para hacerle abrir los ojos... para que deje de mentir y de mentirse... para a fin de cuentas conseguir dar claridad y veracidad a lo que sucedía... su primera reacción fue buscar esa señal en la ropa de la que hablaba su chica, ya que no se lo acababa de creer... pero sí... ahí estaba... Perdido del todo y lejos de encontrarse sobre todo después de lo que sucedió entre nosotros... de nuevo varió su versión...

- Déjame explicarte por favor... no tomes decisiones precipitadas, esto... (se señaló mis labios en su camisa) esto... es de mi corista... y antes de juzgarme de nuevo... permíteme acabar... cada vez que tocamos ahora Destino o Casualidad los dos bailamos y debe de haberme manchado sin querer... solo eso...

- Perdona pero no sé si me permito creerte más...

- Nunca te he puesto los cuernos, ni sería capaz de hacerlo... pero sí debo reconocerte que hay algo que no funciona entre nosotros... probablemente desde poco después de nacer nuestra hija... algo se rompió... y no sé si esa pieza que nos fracturó es reparable o si por el contrario, estamos condenados sin ni siquiera saberlo...

- ¿Todo esto es verdad?

- Te lo prometo... no te he sido infiel, ni te lo seré... soy incapaz de engañar a alguien de esa manera... porque te respeto, porque eres la madre de mi hija... y si llegáramos a ese punto de querer a otra persona yo... yo debería separarme antes para sentirme a gusto conmigo mismo... para alcanzar cierto grado de paz interior... para saber que actué correctamente...

- ¿Mi amor qué nos pasa...? 

- No lo sé... no lo sé... la esencia de la relación se disipó... no sé quién es el culpable ni creo que llegados a este punto nos interese... pero por... por nuestra hija deberíamos intentar recuperarla...

- ¿Una segunda oportunidad por nuestra hija?

- Sí... por Lucia...

- Esta es una de las cosas que me enamoró de ti... la forma en la que cuidas y proteges a las personas que te importan... a tus hijos...

- A mí... a mí me encanta tu vitalidad... la vitalidad con la que afrontas la vida

Pudieron remendar su relación con un nuevo parche... un parche improvisado y cosido sin precisión pensando en su pequeña... no sabían hasta cuándo aguantaría... ni siquiera si iba a soportar la carga emocional que Melendi llevaba encima... Ya por la mañana amanecí en casa de Ale... en realidad al principio no sabía ni dónde estaba... miraba para todos los lados mientras me desperezaba y no lograba reconocer nada... tampoco conseguía ver con mucha claridad porque mis ojos seguían bastante pegados de dormir... hasta que por fin identifiqué una foto de Alejandro con sus hijos en la pared.  

La resaca retumbaba en mi cabeza con un dolor intenso, me levanté con una sensación rara... no me acordaba de casi nada de lo que pasó pero... pero tenía un presentimiento de que pudo suceder algo... salí de aquella habitación... de la habitación de Ale... Vagué por aquel pasillo hasta que me topé con Pablo A.





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