ME REHUSÓ

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-es oficial. Estamos jodidos - Dominic es el primero en romper el silencio en que se había sumido la estancia.

Después de darme un baño con ayuda de Julieta, ya que aún me encontraba dolorida, nos reunimos todos y les explique las razones por la cuales no podía quedarme aquí a mantener reposo. Todos estaba tan confundidos, ninguno sabía qué hacer. Están a pocos pasos de la histeria.

-esto no se trata de un capricho de mi parte. Estoy tan aterrada por ir allá abajo como todos ustedes, pero no tengo otra opción. Soy la única que puedes quitar la cúpula y despertar mi alma.

-¿Y no puedes, simplemente, decirnos como deshacernos de la bóveda sin necesidad de llevarte con nosotros?

-no puedo porque no hay otra manera. Si fuera así de sencillo ya Luzbel hubiera buscado una forma de entrar a la zona pura y tomarme para sí. La destruiría hasta los cimientos si es necesario si supiera como hacerlo. No podíamos dejárselo tan fácil. Hablo del alma más poderosa jamás creada, su ejército podría alcanzar dimensiones inimaginables con semejante poder.

-¿Y qué sugieres que hagamos, Caterina? ¿Deberíamos arriesgarnos a otro intento de aborto?

Eligos no estaba feliz en lo absoluto. No había hablado conmigo hasta ahora y el sarcasmo que poseía me daba una idea de los poco que le gustaba esto.

-¿Que otra opción tenemos? ¿O acaso sugieres que permita que deje morir a mi hijo? ¿Eso quieres? ¿Qué asesine otra vez a mi bebe?

Su ira fue tan fuerte que la sentí como mía. Nuestra conexión jamás se había sentido más débil pero aun así pude sentir tan vivamente cuan afectado resulto por mis palabras.

-no es lo más sensato una discusión en este momento. Todos estamos muy alterados por lo sucedido y no medimos lo que decimos - rápidamente Saint interviene en mi defensa, pero no pudo haber sido más ignorado. Eligos tenía su azulada mirada en mí, con todo el enojo que sentía.

Aparte la mirada cuando me fue imposible seguir sosteniéndosela. El celeste de sus iris había oscurecido varios tonos. Me inquietaba en sobremanera.

-me encantaría escuchar otra manera menos arriesga en que podría salvar a Aiton, pero por ahora solo tenemos esto – dije.

-entonces debemos partir ahora mismo - habla Lilith - el tiempo se nos agota y creo que Aiton está muy impaciente por salir.

Escucho un gruñido al fondo de la sala de estar seguido de unos pasos apresurados en dirección al ventanal que da al patio trasero. No tenía que verlo para saber que quien había salido había sido Eligos. Un suspiro cansino salió de mi garganta al mismo tiempo que pasaba mis manos por mi cabello en señal de frustración.

-deberías hablar con él - sugieres mi hermana. Pasaba su mano por mi espalda en un gesto de apoyo.

-no puedo.

-lo necesitas, al igual que él a ti.

-ahora más que nunca necesitas de su apoyo. No pueden pasar por esto solos. No cuando el problema es sobre ambos - asegura Sebastián.

-él había quedado agotado después de sostenerte mientras realizábamos el hechizo. Quedo sumido en un sueño reparador al igual que tú y no despertó hasta unas horas antes que tú. Aun así, no dijo que no se apartaría hasta que no te despertaras.

Trago saliva esperando pasar el nudo que había empezado a fastidiarme la garganta. Me levanta con escepticismo y salí detrás de él no muy convencida de que era la mejor opción. Lo encontré al pie de la alberca. Me detuve al verlo, sin saber que decir. Note que sea había cambiado de ropa y caí en cuenta de que hace más una semanas no se había separado de mi ni un segundo. Ese hecho me conmovió.

De forma repentina golpea un árbol que estaba a pocos pasos de él. Hizo una mueca cuando vio la sangre emanar de sus heridas que no tardaron en comenzar a sanarse. Fue ahí cuando levanto la cabeza y me vio. Solo nos quedamos con temblándonos el uno al otro, sin movernos, sin decir nada.

-lo lamento. No debí decir eso - bajé la mirada avergonzada de mí misma.

-yo también lo lamento. Por todo.

-¿Que haremos? - una risa son humor brota de mi - estamos jodidos. Ya no quiero vivir con más secretos. Suficiente tuve con ocultarte el riego que corría Aiton.

-tengo miedo, Caterina - dice sorprendiéndome - me costó mucho que me amaras, que me tuvieras confianza. No quiero perderla de nuevo.

-creo que eres tú quien no me tiene confianza. Si lo hicieras me dirías que es lo que tanto te preocupa. Te perdone lo de mi hijo. No se me puede ocurrir algo peor que eso.

-¿Realmente me perdonaste? - pregunta cautelosos bajando la mirada al juego nervioso que mantenían sus manos.

No supe que decir. No era algo que se pudiera olvidar y con mi visita a Tristán me sentía más inquita, era como si de nuevo lo estuviera traicionando. Pero no creo que sea el mejor momento para sacar a relucir los errores del pasado cuando nuestro futuro se ver tan incierto. Me odie en ese momento por recriminarle algo cuando yo he cometido peores actos contra él, pero, al igual que él, no podía confesarlos ahora por miedo a perderlo.

-por supuesto - acorte la distancia que nos separaba - estoy aquí ¿No es así? - tome su rostro entre mis manos y le di un fugaz beso - no sé qué me hiciste, pero me es difícil, si no es que imposible, vivir sin ti. Te convertiste en mi oxígeno, Azieel.

-yo mismo me encadenaría al lado de Lucifer si alguna vez te vuelvo a hacer daño como te lo hice alguna vez. No soporto verte infeliz. No por mi causa. No importa que tan imposible sea, luchare por compensar todo lo que te arrebate, todo el sufrimiento que te provoque - vi el arrepentimiento en sus ojos cuando se dejó caer de rodilla frente a mí y envolvió mis muslos con sus manos - eres mi reina. Juro por todo lo creado que te amo y haré hasta lo imposible por que seas feliz. Así sea que tu felicidad no sea a mi lado. Tú y Aiton serán mi prioridad sobre todas las cosas. Lo juro por mi vida.

No supe que responder ante su juramento. Tan solo pase mis manos por las hebras de su negro cabellos en una caricia para hacerle saber que ahí estaba. A pesar de sus errores y lo mucho que me costaba olvidarlos, aun lo amaba con la fuerza de mil soles. Porque sin importar cuanto lo niegue o cuan desilusionada este mi antigua yo, me he vuelto dependiente a él y a todo lo que representa para mí. A pesar de la debilidad de nuestra conexión en estos tiempos difíciles pude sentir la fuerza que estaba retomando, poca y a paso lento, pero se recuperaba y deseaba que fuera tan fuerte como lo fue algún día.

-te amo, Azieel. Y te juro, bajo la bóveda celestial, que derramare sangre si es necesario por nuestra familia. Canalizare toda mi fuerza en proteger lo que construimos hace unos meses y cualquiera que se interponga en mi camino sufrirá las consecuencias de mi ira. Me niego a permitir perderte o a Aiton. Me rehusó, a alguna vez, darte el último beso.

Vía al Infierno °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora