La primera noche

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Luego del coqueteo en la fiesta de la sinfónica, no habían vuelto a tocar el tema, fingiendo simplemente que nada había pasado y que tan amigos como siempre.

Pero la noche del cumpleaños del esposo de Estela Montenegro, Sergei estaba dispuesto a todo. Deseaba a Sofía con un ímpetu difícil de controlar; con frecuencia soñaba que entraba en su cama y recorría su cuerpo de pies a cabeza con sus labios, o que la poseía violentamente sobre el sofá. Sólo imaginarla desnuda encendía su deseo con tanta vehemencia que debía reprimir este pensamiento cuando estaba junto a ella para no quedar en evidencia.

Ya poco le importaban las advertencias de Estela y de Octavio, quienes pensaban que ella era un grave peligro en su vida. De nada servían sus propias memorias sobre el general Bianco ni el temor de que ella descubriera la verdad sobre su primer encuentro. Tenía que poseerla. Se había transformado casi en una obsesión.

 Mientras la observaba charlar de política con uno de los invitados de Estela, embelesado en su belleza e inteligencia, Estela, que estaba sentada a su lado, comentó

- Conozco a cien chicas más bonitas que ella. Creo que te falta mundo, niño.

- No quiero a ninguna de ellas. 

- Vas a salir trasquilado de esta. Acuérdate de mí cuando estés arruinado.

- No me importa.

- Ah - suspiró ella - Los hombres piensan con el pene.

Él rió

- Sí, en parte. Pero no puedes negarme que ella es fabulosa.

- Bueno, es bonita..

- No, no bonita. O no sólo bonita. Nunca había conocido a nadie como Sofía. ¿No te parece que es diferente a las demás?

- No

- Ah, no la conoces...

- Tú tampoco

- La conozco mejor que tú. Es diferente a todas.

Estela lo quedó mirando un buen rato , hasta que sentenció

- Estás enamorado.

- ¿Yo? - dijo él, dispuesto a defenderse de la acusación. Pero luego se detuvo a pensar y volvió a repantigarse sobre su asiento - Tal vez. Nunca he estado enamorado.

Estela volvió a evaluar a Sofía.

- Tú también le gustas, lo sabes, ¿verdad?

- No estoy tan seguro

- Ah, los hombres son tan idiotas ....

Sergei rió

- Explícame

- Mírala, pero esta vez concéntrate en su cara un rato.

Sergei soltó una carcajada

- Oye, no soy tan superficial

- Sí, todos dicen lo mismo. Te estoy hablando en serio. Fíjate bien. Está conversando con un importante político, pero cada cierto tiempo te busca con la mirada para cerciorarse que sigues aquí. Y si la miras bien, te darás cuenta que se sonroja si no le quitas la vista de encima. ¿Lo ves? Ahí está.

Sofía clavaba su mirada en ese instante en los ojos de Sergei y sonreía con lo que parecía ser pudor, para desviar la mirada inmediatamente hacia su interlocutor.

- Pero si le gusto, como dices tú, ¿por qué no se entrega? Le he dicho en  todos los tonos que me gusta

- Porque eres un frívolo; encima de todo, músico. Y para rematarla, la pobrecita no tiene idea de quién eres en realidad.

El caso 22Donde viven las historias. Descúbrelo ahora