No podría decir cuánto tiempo pasé en ese estado, mis fuerzas no parecían agotarse. Gritaba a todo pulmón imperios y blasfemias al aire. Parecía que no retomaría el control sobre mi cuerpo nunca.
Escuché pasos caminar sobre mi cabeza, la presencia de víctimas pareció excitar a este monstruo.
—No comprendo por qué la dejaste sola —la voz de mi esposo me reconforta un poco, pero no tanto como a la bestia. Era su oportunidad de escapar.
—No sabía qué hacer. Ella podría matar a cualquiera de nosotros.
—La abandonaste por miedo —no sonó en absoluto como una pregunta.
—Claro que no. Ella te necesitaba, creí que serías el único que podría ayudarla. Además, me pidió que sacara a todos de la casa, ¿cómo crees que se sentirá cuando recobre los sentidos y se dé cuenta que asesinó a media isla?, ¿Qué acaso no recuerdas el estado en que se encontraba después de lo del demonio?
—Tienes razón. Con el embarazo está más sensible y anoche fue la prueba de... —se interrumpe al notar algo— Esos henos no estaban así.
Quería gritar que se fueran, que no era seguro estar cerca de mí. Pero ese poder me impedía decir palabra alguna por voluntad propia.
—¡Auxilio! —clamó por ayuda aquel demonio, utilizando mi voz— Azieel, ayúdame por favor, está frío aquí. Tengo mucho miedo —sollozos falsos salían de mi garganta cuando ellos empezaron a descender.
—Caterina... —él estaba por ir por mí a ayudarme, pero Julieta se lo impidió.
—Mira su apariencia —había miedo en su expresión—. Esta no es nuestra Caterina.
—¿Qué? —exclamó indignado el demonio dentro de mí— Claro que soy yo —miró a Abigor con suplica en mi rostro—. Tienes que creerme, amor —lágrimas falsas salieron de mis ojos, aunque sabía que esa criatura reía por la debilidad de mi marido—. Tengo miedo. No quiero estar aquí.
—No la dejaré aquí, Julieta.
Caminó, con la mirada en mi hermana cuando habló, esa criatura aprovechó su descuido para lanzar mi mano derecha sobre él para atraparlo. Julieta logró moverse más rápido para empujarlo a un lado haciendo que la atrapara a ella.
—¡Pero que estúpido eres, Abigor! —carcajadas resonaban por todo el lugar— Eres deprimente. Tan poderoso que eres y tan humano. Tan solo una débil criatura deseosa por ser amada. Querías tanto mi amor que no te importo recibir las sobras de otro. Sabías que amaba a Sebastián y no podrías ocupar su lugar, aun así, te arrastraste por un poco de cariño.
—Suéltala, Caterina —sus movimientos eran medidos cuando se levantó del suelo—. Ella es tu hermana. Piensa en cómo te sentirás si le haces daño.
—Me sentiré muy mal. Pero es lo que quiero; matar la parte buena de mí para que solo quede yo. Mi mejor versión.
—No, esta no lo es. La verdadera tú tiene el encanto de ambas cosas.
—Ahora me doy cuenta de que no me amas... —para mi sorpresa, mis lágrimas eran verederas— Me pregunto si cuando el mal consuma mi parte bondadosa, me seguirás queriendo.
—Claro que lo haré...
—No, no lo harás. Todos esos hombres que me profetizaron amor solo estaban atraídos por el poder de mi alma. No soy yo, nunca fui yo. Todo se trataba de mi alma.
—Te amo, lo juro —cuando intentó acercarse, apreté el agarre que ejercía sobre el cuello de Julieta—. Sé que algunos fueron manipulados para que él llegara a ti, como Marcius o Vlad. Toda era una ilusión para ellos.
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Vía al Infierno °SIN EDITAR°
ParanormalSEGUNDA PARTE DE LA ORIGINAL. Renacida y con mas impedimentos para seguir su vida. Ahora Caterina tendrá que enfrentarse a todo aquel que se interponga entre ella y salvar a su hijo, la señora y creadora de la raza vampira hará cualquier cosa con ta...