AL AMANECER

109 14 0
                                    


Desee tanto que esta no fuera la última vez.

Él no me odiaba. Tristán no me odiaba y no sabía si sentirme feliz. Quise recriminarle que no me lo hubiera dicho antes, en un tiempo dando necesite tanto de su compañía, cuando anhelaba su perdón. No ahora maldición, no cuando estoy a punto de ir al infierno para salvar a mi bebe.

Aun me sentía frustrada y molesta, sin embargo, en el fondo estaba feliz. Llegue al museo del Cairo antes del amanecer justo como habíamos acordado. Estaba segura de que Abigor traería consigo al resto de nuestro equipo. Y conociéndolo como lo hago seguro llegara antes que el primer rayo aparezca.

Fue exactamente lo que sucedió.

-¿Me dirás a dónde fuiste? - sentí su presencia detrás de mí. Fue el bálsamo que necesitaba para disolver todos mis problemas.

-quizás te lo diga cuando regresemos de nuestra aventura - aun dándole la espalda gire la cabeza para darle un beso en la mejilla.

-bueno parejitas enamoradas, creo que tengo un plan - dice Lilith con emoción.

-¿Alguien estará en peligro de muerte en tu plan? - pregunta resentida Julieta. A decir verdad, no hay armonía entre estas dos después de que la súcubo le quebrara el cuello.

-posiblemente yo por causa de una loca vampira embarazada - frunzo el ceño ante el comentario de la pelirroja.

-¿Qué quieres decir?

-los recuerdos no se destruyen, es algo propio de una persona, somos lo que somos gracias a ellos - intercede el brujo con su clásico tono diplomático - por lo que sabemos no es el creador quien te envía al exilio sino sus arcángeles en una ceremonia donde borran tus recuerdos.

-pero en realidad no borran los recuerdos, sino que los ocultan en tu mente y borran la ubicación - explica Lilith.

-¿A dónde pretendes llegar? - pregunta impaciente Esther. Encoge sus hombros cuando todo miramos en su dirección.

-Eligos, a ti te fue asignada esta puerta, fuiste el protector de la entrada en Egipto. Tú eres el único sobreviviente, que conocemos, conoce su ubicación exacta.

-ahora, responde ¿Cómo le sacaras la información? - por alguna razón estaba enfada, presentía que algo no estaba bien.

-tengo que entrar a la cabeza de la cabeza de Abigor y rastrear los recuerdos de cuando era ángel. Para eso necesito la ayuda de Julieta. Los recuerdos deben tener barreras y seguros que solo tú con tu experiencia puedes romper.

-entraras a su mente por medio del intercambio de sangre - no era una pregunta.

-yo no le diría intercambio - hacia muecas nerviosa - quiero decir, lleva el mismo proceso, pero él no beberá de mi sangre.

-¿Y por qué no lo hago yo? Tan solo indíquenme que tengo que hacer.

Me rehusaba a la idea que alguien más penetrara en los recuerdos de mi esposo, mucho menos una súcubo que se ha tirado todo el inframundo. Mis venas ardían con ira, los celos me comían viva. La pelirroja miro al hombre detrás de mí son una intrigante mirada esperando conseguir una respuesta. Lo mire encontrándome con una advertencia en su expresión.

-Cate, debería permitir que ellos realicen el intercambio - insistió mi hermana. 

-¿Por qué presiento que soy la única que no están al tanto de la situación? - di unos pasos a un lado para tener mejor vista de todos y sus rostros culpables - ¿Qué es lo que no puedo saber?

-esto es estúpido. No podemos seguir fingiendo que no tenemos idea de que se trata todo esto - dice Dominic mirando a todos - ella tiene que saber la verdad y será mejor que tú se la diga o lo hare yo.

Era realmente raro ver verdaderamente enfadado a Dominic, generalmente oculta su molestia con sarcasmo o evadiendo el problema. El hecho que estuviera enojado con Abigor me puso muy nerviosa.

-no te atrevas - Eligos no necesitaba de su armadura o de su lanza para parecer intimidante. Pero aun así cuando dio un paso en dirección al oscuro este ni parpadeo.

