VENENO

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—Libérala ahora —el alivio me embargó al ver a Abigor delante mío.

La intensidad de su poder salía expulsada de su cuerpo apenas contenida, su ira tan fuerte en cada segundo calentando tanto su cuerpo que desde donde estaba podía sentir su calor. La energía oscura que poseía lo cubría como una capa que caía tal cascada al suelo; esa misma energía materializaba una imponente lanza que sobrepasaba su altura, estaba preciosamente trabajada y decorada con el símbolo de su poder. Era majestuoso en varios niveles. Jamás lo había visto en su más pura forma de demonio. Era como estar en presencia del ángel de la muerte, peligroso e imponente, dispuesto a asesinar a toda criatura con la desdicha de cruzarse en su camino.

—Es muy bonita su esposa —se deslizó por mi nuca para llegar al otro lado provocándome un escalofrió por todo el cuerpo—. El amo también quiere una igual. ¿Te imaginas lo que me dará si termino el trabajo de Ilora?

—Te lo advierto. Suéltala ahora y tu muerte no será tan dolorosa como mereces.

—Hazme algo y desmembraré su cuerpo —su asquerosa lengua paso por mi mejilla dejando rastro de baba y veneno—. No sé si ella logre sobrevivir a eso, pero me aseguraré de que su hijo no.

—La misma Ilora falló con su cometido, te aseguro que no será diferente contigo —le advirtió Sebastián, apareciendo detrás del demonio de mi marido que permanecía impasible para evaluar la situación con cabeza fría.

—Si ganaron fue con la ayuda de Lilith —su agarre se intensificó provocando aún más la ira de Abigor—. Pero ella no está aquí y nadie podrá ayudarlos —aflojó su agarre de hace unos segundos atrás—. Una mordida y morirán. Es un veneno que matará hasta la mismísima Lilith. Una poderosa fórmula creada a base de sangre de ángel para destruir a cualquier demonio —siseó mientras se frotaba contra mí—. Lástima que yo tenga el veneno.

—¿Solo tú conoces de este veneno? —ahora era el brujo el que cuestionó.

—Por supuesto. Yo era el demonio personal del creador de la fórmula. —siseó a modo de risa—. Creyó ilusamente que podría salvar su alma de ser reclamada. Después de darle un intelecto el triple que el promedio, me paga de esta manera.

—Te sugiero que sueltes a mi hermana en este instante —Julieta y Dominic aparecieron en escena— o tus secretos dejaran de serlo muy pronto. Aunque no puedo prometer nada.

—Cáusale algún daño y no morirás, la muerte sería misericordiosa en comparación con lo que te haré. Disfrutaré torturándote en diferentes y dolorosas maneras —amenaza Dominic.

Intenté con todas mis fuerzas asegúrales que él no podía hacerme daño ni mucho menos al bebé. El demonio lo que quería era a Abigor y a los demás. Luzbel no estaría involucrado, sería solo uno de sus fanáticos cumpliendo sus deseos. Y ellos le darían lo que quería si no se iban. Mi conexión con Azieel parecía obsoleta y contactar con Julieta era en vano.

—No llores, Caterina —con su viperina lengua limpio las lágrimas que se derramaban por la impotencia de no poder hablar—. Tu escuadrón está aquí para ti. Para morir por ti.

Sus palabras tenían un sentido diferente para mí, una amenaza a lo que les esperaba. Eso provocó mi rabia sin que pudiera controlarla, era asfixiante aquel sentimiento, necesitaba liberarlo.

Gritos salieron de la serpiente cuando desesperaba trató de apartarse de mí, las zonas que tocaban mi piel dejaban la suya en carne viva, como si yo fuera acido sólido que quemaba todo a mi toque. Se transformó en su apariencia original. Un demonio de escamas negras como su piel anterior, solo que estaba quemada en diferentes zonas; sangre violeta salía a riachuelos de sus heridas. Uno de sus ojos estaba quemado. Su cola apenas se sostenía a su cuerpo por una delgada tira de piel. Sus colmillos en advertencia para adoptar una pose a la defensiva.

Vía al Infierno °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora