—¿Es la maternidad o solo es el buen sexo? —preguntó Julieta dirigiendo sus lentes de sol hacia mí.
Como pronto nos iremos de este paraíso tropical para ir a Noruega, mi hermana preparó un día de sol para relajarnos antes de que todo se vuelva a desmoronar durante la fiesta de Lilith con mi encuentro con Luzbel. Todos estamos reunidos alrededor de la alberca tomando sol, a excepción del brujo que leía a un lado completamente centrado en su grimorio y de Azieel que estaba nadando en la piscina.
—¿Qué dices? —dejé a un lado mi coctel de fresa sin alcohol.
—Tienes algo en los ojos...
—¿Están rojos? —me alarmé un poco, inquieta ante la posibilidad que la droga volviera a sacar mi peor parte.
—No, tonta —a pesar de no verlo, sabía que Dominic había rodado los ojos exasperado—, tienen un brillo diferente. Te ves plena.
—No comprendo por qué lo dicen —dije algo distraída admirando las habilidades de nado de mi esposo—, tengo los mismos ojos de siempre.
Mi hermana estaba por aportar algún comentario pervertido, típico suyo, cuando dos voces histéricas se escucharon hablando desde el interior de la casa. El rostro de felicidad de Sebastián era evidente desde kilómetros de distancia, el mío también estaba igual, aunque no por la misma persona.
—Es bueno volver a verlos después de casi un siglo —dice esa fastidiosa voz.
—Pensamos lo mismo —otra tercera voz se une a la conversación mientras cruzan la casa hasta aparecer en la entrada trasera—, sino fuera porque nos vimos hace una semana.
—Así que era cierto. La temible original, embarazada —la rubia liberó el brazo de su esposo para rodearme en un abrazo—, te extrañé tanto, Cat.
—Yo extrañé nuestras frases de doble sentido —respondí con una sonrisa inmensa en mi cara.
—Yo extrañaba sentirme excluida por ustedes dos —Julieta masculló enfadada unos segundos antes de correr a abrazar a Tamar.
—Yo soy el que debía sentirse excluido aquí —se queja Constantin—. Hola —saluda algo incómodo cuando Abigor me rodea la cintura.
—¿Y cómo esta Calore?
Calore era el hijo de ambos. Habían tenido la suerte de concebir antes del hechizo que dejaría a toda la raza vampira estéril. Ellos fueron el primer caso del que tuve conocimiento, fue algo traumatizante todo lo vivido para que eres precioso bebé de ojos almendra naciera sano. Sabía que la mayoría de mis síntomas eran naturales, era una versión vampira de un embarazo, pero sabía que los demás síntomas eran debido a mi alma.
—Él se quedó en el instituto de Esther ayudando con la clase de abstinencia. Pero vendrá pronto —respondió orgullosa su madre.
Vampiros de nacimiento eran toda una rareza. Había tan solo 84 actualmente, son tan fuertes y ágiles como los primeros siete convertidos por mí, pero con la singularidad de que se desarrollaban hasta cumplir los 18, algunos detienen su crecimiento después, pero es incluso más extraño, lo máximo ha sido los 25 años.
—Esther —Sebastián prácticamente corre a abrazarla.
—Amor. Te extrañé tanto.
—Fue menos de una semana, exagerada —Dominic rueda los ojos fastidiado.
—Cuando amas a alguien de verdad, cada minuto es una infinidad, cada día es una lenta agonía sin esa presencia que tanto anhelas.
La mirada que le daba a Sebastián y que él le devolvía, generó un nudo en mi garganta. Existió el tiempo en que yo tenía esa mirada para él, memorizaba cada perfecto rasgo; le gritaba a través de mis ojos que lo amaba, él siempre me respondía igual. Quién diría que después de tanto tiempo de solo desearlo en las sombras, lo tendría para después perderlo.
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Vía al Infierno °SIN EDITAR°
ParanormalSEGUNDA PARTE DE LA ORIGINAL. Renacida y con mas impedimentos para seguir su vida. Ahora Caterina tendrá que enfrentarse a todo aquel que se interponga entre ella y salvar a su hijo, la señora y creadora de la raza vampira hará cualquier cosa con ta...