—Siento que no soy la misma —confesé a mi esposo—, siempre traté de aparentar ser fuerte. Jamás me había sentido tan débil, ahora cualquier cosa me derrumba. Odio estar tan sensible y me molesta no saber si es la droga o el embarazo; o yo permitiéndome ser derrotada.
Él estaba recostado en el cabezal acolchonado de la cama conmigo acostada en su pecho, ambos estamos distraídos, acariciando mi enorme barriga haciendo que Aiton creara montoncitos bajo mi piel, como si quisiera salir ya.
—Ahora cargas con mucho, Caterina. Cual sea la razón, estás en todo tu derecho de liberar todo lo que cargas. Cualquiera en tu posición estaría igual o peor de frustrado.
—Es la sensación de impotencia. Tener tanto poder en mis manos y no poder hacer nada para cambiar la situación.
—Sé lo que se siente.
—De un momento a otro pasé de ser una humana más, a la primera vampira para después ser la posible causa del fin del mundo, y no contentos con ello, también soy la madre de un collar viviente que absorbe energía de demonios y ángeles. Al parecer mi vida no tiene nada de tranquila.
—Por lo tanto, tampoco aburrida. Será todo un placer para mí ser tu acompañante en esta aventura.
Estaba a punto de darle un beso, cuando la presencia de un demonio nos alertó. Me cubrí rápidamente hasta el cuello con la sabana para ocultar mi desnudes a pesar de las cortinas semitransparentes que colgaban alrededor de la cama.
—Mi señor —el demonio bajó la cabeza al mismo tiempo que hincaba una rodilla al suelo—, lamento la interrupción, pero necesito alertarle de algo.
—¿Qué sucede, Xesul? —la expresión en el rostro de mi marido cambió por completo, no era mi amado Azieel, se había convertido en el duque Eligos. El poder empezó a emanar de él como muestra de autoridad. Era un espectáculo magnifico.
—Todos nuestros demonios están fuera de control, por lo que he averiguado, no somos los únicos. Todo el infierno está ansioso. Creí que podríamos controlarlo y así no molestarlo, pero creo que esta situación se salió de las manos. Han intentado matarse unos a otros.
—¿Sabes por qué es eso? —tanto Abigor como yo, notamos el temblor en la mano de su capitán. Se notaba que él también estaba afectado.
—¿Hace cuánto está ocurriendo? —interrogué antes que el demonio respondiera.
—Desde esta tarde, duquesa. Nadie sabe qué ocurre. Los nervios están alterando a las legiones. Es como si hubieran bebido litros de energizante.
—Espera en los establos —ordenó Eligos con voz firme sin ningún espacio a protestas—, iré para allá.
Me levantó de su pecho y en segundos despareció para volver a escucharlo desde el armario. Caminé envuelta en la sabana y vi como quitaba la pared del fondo y dejaba expuesta su armadura. No cualquier vestimenta exhibiría el respeto que con tanto esfuerzo había ganado en el infierno. Eligos sabía cómo ser admirado por sus soldados.
—No me dejarás, ¿Verdad? —pregunté.
—Tengo que hacerlo.
—Bien. Iré contigo.
—No, te necesito segura. Aquí estás protegida.
—Me aseguraste que ya no hay seguidores de Ilora...
—Y no miento en ello, exterminé a todos.
—Entonces no veo ninguna razón por la cual permanecer otro segundo en esta isla.
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Vía al Infierno °SIN EDITAR°
ParanormalSEGUNDA PARTE DE LA ORIGINAL. Renacida y con mas impedimentos para seguir su vida. Ahora Caterina tendrá que enfrentarse a todo aquel que se interponga entre ella y salvar a su hijo, la señora y creadora de la raza vampira hará cualquier cosa con ta...