El caso 22

Ausente

Tu padre. Un fantasma en una casa donde hablar de él es un tabú. Un rumor sobre una mujer, otra mujer, y la madre impávida, dura, resiliente, cerrando la puerta al pasado y a toda clase preguntas. 

Apenas sabes su nombre. Lo recuerdas vestido de gala, uniforme impecable, peinado disciplinado, gesto adusto, voz poderosa, manos grandes y un particular perfume, fuerte, cítrico. Lo recuerdas, pero poco, porque nunca llegaba temprano a casa y siempre se iba con el primer rayo de luz. Lo recuerdas, alguna vez contento, tal vez una navidad o un año nuevo, en una fotografía familiar con gente a la que ya no visitas, entre ellos tu madre, metida en lo profundo de una fosa, bajo una lápida que hace años no recibe flores. Lo recuerdas, abrazando un hermano mayor que hace demasiado tiempo emigró a otro país, mucho antes de crear un lazo contigo, porque en esa casa parecía estar prohibido quererse mucho. 

Un hombre que desapareció un día sin explicaciones, del que tu madre jamás dijo nada. Hablaban más las vecinas, que se había ido a otro país, que se había ido con otra mujer, aunque no se sabe nunca con este tipo de gente, porque líos en esta época hay tantos, y tanta gente comprometida, quién sabe, pues, en una de esas se lo despacharon al caballero, por milico, por facho, por petulante, por tener mujer y familia, porque sí. Pero qué sabe la gente. Sólo se fue. Ni siquiera hubo oportunidad de echarlo de menos, porque ni la madre lo lloró, ni ella tenía particular afecto por un padre que parecía más un inquilino que un miembro de la familia. Le molestaba más la cara de lástima con que la empezaron a mirar todos, porque quedó en calidad de huérfana de inmediato, sin funeral, sin flores, de una.

Así se fue quedando callada, guardando un secreto del que no tenía la menor idea, hasta que se hizo grande y a la gente dejó de interesarle. Todo lo que le quedaba del hombre era el apellido y unas cuantas fotos desteñidas que estarían acaso entre las pocas cosas que guardó de su casa cuando la madre se murió. 

Y ahora, esta foto. Relativamente reciente, al lado de otro desaparecido. Buscar al hermano para recopilar información parecía posible, pero eterno. Había un camino más corto y fue por él. Octavio tenía que saber algo.