capítulo 54

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Clara paseó sus limones como ojos por todo el cuerpo del modelo de ropa que tenía delante.
Se había quedado sin palabras durante un largo tiempo, al ver que Clara no respondía: Gona tomó la conversación.

—¿Y?… ¿Qué piensas? –se giró sobre sus piernas.
—G-Guapo… digo, ¡estupendo!, te queda estupendo…
—¿En serio?
—Sí, vamos que sí.

Salieron con sus compras, una increíble tarde y varias historias qué contar. Regresaron al hotel para encontrarse con Sara sentada sólo en la laptop, con la televisión encendida.

—Bienvenidos, ¿cómo les fue? –se giró para mirar a los recién llegados.
—Bien, bien, todo perfecto. –contestó Gona, cerrando la puerta cuando habían entrado los dos.
—Me alegro.

(… Horas antes: con Sara y Luh…)

Luh ésta vez: fue el primero en llegar, y sólo porque el punto de reunión esta vez había sido en su propia casa. Al timbrar la puerta, Luh fue corriendo para abrirle a Sara, por lo que enseguida entró y tomaron lugar para continuar hablando cómodamente.

Eso, hasta que Sara volvió a colar el tema de Gona.

—Lusher…
—Spidercerdo…
—¿En serio te quedarás de brazos cruzados toda la vida y dejarás las cosas así?
—Sara, por favor. –Luh no quería seguir soportando aquellas pláticas.
—Luh, es que es en serio ¡no puedes hacer ésto toda la vida!
—¿Dónde dice que no puedo?
—Ahh… –suspiró, por la actitud de mocoso que tenía su amigo, pausando el juego–. Escucha.
—¿Sí?
—Vamos, es peor dejarlo, así… de ésta manera. Simplemente deberías dejarnos explicar.
—¿"Dejarnos"?
—No, me refería; explicarte.
—¿Sobre qué?, no hay absolutamente nada qué explicar Sara, ve las cosas como son. Él me engañó, me puso los cuernos, ¡nos separó!
—¡Si tan sólo no te cegaras con estupideces y teorías erróneas estarían como siempre! ¡Simplemente no actúes como un jodido crío que está chillando sólo por un berrinche!

Los dos mantuvieron una posición firme frente al otro, frunciendo su entrecejo: enfadados.
Sara se tranquilizó, y habló de nuevo.

—Perdóname Luh, yo, yo no quería… se me fue de las manos, tío… sabes, al principio me sentía igual que tú. Engañada. –iba a continuar, pero el otro no la dejó.
—Ya no digas nada más.
—¿Eh? –pensaba que estaba muy enfadado, por lo que lo volteó a ver.
—Dejémoslo así. No quiero perder de nuevo a alguien importante, ¿bien?

Sara asintió, y se dieron un abrazo cariñoso de amigos.

Continuaron un rato más jugando, como si absolutamente nada hubiera ocurrido: todo se lo había llevado el viento.
Hasta que se pasaron a la PC, para continuar jugando otros videojuegos en la misma. Pero mientras Luh estaba acostumbrado a los pantallazos rápidos de su monitor, Sara se mantenía incómoda.

—Joder, ¿por qué no la mandas a reparar, tío?
—¿El qué? Ah, ¿el monitor? Es que, ya he ido con varias personas, pero ninguna me ha podido decir qué es lo que pasa.
—¿Y si compras uno nuevo?
—Ahora, en éste preciso instante no puedo. Además, sigue funcionando de puta madre, mira. Solamente es cosa de acostumbrarse.
—También puedes comunicar con alguien por redes sociales.
—¿Segura?
—Obviamente no por las oficiales, sino por otras alternativas. Para que nadie te reconozca.
—Sí, sí.

Esa misma noche, pudieron contactar con un especialista en informática cercano qué tal vez podría saber más que los que decían reparar laptops, PC y ese tipo de aparatos. Colocaron una cita para ir con él pasado mañana.

—¿Te importa si traigo un amigo que justo acabo de conocer ayer? –preguntó Sara, abriendo la puerta para irse finalmente.
—¿Eh? Claro que no me va a importar, mientras te agrade a ti me agradará a mí, ya lo sabes.

Se despidió de Luh y lo dejó nuevamente solo en su hogar. Para regresar a la habitación del hotel.
Sin encontrarse a nadie más, por lo que se puso a ver videos en la laptop de Gona en lo que el dueño y la pelirroja regresaban.

—Bienvenidos, ¿cómo les fue?…

A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol naciente: entraron fuertes y calientes por la ventana, haciendo despertar a Gona, consecutivamente a Clara y finalmente a Sara.

Desayunando tranquilamente en las camas del hotel mientras disfrutaban de un programa de televisión animado.
Descansaron un buen rato cada uno en su lado, o en su actividad: hasta que la alarma del móvil de Sara sonó, alarmando a Gona y a Sara al mismo tiempo.

Gona se levantó a bañarse, mientras Sara se vestía y se pintaba un poco. Esperando a Gona.
Al terminar, antes de salir: Gona se detuvo en la puerta.

—No salgas sin la llave, está en la mesa, hay comida… alguna emergencia llama. Ya sabes.
—¡Sí!

Se fueron, dejando a Clara sola, sólo con el ruido de la televisión y acostada cómodamente en la cama.

( … )

El punto de reunión se había repetido, era el mismo parque de la otra vez. Luh, al ver a lo lejos que Sara había llegado primero comenzó a acercarse con pasos ligeros, mientras ella estaba comprando un helado a un señor con un pequeño carrito para helados, y a un lado de ella, otro señor que también compraba un helado.

Luh quiso sorprenderla, por lo que se fue agachado, y cuando llegó a su espalda: le gritó mientras le daba un pequeño piqueton en las caderas a modo de cosquillas. Haciendo saltar y liberar un tremendo chillido a Sara. Incluso el señor de a un lado también se había girado para ver qué sucedía.

—¡AY!, JODER. No me hagas eso, capullo… –Sara le dió un pequeño golpe en la cabeza a Luh.

Luh comenzó a reír, recordando cómo Sara gritaba y había saltado del miedo. Cuando terminó, miró a su mano, que llevaba un helado de vainilla.

—¿A mí no me compraste ninguno?, qué mala. –Luh hizo un puchero fingido.
—Estaban a punto de dármelo cuando viniste y me asustaste –Sara regañó a Luh en broma–. Bueno, mph… Luh, éste es …

Luh giró su vista hacia donde Sara había dado sus manos, viendo justamente a su lado. Al principio, no había puesto atención, haciendo que una pregunta pegara con fuerza su cabeza; ¿Cómo no lo noté antes?

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora