capítulo 14

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A la hora de levantarse, Gona apenas pudo abrir sus ojos. Realmente quería seguir durmiendo, sus párpados le pesaban. Pero, se asustó al ver a Luh sentado a un lado de su cama, dormido.

—Eh, Lurl. -llamó Gona a este.
—Sí... -Luh estaba dormido, sentado, con los brazos cruzados.
—¡Luh! -gritó Gona, dañando un poco su garganta. Notó que estaba ronco.
—¡Estoy despierto! -de un salto brinco de la cama.

Gona comenzó a reír por tal reacción de Luh. Luego, cuando Luh pudo estirarse, el menor le preguntó el.por qué estaba en su habitación a lo que el castaño le respondió que tenía algo planeado para ese día.
Gona sorprendido, quiso ponerse de pie para darle un gran abrazo al alto, pero su dolor lo impidió, sentándose de nuevo bruscamente en la cama. Haciendo preocupar a Luh, que de inmediato fue a socorrerlo.

—¿Qué sucede? -Luh fue rápidamente al lado de Gona.
—Nada... -la mueca de dolor del pelinegro tratando de no sentir tanto esto, le hizo preocupar más a Luh.
—Gona... Si no puedes salir, no saldremos. Puedo organizarlo aquí mismo. -el mayor acarició la mejilla de Gona, haciendo a este liberar un gemido de dolor.
—No, no tío. Has preparado esto, no quiero arruinartelo. -Gona con precaución pudo levantarse.
—¿Te has hecho daño?... ¿¡Y este moretón?! -Luh se sobresaltó al ver un moretón apenas visible en la mejilla de Gona.
—Ah... Eso...
—¿Te lo ha hecho André?
—Pues... -Gona no sabía si decirle o no. Estaba nervioso.
—¡Ya verá ese hijo de...!
—Lo ocasionaste tú. -dijo sin más Gona, bajando la vista. Evitando la del mayor.
—¿Q-Qué?... ¿Y-Yo? -Luh de pronto palideció.
—Sí. Ayer, cuando estábamos jugando y tomando. Te volviste loco, y me golpeaste. Diciendo cosas que yo no lograba entender del todo.
—E-Eh... Yo... En serio lo siento... -Luh se desplomó sobre la cama, con la mirada perdida.

Después de eso, Luh ya no actuaba como normalmente hacía. Actuaba como perdido en sus pensamientos, estaba más distraído de lo normal. Gona sabía que fue por lo del golpe, y a la hora de ir con los otros también preguntaron por el moretón de Gona, haciendo a Luh sentir peor de lo que ya estaba.

Luh con neutralidad, los guió a un lugar de comida rápida.

—Eh, ¿Lurl? -Gona se acercó a su rostro, tocando suavemente la mano del mayor. Que de inmediato reaccionó.
—Eh... Sí... ¿Eh, qué?
—Que de qué quieres tu parte de la pizza.
—Ah, del que sea está bien... -Luh movió su mano ignorando, preocupando más a Gona.

Saga miraba con detenimiento a los dos, miraba cómo miraba Gona a Luh y como el segundo estaba con la mirada perdida. Mientras Exo, estaba a un lado haciendo de las suyas.

—¡Mira, Sara!... No me estás poniendo atención. -dijo haciendo un puchero Exo, dejando de lado lo que estaba haciendo.
—Joder, ¿no lo has notado?
—¿Al perdido de Luh?
—Sí.
—Obviamente. ¿Cómo no debería hacerlo?
—Ha estado así desde que salimos del hotel, y cuando le preguntamos por el estado de Gona...
—Quién no se sentiría culpable por golpear a su pareja. -dijo con ironia.
—No fue su culpa... Me lo ha dicho Gona. Fue por los sentimientos encontrados de Luh por lo que sucedió entre Gona y tú.
—¿¡Cómo?!... ¡¿Qué cosa sucedió entre nosotros?! -abrió sus ojos.
—¡Baja la voz!
—Dimelo...
—Se besaron.
—¿¡QUÉÉÉ?!
—¡Fue un reto, nada más! ¡Estábamos jugando como cualquier grupo de mejores amigos!
—Por dios... ¿Y me gustó?
—¿Qué? Deja eso. -respiró y continuó— Bueno... Después de verlos, casi mata a Gona, por los celos y por su secuestro.
—¿Se ha enojado porque lo secuestraron? Vaya tío más complicado.
—Ya lo ves.
—¿Y qué tienes en mente?
—Tenerlos lo más unidos posible.
—Cómo.
—Verás...