-¡Ya basta! - espeta Julieta interponiéndose entre ambos - lo menos conveniente en esta situación es que nos matemos entre nosotros. Esto no se trata de los errores del pasado, si estamos aquí es por Aiton y Caterina.

-¿Que me ocultas? - mi voz era delgada y quebradiza. Me costó mucho mantener la compostura.

-te prometo que lo veras, pero ahora no es un buen momento. Hazlo por Aiton...

-de nuevo lo haces - cuando pretendió tocarme lo esquive - utilizas a tu propio hijo para controlarme.

-no lo estoy haciendo. Solo quiero que comprendas que no es un buen momento para que te alteres. Estoy pensando en ambos. De hecho, estoy pensando en todos aquí. No queremos que en un momento de inestabilidad emocional tuya nos mates a todos.

Sus palabras fueron un golpe bajo, me dolieron más de lo que quería afirmar. Era algo que no estaba en mi poder, no podía controlar a la droga, esta me controlaba a mí. No era dueña de mis acciones por lo que podía cometer varias estupideces sin siquiera enterarme o ser completamente consiente de estar haciéndolas. Pero a pesar del tono duro en que lo dijo sabía que estaba desesperado, la ansiedad lo comía por dentro, además de los nervios. Algo ocurría y todos aquí lo saben menos yo y eso me enfadaba.

-Caterina, por favor. Sino confías en él, confía en mí que soy tu hermana. No es un buen momento para que cargues con esta mierda.

Miro a Julieta tratando de reprimir las ganas de golpearlos a todos por ocultarme las cosas. Respiro profundo tratando de atenuar la aceleración de mi frenético corazón y mis respiraciones desembocadas para así controlar mis emociones y no herir a alguien... O al menos no de gravedad como tanto se lo merecen.

-bien. Pero no hago esto por ti - mi mirada recae en Abigor con toda la pesadez de mis emociones - lo hago por Aiton y porque no quiero ser la causante un asesinato que lamentaré después. A pesar de las ganas que tenga de hacerlo ahora que estoy completamente consiente.

"perdóname ¿Sí? Pero no encontré otra manera para que dejaras el asunto. Te juro que te diré todo tan pronto como termine esto" escuche la voz de Eligos en mi cabeza. No me atreví a responderle por que seguro terminaría en una discusión que no nos convenía a ninguno. Tan solo le di mi peor mirada y me giré hacia Lilith.

-haz cualquier cosa que este a tu alcance y más para salvar a mi hijo. No importa el costo - le di la espalda a todos y me empecé a alejar - ya no más.

Nadie dijo nada mientras me alejaba. Quería estar sola. Así que solo camine por la orilla del Nilo y camine hacia el norte meditando acerca de lo que se ha convertido mi vida. Antes era un caos, pero con Aiton este se superó, la condesa sangrienta parece un juego de niños en comparación con lo que me enfrento ahora. Ya me siento más frágil, no soy la Caterina que no se permitía llorar, la original que se guardaba las emociones para sí misma, aquella que no se permitía amar porque sabía lo mal que terminaría. Ahora me burlo de lo que me he convertido, pero no me arrepiento, o al menos en parte. Sé que todo esto se debe a mi embarazo y todo en lo que se ha convertido mi vida a lo largo de los meses. Esta Caterina no es menos fuerte, solo saca lo que en años anteriores se guardaba para sí misma. Ya no se trata solo de mí y nada más que de mí, se trata de Aiton, de Abigor, Julieta... De todas las personas que están conmigo en este momento. Todos y cada uno de ellos se está poniendo en riesgo para salvar en lo que ahora se ha convertido en mi tesoro más preciado.

Me di cuenta de que a pesar de mi inseguridad debía confiar en ellos, se los debía. Les debía un poco de fe en recompensa por todos los suplicios que pasan por mi culpa. Solo Abigor tiene un deber para conmigo y con su hijo. Los demás abandonaron sus vidas, y la tranquilidad después de la tormenta de Báthory, para acompañarme en un viaje donde es posible que no regresen.

Me propuse no escarbar más en el tema. Lo dejaría estar por el momento, pero tan pronto regresáramos les sacaría la verdad. Claro, si es que no morimos durante nuestra travesía.

Vía al Infierno °SIN EDITAR°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora