La noche promete...

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Tragó saliva precipitadamente... justo después le observé coger la servilleta para limpiarse los labios, fingiendo una aparente tranquilidad pero sin sacarme los ojos de encima, retiró su silla hacia atrás para levantarse sin embargo le paré

- No, quédate ahí sentado... lo comprobarás cuando terminemos de cenar

- ‎Deberías haberte callado entonces...

- ¿Por qué?

- Conoces bien la respuesta...

- ‎Me parece que realmente necesitas aprender autocontrol

- La única forma sería no verte, no escucharte, no sentirte y no pensarte...

- Difícil si queremos mantener una relación...

- Jodido si te haría mía a cada momento

- Al final necesitaré atarte a la silla...

- ‎Dependiendo el fin te dejo atarme a cualquier lado

- Una pena no tener cuerdas...

- ‎Creeme que es más pena la mía

De pronto se levantó... por ello le pregunté

- ¿Qué haces?

- ‎Voy a por el postre

- Todavía hay comida en tu plato...

- ‎Repentinamente he dejado de tener hambre y se me levantó otro tipo de apetito...

- ‎Anda cuentista... siéntate ahí que voy yo

Metí en la boca mi último trozo de sushi y me incorporé cogiendo la vajilla sucia, mientras le escuchaba decir

- Puedo ayudarte si quieres

- ‎No hace falta

Caminé con la cocina como objetivo y tras dejar en el fregadero los platos regresé al salón con las manos vacías... desconcertado me preguntó

- ¿Y el postre? ¿se te ha olvidado? que cabeza cariño... deja que ahora sí voy yo

Se intentó poner de pie sin embargo le empujé de nuevo hacia la silla impidiéndoselo... entonces aparté un poco el mantel y me acomodé en la mesa justo en frente de él... atrapándole con las piernas a ambos lados de su cuerpo... él insistía ansioso

- ‎En serio no me hace gracia que sepas que me muero de ganas de tenerte y tú estés entreteniéndonos...

Intentó incorporarse de nuevo cuestionando

- ¿Está en la nevera?

Coloqué mi pierna delante frenándole al tiempo que le confensaba contundente y seria

- No me he olvidado el postre en la cocina, porque... porque sencillamente el postre que prepare soy yo, y espero que tú estés igual de dulce

Incliné mi espalda hacia delante para lanzarme a su boca, apoyando mis brazos en sus hombros y acariciando su nuca con los dedos, descendí con mis labios hasta su cuello, mientras él entonaba con un ritmo entrecortado

- Me encanta que seas...

- Fogosa (le interrumpí)

- ‎Sí, bueno fogosamente ocurrente y directa cuando quieres

- ‎Cuando quiero y... y a ti te quiero (acomodé mi nariz en la suya)

Sin separar su lengua de la mía se levantó, sus manos se colocaron sobre mis rodillas aunque no paraban mucho en esa estación, ya que se atrevían a acariciar y explorar sus alrededores, mostrando cierta reticencia todavía a adentrarse bajo mi vestido.

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