Vía al Infierno °SIN EDITAR°

ARENAS

El frio de Londres era como cuchillos en la cara en comparación del caluroso aire del Sahara. Habíamos llegado a las afueras de la ciudad justo después de terminar mi llamada con Julieta.

-es fantástico contar con tus poderes. Nos ahorra más tiempo que en otro medio de trasporte. Además es bueno con el ambiente.

Me estaba desvistiéndome para darme un baño que me quitaría los restos de arena que invadieron mi cuerpo. Azieel se había quedado recostado en el marco de la puerta del baño observándome de un modo enigmático.

-tenemos los mismo poderes, debes ser capaz de hacer los mismo.

-¿Qué? - detuve mi labor para mirarlo quedando solo en ropa interior.

-puedes ir de un lado al otro si así lo deseas - explico apareciendo a mi lado para dar pruebas de sus palabras como si necesitara evidencia de la verdad de lo que dice.

-muy gracioso cariño. Pero aunque fuera capaz de saltar de un lado a otro no lo haría.

-¿Por qué? Recuerda como quedaste acorralada por Luzbel la noche anterior.

-lo sé. Esto podría sacarme del peligro pero tengo miedo. Tu cuerpo se desintegra hasta quedar en moléculas para viajar a la velocidad de la luz al lugar que deseas ¿Qué sucederá si una parte de mi queda flotando por la atmosfera en un millón de partículas o mi cabeza me lleva a un lugar sin que sepa cuál es?

-requiere entrenamiento y mucha práctica. Yo te ayudare a que seas tan buena como yo.

Quería decirle que no, tenía pánico de quedar incompleta o varada en algún lugar. Pero tenía razón, la situación de la otra noche no podía volver a ocurrir, no podía depender de otros para sobrevivir, más aun con todos los líos que implica Aiton.

-está bien - respondí resignada.

-empecemos ahora mismo - estaba dispuesta a refutar ello pero me interrumpió - necesitas estar preparada para cualquier situación. No podemos arriesgarnos a estar en peligro como ayer.

-vale, ¿Que tengo que hacer?

-la primera lesión es lograr que te desmaterialices. ¿Recuerdas la arena del Sahara? - tomo mi mano entre las suya y la entrelazo.

-¿Me harás la misma analogía que Reyes Farrow? - me burle de él - primero Julieta habla de caballos y ahora tú hablas de su saga favorita. Entre ustedes se corrompen.

-es la manera más sencilla de explicar esto - me siento satisfecha al escucharlo reí - ¿Ahora me dejaras explicarte sin interrumpir?

-sí, querido profesor - le guiñe el ojo cuando blanqueo los suyos.

-bueno. Como te decía antes de tu productiva interrupción, tu cuerpo es como un gran montículo de arena, millones de moléculas lo conforman - entrelazo nuestras manos - y sabes que un montículo se puede deshacer - su mano cambio, dejo se ser una simple mano para dividirse de un modo que pudiera ver el grupito de punticos en el aire como si fuera escarcha, se deslizaron entre mis dedos para volverse a unir al otro lado - ahora tú. Coloca tu mano como estaba antes, has que se toque palma con palma. Tan solo imagina que tengo arena en la mano y esta se desliza entre mis dedos.

Lo intente un par de veces pero no pasaba nada. Eso me frustro mucho.

-me rindo. Eso no es lo mío - me negué a continuar sintiéndome fracasada.

-tu miedo es lo que no te permite avanzar. Arráncate esas cadenas de inseguridad y cuando logres deshacerte de ellas y concentrarte, podrás hacer lo que quieres.