Gona dejó de lado el mirar a Luh, y comió su pizza. Se quemó un poco pues estaba recién hecha, haciendo a este soltar un grito ahogado. Luh de inmediato reaccionó y volteó a mirarlo.

—¡Gona!, ¿qué ha pasado?... ¿Estás bien?
—Sí... Sólo... Creo que sólo fue el susto de la quemadura.
—Déjame ver.
—No, estoy bien.
—Uy, déjale ver Gona... Que sólo quiere ayudarte. -dijo Exo, en tono pícaro.
—Ya hemos terminado. -Sara tomó del brazo a Exo, levantándose.
—¡Pero la acaban de traer! -Exo se excusó, viendo cómo Sara le mandaba una mirada asesina— Oh... ¡Ah, no! Es que... No tengo hambre. Comeré después.
—Los dejamos, tenemos algo que hacer. -salieron por las puertas rápidamente.
—¿Qué se traen esos dos? -dijo Gona, levantando una ceja, viendo cómo se iban caminando.
—Después... ¿Podemos ir a un parque? -preguntó Luh, sin expresión.
—¿U-Un p-parque? -Gona tragó saliva, nervioso.
—Descuida. Iremos a uno lejos.

Terminaron de comer su pizza en silencio, uno incómodo. Luego, fueron caminando a una pequeña plaza. Donde había niños, parejas y vendedores. A la primera banca que vieron, se sentaron.

—Gona... -Luh miraba con tranquilidad una ardilla de por uno de los grandes árboles. Que generaban grandes sombras.

Se quedó callado, pensando. Gona decidió ignorar ese llamado, para estar más calmado. Hacía un poco de viento, y en él llevaba hojas de los árboles. Por el suelo resonaban las hojas quebradizas, con las risas de los niños y personas hablando alrededor. El suelo de roca. Las edificaciones alrededor, pintando aún más el lugar característico de París.
Miraba como las ardillas pasaban de un árbol a otro, que los artistas callejeros hicieran sus actos tan pintorescos y llamativos. Veía como pasaban los niños corriendo y riendo frenéticamente, apenas teniendo tiempo para respirar. Y como Luh miraba al firmamento.
Los segundos se hacían eternos, Gona no sabía si debía romper ese silencio tan... Abrumador. Era tan asfixiante, que sentía que lo ahogaría en cualquier momento. Comenzó a jugar con sus manos, intentando que el tiempo pasara un poco más rápido: pero no lo hacía. Sin embargo, sí hacía crecer su nerviosismo. Se acomodó su playera, levantándola un poco de los hombros. Como sólo Gona siempre hace.

Luh respiró pesadamente, haciendo que Gona mirara de reojo. Miró para el suelo, entrelazando sus dedos. Se quedó un poco más de tiempo así, hasta que levantó la mirada cristalina hacia Gona.

—¿Qué pasa, Luh? -Gona notaba lo cristalino que se veían sus ojos.
—Esto... Esto es difícil... Pero... -suspiró-. Tenemos que distanciarnos.
—¿Qué dices Luh? -unas enormes lágrimas inundaron el rostro de Gona, nunca había sentido esa sensación.

La mirada se le nubló por no dejar salir las lágrimas. Sus manos y piernas temblaban nerviosas, su pecho dolía intensamente. Sentía un frío intenso dentro de él, un miedo... Antinatural.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora