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Narra Joel.
Hoy es un día muy especial, es el cumpleaños número veintiocho de mi bebé y le tenía preparado algo especial.
Termine de decorar el pequeño pastel que yo mismo había preparado, lucia realmente bien a pesar de ser la primera vez que lo hacia. Lo coloque en un plato bonito y le puse algunas velitas.
Subí las escaleras y antes de entrar s nuestra habitación, encendí las velitas.
Erick aun seguía durmiendo, hace unos meses fuimos con otro doctor, le recetó otro tipo de medicamento y por fin logra dormir la noche entera.
Deje el pastel en la mesita de noche y me acerque a él con cuidado, deposite un pequeño beso es sus labios.
—Mmh.— solo se movió un poco y siguió durmiendo.
—Bebé.— lo llame.— Despierta.— moví su hombro.
Abrí sus ojos y al verme sonrió.
—Feliz cumpleaños mi amor.— lo abrace y uní nuestros labios en beso mas largo y lento. Tome el pastel y lo puse frente a él.— Pide un deseo.
—Ya tengo todo lo que podría desear.— contestó Erick y yo lo mire para incitarlo a que al menos apagara las velitas.— Okey.— cerro sus ojos y soplo las velas.
—¿Qué pediste?— pregunte.
—Si te digo, no se cumplirá.— sonrió.— Gracias por esto amor.— con su dedo tomo un poco de cobertura del pastel y la llevo hasta su boca.
—Aun no acaba, en la noche te llevare a un lugar especial.
—¿Se puede saber a donde?— pregunto mientras comenzaba a comer de su pastel y me daba un poco a mi.
—No, es una sorpresa, pero se que te va a encantar.— lo bese de nuevo, jamas me cansaría de hacerlo.
[...]
La noche por fin había llegado, todo el día habíamos estado en casa, los chicos habían ido a ver a Erick para felicitarlo y llevarle algunos regalos.
Pero por fin estábamos nosotros solos y mi sorpresa se llevaría a cabo.—Ya estoy listo.— dijo Erick llegando a la sala donde ya lo estaba esperando.
—Bueno, pues vámonos.— lo tome de la mano y salimos de nuestra casa hasta llegar a mi carro.— Debes de ponerte esto.— dije dándole una bandana.
—¿Para que?— pregunto.
—Porque no quiero que veas a donde vamos hasta que lleguemos.— se la coloque en los ojos y subío al auto.
El camino fue silencioso pero reconfortante, de vez en cuando Erick me preguntaba si ya íbamos a llegar y también de vez en cuando cantaba las canciones que se iban reproduciendo.
Después de casi dos horas de viaje por fin habíamos llegado, era la cima de una montaña en la que se podían ver las estrellas y la luna que resplandecia como el sol.
—Listo, bebé. Llegamos.— quite la bandana de sus ojos.
Se quedo algunos segundos en silencio admirando lo lindo que se veían las estrellas. Me sorprendí cuando descubrí que ninguna de ella brillaba tanto como sus ojos.
Se acerco a mi y me beso con tanta ternura y pasión. El beso comenzaba a intensificarse, con un suave movimiento me jalo hasta que quede sobre él con mis piernas a los costados y mi espalda pegada al tablero.
—Es hermoso.— dijo una ves que mos separamos del beso.
—No mas que tú.— volví a juntar nuestros labios.
Las manos de Erick jugaban con la piel de mi espalda por debajo de mi playera, mientras que con su boca atacaba mi cuello.
—Vamos a casa.— dije entre jadeos.
—No amor, ya no puedo, ven.— abrió la puerta y sin bajarme de su regazo salió del auto. Abrió la puerta trasera y me recostó sobre el asiento.
Él se colocó entre mis piernas y siguió besando mi cuello. Mis manos se colaron por debajo de su playera y después de unas caricias se la quite y el hizo lo mismo con la mia.
Seguimos besándonos hasta que ambos quedamos completamente desnudos.
Se separó un poco de mi y metió dos de sus dedos en su boca y comenzó a chuparlos, una ves listos los llevo hasta mi entrada.
—Erick.— gemí al sentir como sus dedos me penetraban.
Cuando ya estuve listo los saco de mi e introdujo su miembro, comenzando con embestidas lentas.
—J-jamas me cansare de hacerte el amor.— dijo Erick aferrándose a mis hombros.
—Ahh.— sus embestidas se volvieron mas rápidas y una en particular tocó mi punto dulce haciéndome arquear la espalda.— Ay, si... Ahí bebé.— moví mis caderas para que siguiera dando ahí.
Comenzó a morder y a dejar marcas en mi cuello mientras yo mordía algo fuerte su hombro. Acariciaba mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna, tomo mi miembro y comenzó a masturbarlo.
—M-me voy a c-correr amor.— dijo en mi oído con su voz ronca.
—S-si haz lo.— gemí y solté toda mi esencia en su mano y en mi abdomen. Unas embestidas mas y se corrió en mi interior.
—Te amo, gracias por todo.— dijo con la voz aun agitada mientras recargaba su cabeza en mi pecho.
—También te amo. Feliz cumpleaños.— dije de nuevo y deje un pequeño beso en su cabeza.
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