Exhibición

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La sala de exposiciones estaba repleta de gente. En sus muros, varios cuadros de Octavio eran escrutados por críticos y curiosos mientras el pintor y el violinista discutían en un rincón.

- Ya están bastante retrasados, ¿no? - dijo Octavio, tras tomar un trago.

- Dijeron que vendrían. Vendrán.

- No sé en qué minuto acepté tu propuesta. Ya no basta que andes con una rati de arriba para abajo; ahora son dos. Y encima de todo, los traes hacia nosotros. Si la memoria no me falla, fuiste tú el que dijo que se alejaría de ella. ¿Cómo pasó esto?

- Ya deja de preocuparte. No hay nada de nosotros que ya no sepan. Además, el tipo es un pelmazo arrogante; no doy un céntimo por su inteligencia.

Octavio rió

- Qué va, sólo estás indignado porque te levantó la mujer.

- Ríete todo lo que quieras. Ya no me interesa.

- Sí. Cómo no.

- Además, por lo que supe, a ti tampoco te resultó.

- Ah - dijo Octavio, con un gesto de sorpresa - Veo que Estela ya te fue con el chisme. En todo caso estuve a un pelo de conseguirlo. 

- Nunca entendí esa movida tuya. Yo debía alejarme de ella pero tú no. ¿Por qué?

- Porque a diferencia de ti, yo no andaba babeando por ella. Quería sacarle información. Meterme en sus cosas. Ya sabes, lo que deberías haber hecho tú y no pudiste. Ahora, con el novio entre medio, no veo cómo nos podría ser de alguna utilidad.

- Podemos darle una falsa sensación de control. - interrumpió Estela, incorporándose a la conversación - Él creerá que nos tiene vigilados, mientras Sergei seduce nuevamente a su novia. 

- ¿Qué? - dijo el aludido - ¿Seducirla? No

-  ¿Por qué no? Todos sabemos que aún te gusta.

- No estoy de acuerdo - se apresuró a objetar Octavio - En ese caso, debería hacerlo yo, ¿no creen? Sergei está muy involucrado

- Tú no tienes posibilidades, Octavio. Tuviste tu oportunidad y ella te rechazó, ¿recuerdas? No, tiene que ser Sergei

- No, no, pero esperen, ¿no complicaría las cosas aún más? - señaló el aludido

- Por el contrario. Tenerla a ella de nuestro lado no puede ser más que una ventaja - dijo ella. 

En el extremo opuesto del salón aparecieron Esteban y Sofía, ambos vestidos muy elegantemente, aunque el ajustado vestido de Sofía la hacía destacar entre las asistentes. Estela le dio un codazo a Sergei

- Vamos, hombre. Sacrifícate.

Él sonrió, sin poder evitarlo. Su chica se veía espectacular. Casi no le importó verla llegar de la mano de otro. 

- Sergei, qué tal - saludó Esteban, cortés, ofreciendo la mano. El aludido se limitó a responder el saludo con la mano y presentó a Octavio y Estela.

- Vaya, qué gusto conocerte. Sergei nos estuvo contando sobre ti - dijo Estela

- Espero que nada malo - dijo él, riendo - A mí habló de ustedes, pero no me dijo que tenía una amiga tan encantadora

Estela sonrió, sorprendida

- ¡Uy, un galán! Y yo que creía que eran una especie en extinción

- Soy el último que va quedando

- Y se lo llevó Sofía - interrumpió Octavio - Qué suertuda.

- Sí, muy suertuda - dijo Sergei, haciendo una mueca. Octavio se rió

El caso 22Donde viven las historias. Descúbrelo ahora