Sergei caminó a paso rápido hacia la entrada al hotel, que estaba al otro lado de la piscina. Paralelamente a él, Sofía avanzaba del otro lado, tratando de seguirle el ritmo hasta que le vio ir hacia ella y luego seguir de largo hacia la puerta. Sin entender qué pasaba, se fue corriendo tras él, llamándolo, y en vista de que parecía no querer escucharla, lo agarró firmemente del brazo, obligándolo a voltear
- ¡Sergei! Qué pasa, por qué no me hablas
- Déjame
- No, qué pasa
- ¿"Qué pasa"? - le dijo, enfrentándola - ¿Quieres que te diga qué pasa? Pasa que se acabó. Ya no voy a escuchar más tus mentiras, nunca más
Sergei comenzó a caminar, con ella agarrada de su brazo, tratando de seguirle el paso
- ¿Mentiras? No, pero espera, espera, ¿acaso ya lo sabes? Pero ¿cómo?
- ¿Importa cómo? Ya puedes ahorrarte los esfuerzos conmigo. Se terminó. Pero ¡alégrate! por fin te sacarás de encima a este... ¿cómo me llamaste? "pobre hombre sin carácter". Qué asco, Sofía, francamente, qué asco
- A ver, hey, espera, no
- Suéltame
- Sergei, tienes que escucharme, no podía decirte la verdad, pensé que
- No me interesa
- ¡Bueno, ya está, detente!
No quedándole más opción, le tomó firmemente del brazo y se lo giró tras la espalda, poniéndole contra el muro
- Sofía, suéltame. No quiero golpearte.
- Y yo no quiero tirarte al suelo, así es que ya puedes ir calmándote. No te vas de aquí sin hablar conmigo.
- Qué, ¿me vas a arrestar por no querer hablarte?
- No me faltará qué inventar, así es que no me obligues a ponerme creativa.
- Ya. Y vamos a hablar así, contra el muro de un pasillo del hotel
- No. Vamos a ir a mi habitación. Me vas a escuchar y si luego quieres irte, pues bien.
- No iré a ninguna parte
- Claro que irás. - dijo, esposándole la muñeca a la suya y tirando de él hacia el ascensor.
- Bonito. Elegante. Espera que lleguemos a Chile, te voy a demandar por tantos cargos que no te quedará carrera que cuidar
Sofía estaba preocupada, pero el comentario indignado de Sergei le causó risa. Él la miró reírse sin poder creerlo y luego desvió la vista hacia otra parte, humillado.
Al fin llegaron a la habitación. Entraron y Sofía lo obligó a sentarse con ella en la cama.
- ¿Por qué me traes aquí? ¿Acaso Esteban no sabe hacer bien su trabajo contigo y necesitas que te haga el favor una vez más?
- Ay, Sergei, ya cállate, no sabes lo que estás diciendo
- Dime, ¿cuántos orgasmos tuviste que fingir? Podrías irte a la industria del cine, ganarías más plata
- ¿No que no era buena actriz?
- Me equivoqué, evidentemente. Eres una gran mentirosa.
- Vamos a ver, qué es lo que sabes, necesito que me lo digas
- Todo. Lo sé todo.
- "Todo" qué
- Tus mentiras. Tus planes. Todo.
- ... Dijiste hace un rato algo de un pobre hombre sin carácter, ¿de dónde sacaste eso?
- Octavio te grabó.
- Entonces escuchaste toda la conversación que tuve con él
- Sí
- Entonces ya sabes que él es policía
- Sí
- No entiendo... Si sabes que es policía, ¿cómo es que aún sigues con él aquí?
- ¿Y por qué tengo que darte explicaciones?
- Sergei, creo que no escuchaste toda la conversación.
- ¿Acaso hay más? No me digas. Sedujiste también a Octavio.
- ¿Qué sabes de él?
Sergei la miró, dudando un momento, y luego miró a otra parte
- No te voy a dar información.
- Pero seguramente sabrás que la idea de traerte a Quito fue de él, ¿no?
Sergei volvió a mirarla, entornando los ojos
- No voy a caer nuevamente en tus mentiras
- Ah, bueno. Octavio se cree muy listo grabando las conversaciones, pues yo tampoco lo he hecho nada mal.
Sofía sacó su teléfono y reprodujo su copia del audio. Sergei escuchó la primera parte con fastidio, mirándola directamente a los ojos. Pero cuando escuchó el final de la conversación, en la que Octavio le pedía que lo enviara a Quito para usarlo de carnada, se quedó helado
- ¿Y bien? ¿Sigues creyendo ahora que puedes confiar en Octavio? Él es tu enemigo, Sergei. No yo.
- ... No entiendo... No tiene sentido, ¿por qué...?
- Porque no es quien tú crees. No es hijo de revolucionarios; sus padres no han sido asesinados. Su hermano era policía y murió en un atentado del FRI hace muchos años atrás. Por eso los busca. No ha salvado a ninguna célula del FRI, como te dijo. Por el contrario, te ha estado usando todos estos años para desbaratarlas.
- ... No puede ser cierto, mientes... Si fuera así, la célula chilena estaría desbaratada hace mucho
- No tiene necesidad; la célula en Chile está inactiva hace mucho tiempo. Además, si lo hiciera, ya no podría seguir usándote. Ha desbaratado muchas células que han visitado juntos para buscar a tu padre, valiéndose de tus contactos. Pero esta vez es diferente.
- ¿Por...?
- Porque la idea del viaje a Quito es maquinación de él. No hubo intermediación de Estela, como en otras ocasiones, por lo tanto, no tiene los contactos que necesita para destruir la célula de esta ciudad.
- ... Me has mentido tanto que creo que no tengo por qué creer en tu versión de los hechos. Tal vez Octavio sí quiera ayudarme a encontrar a mi padre y te haya dicho eso sólo para ponerte en evidencia frente a mí.
- ¿Pero es que no escuchaste?
- Sí. Escuché y con mucha atención. No puedo creer aún que me hayas hecho pensar que me querías sólo para vengarte de mí. Aún suponiendo que dices la verdad, me envías a Quito sabiendo que Octavio quiere arrestar a mi padre usándome para ello. ¿Cómo quieres que entienda?
- Queríamos atrapar a Octavio, no a tu padre.
- "Queríamos". Claro. Tú y tu novio.
- Sergei... hay algo más que debes saber.
Hizo una pausa, pensando en la mejor manera de decirle que su padre estaba muerto, pero no encontró ninguna que fuera menos dolorosa. Sergei la miraba, a la expectativa
- Bueno, ¿vas a hablar o qué?
La puerta de la habitación se abrió repentinamente. Esteban los quedó mirando un segundo y luego de sacar sus cuentas, cerró rápidamente la puerta. Miró a Sofía, pidiendo exlicaciones con la mirada
- ¿Sofía? ¿Hay algo que quieras decirme?

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El caso 22
Roman d'amourUna joven detective es enviada a investigar un caso de espionaje internacional, pero nada es lo que parece. El sospechoso, un joven y atractivo violinista, da vuelta su mundo al revés, obligándola a revisar su propia historia y a lidiar con el deseo...