La brisa marina azotaba en mi rostro inundando mis fosas nasales con olores como sal y demás. Como buena anfitriona, realicé un recorrido por toda la casa hasta terminar en el jardín que daba justo al campo de equitación, el lugar predilecto de mi esposo, además de nuestra habitación, según él.
—Tienes un brillo diferente en la mirada —comenta mi hermana a mi lado.
Abigor y los hermanos hablaban de caballos mientras nosotras platicábamos de las cosas que nos perdimos cuando estuvimos separadas. Había encendido una vela hechizada para tener un poco de privacidad con mi hermana.
—Por primera vez me siento tan segura en los brazos de un hombre. Nuestra experiencia con Ilora nos mostró el buen equipo que hacemos. Tengo la seguridad de que siempre estará para mí, lo necesite o no. Sé que es lo bastante fuerte para enfrentarse a todos los peligros que mi vida implica. No es Sebastián, no es Tristán, ni Aarón, tampoco Ettore, ni mucho menos Marcius. Es tan intenso y poderoso, como el sol, es mi energía para afrontar mi día. Y lo digo en ambos sentidos —me rio con un toque de ironía—. Al principio, me negaba a creer que él era el padre. Amaba a Sebastián y no quería... No lo sé, ya lo había perdido. Este bebé sería la prueba de mi engaño. Pero tengo la sensación, ahora que lo veo tan feliz, que merece otra cosa. No lo ataré a mí toda una eternidad, no quiero arrebatarle la vida. Por eso, mi decisión de hacerme a un lado en el asunto de Esther.
—Deberás decírselo pronto —no necesitó especificar—. Tiene todo el derecho.
—No puedo.
¬—No quieres —corrige.
—Ahora es un demonio, Julieta, pero la razón por la que se convirtió en esto es porque perdió la fe por la redención. Se rindió porque ya no tenía nada. No quiero que sufra. Ahora está preocupado sin saber la verdad, ¿Te imaginas cómo se pondrá cuando se entere? —un escalofrío me recorrió de solo imaginarlo.
Nuestra conexión nos permite tener habilidades especiales, como tomar poderes del otro o sentir una débil percepción de sus sentimientos. Cuando él sufría, yo también lo hacía. Podría notar lo preocupado que estaba por el bebé y por mí. Sabía que la principal razón por la que se iba de la isla, era en busca de demonios que le informaran de la situación de abajo y si Luzbel tenía que ver con mi malestar.
—No podrás ocultarlo por mucho tiempo. Tiene que saberlo. No deberás llevar esto sola. ¿Qué le dirás si falla y el bebé no lo resiste?
Tragué saliva de tan solo pensarlo.
—Tengo miedo —confieso—. Temo perderlos, a ambos. Cometí una verdadera locura con Sofía, y no me molestaría cometer otra de nuevo con tal de salvar la vida de mi hijo.
—No tengas miedo —tomó mi mano y me dedicó una reconfortante sonrisa—. Enfrentaremos todos los obstáculos y ganaremos.
—Te adoro, Julieta.
—Lo sé. Seré una fantástica tía —tiró su cabello detrás de su hombro—. ¿Y sabes si es niño o niña?
—Es niño. Un hechizo del brujo me permitió ver su apariencia. Azieel no se cansa de reproducir la misma imagen en sueños. Está como loco diciendo que le enseñará a cabalgar antes que caminar —puse los ojos en blanco cuando miré en su dirección—. Él y su obsesión por los caballos.
Como si sintiera mi mirada sobre él, se giró para dedicarme una radiante sonrisa y un guiño, yo le respondí igual.
—¿Y qué tan buen jinete es? —Julieta interrumpe nuestra sesión de miradas masivas.
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Vía al Infierno °SIN EDITAR°
ParanormalSEGUNDA PARTE DE LA ORIGINAL. Renacida y con mas impedimentos para seguir su vida. Ahora Caterina tendrá que enfrentarse a todo aquel que se interponga entre ella y salvar a su hijo, la señora y creadora de la raza vampira hará cualquier cosa con ta...