- Llegas tarde - reclamó Octavio, cerrando la puerta detrás de ella.
- Estaba con Sergei.
Octavio levantó las cejas
- Vaya, no pierdes tu tiempo.
- Mira, Octavio, no estoy aquí para que me juzgues. Dijiste que querías hablar y aquí me tienes. Soy todo oídos.
- Siéntate. Imagino que Esteban ya habrá conversado contigo.
Sofía se sentó, con aire confiado. Frente a ella, Octavio la examinó brevemente, esperando hasta que ella hablara.
- Sí, Esteban habló conmigo, aunque de todos modos prefiero escuchar esa historia de tu boca, porque hay varias cosas que no entiendo y que él no supo explicarme.
- Lo imagino; tu novio no parece muy perspicaz.
Sofía sonrió.
- ¿Lo dices por Sergei?
- ¿Acaso no es evidente?
- Hay cosas que es mejor mantener en secreto. Tú debes entender esto mejor que yo.
- ... Sí. Claro. Empecemos por aclarar dudas, ¿te parece?
- Muy bien. Dime por qué no me dijiste quién eras cuando vine a preguntarte por mi padre. Sergei ya no estaba en el mapa y no tenías motivos para fingir que no sabías quién era.
- Oh, pero Sergei sí estaba en el mapa. Y yo no tenía claro cuáles eran tus intenciones con él, de modo que tenía motivos sobrados para desconfiar de ti.
- No entiendo. Sabías que era policía y que Sergei casi había arruinado mi carrera
- Sí. Pero tu coartada era buena. Ya habías perdido el puesto y trabajabas de independiente. Sergei es ingenuo, pero nadie va a negar que es encantador. Hasta tú podrías haberte enamorado de él
- No te equivoques conmigo, Octavio. Soy Sofía Blanco, no cualquier tontita en busca del amor. Sí, es cierto. Sergei es atractivo y no tiene sentido negar que seducirlo no me ha resultado muy desagradable, pero jamás, jamás me involucraría sentimentalmente con un tipo como él.
- ¿Por qué no? ¿Por sus inclinaciones políticas?
- Porque es un pobre ingenuo que vive de recuerdos. Ni siquiera tiene verdadera pasión política. Es un lábil, un pobre hombre sin carácter que necesita encontrar a su padre para sentirse completo.
- Ah. Pero en eso ustedes se parecen.
- No me ofendas. Yo no ando buscando a mi padre para ganar su aprobación. Más bien querría echarle un par de puteadas. Pero, insisto, eso no te incumbe. Es parte de mi vida privada.
- Ya... Bueno. Lo que no entiendo ahora es para qué trajiste a Esteban. Las cosas estaban bien cuando eras tú solamente. Tenías una buena coartada. Ahora todos desconfían de ti. Llegas con tu antiguo puesto y encima con un novio que también es policía. A mí no me hace ningún sentido.
- ¿No has escuchado nunca la frase "es menester que el ocultar se muestre"? Después de mi alejamiento de Sergei, hace ya casi un año, no podía volver con la misma coartada. Sería aún más sospechoso. Consideramos mejor aparentar que no ocultábamos nada, aún sometiéndonos a toda clase de dudas. Yo quería regresar sola, pero Esteban no quería verme involucrada nuevamente con Sergei. Nuestra idea era fortalecer lazos amistosos, entregar colaboración en asuntos legales como muestra de confianza. Yo creía que luego de tanto tiempo los intereses románticos de Sergei se habrían esfumado, pero ya ves, ni para eso tiene carácter.
- Así es que lo estás seduciendo nuevamente. Mira, qué bien lo ha ocultado. Anda con cara de víctima despechada cuando la verdad es que tú y él tienen entretención privada.
- Esteban no lo sabe, y me ahorrarías muchos problemas si te lo callaras.
- Descuida. No hablaré. A menos que lo necesite.
Sofía sonrió
- Tú también puedes contar con mi silencio, Bruno. Tengo más que claro que, entre los dos, el que tiene más cosas que perder eres tú.
Octavio también sonrió.
- Te he llamado para buscar alianzas, no para amenazarte, Sofía. Creo que podemos ayudarnos mucho mutuamente.
- Pues hasta ahora, no me has dado nada que me sirva. Si estás tan infiltrado, ¿cómo es que aún no desbaratas esta célula?
- Esta célula no me interesa, Sofía. Como ya habrás notado, no tienen mucho movimiento. Pero tienen contactos, muchos contactos. Y me interesa llegar a un contacto en particular que me ha resultado sumamente escurridizo.
- Quién
- ¿No lo imaginas?
- Hasta donde sé, el FRI no tiene cabecillas
- ... Tu servicio de inteligencia apesta, Sofía. Siempre hay cabecillas. Ocultos, pero los hay.
- Entonces quién
Octavio hizo una pausa y luego contestó.
- Ivanov. El padre de Sergei.
Sofía calló. Por lo que ella sabía, el padre de Sergei estaba muerto. Y había evidencia suficiente para pensar que el propio Octavio había sido responsable de su muerte. Pero no podía señalar lo primero sin apuntar a lo segundo, de modo que asintió
- Por eso lo necesitas.
- Exacto. Lo malo es que cada vez que tú apareces en su vida, Sergei pierde el interés en viajar y ya no puedo rastrear los pasos del viejo.
- Y qué quieres que haga
- Es simple. O lo botas de una vez y me dejas esta investigación a mí, o me ayudas.
- Yo no voy a renunciar a mi caso, es mi carta de regreso al puesto que me merezco. Puedes olvidarte de eso.
- Muy bien. Entonces la opción que te queda es la segunda. Ayudarme.
- ¿Y cómo?
- Llévalo tú misma a buscar a su padre. Haz que lo encuentre. Ponlo en mis manos.
- Ah, muy bien, Quieres que haga el trabajo por ti
- No, sólo quiero que atraigas a mi presa. Yo mismo lo capturaré.
- Y qué te hace pensar que yo lograré lo que tú no lograste
- Tu condición de policía no encubierto. Puedes decir que has rastreado a su padre y que sabes dónde está. Tú lo llevas, el padre aparece y... entonces me lo llevo yo
- Pero no tengo idea de dónde está el padre de Sergei
- Tú no, pero yo sí.
- No entiendo. Si sabes dónde está, en tu papel de hombre de izquierda perfectamente podrías decir que te señalaron su ubicación.
- Sí, pero Ivanov no se acercará a Sergei mientras yo esté cerca. Creo que sospecha de mí, porque cada vez que he estado cerca, simplemente se esfuma.
- Ya, y de mí no va a desconfiar.
- Tú no tienes para qué ir. Basta con que le señales una ubicación que yo te daré. El resto déjamelo a mí. Una vez que tenga al tipo, te entregaré toda la información que necesitas para desbaratar la célula de Santiago. Tú recuperas tu puesto, yo atrapo a mi presa y todos felices.
Sofía guardó silencio. Se estaba quedando sin alternativas
- Bien, y qué dices, Sofía, ¿puedo contar contigo?
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El caso 22
RomanceUna joven detective es enviada a investigar un caso de espionaje internacional, pero nada es lo que parece. El sospechoso, un joven y atractivo violinista, da vuelta su mundo al revés, obligándola a revisar su propia historia y a lidiar con el deseo...