Vía al Infierno °SIN EDITAR°

IMPERIO

A lo lejos vi unos enormes montículos que se alzaban más grandes que el resto de pequeñas montañas de arenas a nuestro alrededor. El sol naciente brillaba con intensidad sobre el desierto. Aquellos montículos fueron aumentando de tamaño, también adoptaron una forma más prismática y recta, hasta convertirse en pirámides.

-estamos en la meseta de Giza - comento por fin cuando las majestuosa obra arquitectónica quedo a solo unos menos de nosotros - estamos en el Cairo - hablo con cierto eje de alegría - me subconsciente nos trajo a Egipto.

Por los recuerdos que compartió conmigo supe que esta tierra en otros tiempos, durante la época de los faraones, fue su hogar. Fue ordenado a cuidar de estas tierras cuando aún era ángel. Llego incluso a interactuar con los humanos y familiarizarse con su estilo de vida, sin adorar a otros dioses, por supuesto, pero si adoptando varias de sus costumbre y llegando a ser allegado de faraones como Ramsés II y parte de la corte real. Había visto el aprecio que había de parte de Azieel hacia estas tierra y por su gente. Aun se mantenía a pesar de que gracias a uno de ellos perdió sus alas convirtiéndose en un ángel caído.

-fue un mujer Egipcia la que salvaste - interrumpí los pensamientos que navegaban en su cabeza - por ella y su hijo te convertiste en un caído.

-llevaba siglos viendo como diferente faraones se hacían al poder, vi esta tierra crecer y prosperar hasta convertirse en uno de los más grandes imperio de la antigüedad. Creí que podría controlarme una vez que me mezclaba con ellos, me prometí que no sucumbiría ante las tentaciones. Me convertí en consejero real en poco tiempo, mis habilidades impresionaron a Ramsés. Solo quería probar lo que se sentía ser humano.

-y fuiste uno bueno - le asegure - todo un ángel - apoye mi mano sobre su brazo para mostrarle que estaba ahí para él.

Logre sacarle una sonrisa, aunque triste, pero llegue a sentirme satisfecha de ella. Tomo mi mano y la llevo a sus labios para besar mis nudillos.

-jamás me había sentido más vivo. Bueno, eso fue antes de conocerte.

-una egipcia casada con un judío. El escándalo del año.

-hubo un alboroto por ello, eran jóvenes cuando se enamoraron, pero después todos lo aceptaron con el tiempo. Todo estaba bien, hasta que empezó la rebelión y llego la hora en que el pueblo de Dios saldría de Egipto. La mujer se negó a abandonar su vida, hacia vestidos para la reina. Pero él lo veía como esclavitud, no era un honor atender a esos dioses falsos reencarnados. No la comprendía cuando ella había hecho tantos cambios en su vida para adaptarse a la de él. Ese era el problema de la unión de dos personas de pensamientos tan diferentes. Así que su mente creo una historia acerca de un amante Egipcio que sería el impedimento de su salida a la libertad. Llego a desconfiar de la paternidad de su propio hijo.

-¿Acaso no era esclavitud lo que los Egipcios hicieron a mi pueblo? - no entendía cómo es que los defendía.

-la esclavitud no llego a Egipto hasta después de la llegada de los griegos. En realidad ellos tenían un sistema económico como el actual, te pagaban trigo por trabajar, fue su moneda durante varios siglos. En el transcurso de la construcción de estas pirámides la economía del imperio fue en decadencia porque los empleados debían comer y ser pagados como se les debía por esta labor. Por eso las pirámides siguientes fueron menos hasta que dejaron de concentrarse en el exterior de la tumba para ser más elaborados en el interior. De la misma manera se les trataba a los constructores de tumbas. Se les pagaba por su trabajo como se merecía. Igual que ahora, había ricos y había pobres. Pero nunca esclavos mas que unos extrajeron cautivos por las guerras. Además, los Egipcios trabajaban de buena gana por su dios reencarnado, algo que los extranjeros no comprendían.