SOL Y LUNA

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Aun rota por dentro no deje que el dolor me consumiera y me obligue a caminar, poniendo más metros entre Dominic y yo, lo que significaba más fracturas en mi alma con cada paso. No podía creer que lo había dejado, me recriminaba por no haber insistido más para quedarme. Pero si lo hacía no solo él estaría en peligro, también el resto de nosotros.

-lo siento Caterina. Lamento no poder hacer nada - se disculpó Azieel al verme tan decaída.

-es muy extraño lo que siento. Es muy diferente al dolor de perder a Tristán, es peor. Es como si una parte de mí se callera a pedazos. Era mi amigo, un compañero de vida; casi como un hermano, él hacía que esta existencia fuera más llevadera. Compartí tantas cosas con él como con Julieta. Y no puedo evitar culparme. Yo lo traje hasta aquí. Hubiera preferido que muriera a hacerlo pasar por esa tortura...

-él solo decidió venir, el corrió detrás de ti. Todo fue culpa de él y de nadie más.

-¡MIRANOS! ¡ESTAMOS EN EL MALDITO INFIERNO Y TODO PORQUE SOY INCAPAZ DE DAR A LUZ A MI HIJO! - no pude controlarme. Me fue inevitable callar mi frustración. Algunos me miraron con tanta lástima que me molesto - naturalmente estoy diseñada para traer al mundo bebes, una mujer normal puede hacerlo sin problemas. Pero yo deje de ser una mujer normal hace siglos.

-lo conseguiremos - me aseguro con la esperanza a flor de piel.

-¿A qué precio? - no me moleste en ocultar el aborrecimiento que sentía.

El resto del camino fue silencioso. El ambiente estaba tan lúgubre como si estuviéramos en un funeral despidiendo a un ser querido. Y no podía ser la metáfora más exacta. Me despedí del ser de que nunca desee desprenderme, de la criatura a la cual condene a formar un triángulo amoroso con su propio hermano solo para no perderlo. La atmósfera sombría fue perturbada con unos gruñidos para nada similares a cualquier criatura que hubiera escuchado antes. Ya llevábamos mucho camino recorrido como para que un oído normal escuchara ese grito desgarrador. Quise buscar una manera de devolverme, pero Eligos me tomo del brazo.

"no le hagas esto a tu hermana" hablo en mi cabeza.

"¿Como se supone que tienes tus poderes?" Estaba realmente consternada por la situación, pero aun así mantuve mis emociones para mí.

"estamos cerca de una puerta al infierno. Solo los demonios de élite tienen ese beneficio de retomar sus poderes a unos metros de distancia"

"¿Por qué no lo mencionaron antes?"

"no hubo muchas oportunidades. Por eso mismo no te seguí como Dominic. Te había escuchado. De lo contrario estaría asiéndole compañía en su martirio"

"¿Sabes por qué fue ese grito?" Pregunte sin saber bien si quería la respuesta.

"no quieres atormentarte con la respuesta. Solo diré que será un lindo trofeo para Lucifer y sus métodos para ilustrarlos no son lo más apetecidos, aunque te seguro que le dará más utilidades"

No tienes que ser un genio como para saber que lo utilizara contra mí. Y la verdad es que no sé cuál sería mi decisión si fuera mi condena a cambio los seres que amo. Soy tan egoísta como para volver a condenar a la humanidad. Estoy segura de que si no accedía a sus demandas Dominic sufrirá mucho.

No hubo más que decir, nos encontramos en lo que parece ser el final del laberinto o en algún punto de él donde conectaban diversos caminos. En esta zona la piedra que conformaba los muros del laberinto se había más visible entre las enredaderas. En todo el centro había un estanque con aguas cristalinas. Espero que algo emergiera de ellas, pero nada paso.

Vía al Infierno °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora