capítulo 44

30 2 5
                                    

Después de acostumbrarse a la vida tan distanciado de Clara, Gona parecía estar solo en su hogar: a excepción de sus padres, que siempre era común que salieran a divertirse o simplemente quedarse en su cuarto para mirar televisión. Mientras Gona retomó su rutina: desayunar lo que su madre preparaba, irse a trabajar, regresar, comer, grabar, editar...

Todo ya era tan normal... y aburrido. Por una vez en su vida, le estaba cansando la rutina. Demasiado.

En sus vídeos se le notaba un poco más desanimado, resoplaba más de lo normal y sus pensamientos se salían de control pensando que en algún momento algo cambiaría. Los subscriptores notaban la ausencia de Gona en los vídeos, se le iba la cabeza... Y le preguntaban, pero siempre negaba.
Luh al bloquear tan repentinamente a Gona, los seguidores se preocuparon: sin embargo Luh negaba la existencia de algún problema o de la misma existencia de ese "Gona89". Sara y Exo no querían dar detalles sobre nada, por lo que cada vez que alguien sacaba el tema a la luz, se quedaban callados e ignoraban aquello.
Gona decía que sólo le habían hackeado sus cuentas e intentaban que no se comunicaran.

—" Deben ser… haters." –aseguró frente a la cámara, girando sus ojos con melancolía.

Las presencias de Luh y Clara ya eran… casi un recuerdo. Clara apenas se pasaba por el hogar, y dejaba el dinero para la paga y demás gastos.
Luh era el más anhelado, pues ya no había para nada de comunicación, y extrañaba sus besos, sus caricias… lo típico, vamos.

¡Recuerdo!, al venir esa palabra, comenzó a buscar entre sus cosas y su mesita… claro. Ahí estaba.
Sacó su llavero: en forma de un corazón y dentro del él había una torre eiffel. Gona lo tomó y lo apretó con fuerza, cómo desearía pedirle a Luh las fotos de recuerdo. Aquellas que se prometieron.

Por supuesto Gona no tenía absolutamente ninguna foto del viaje, su móvil se había descompuesto por el agua cuando Luh lo arrojó al agua por el beso... resopló, al recordar lo difícil que era en esos momentos, sin ver lo fácil que sería solucionar la situación. Pero lo hacían más difícil.

¿Tenía que volver con Luh?, ¿sería sano para ellos?
¿Deberían estar juntos a pesar de todo?... ¿Eso es la felicidad? Ninguno de los dos lo sabía. Pero…, por alguna razón, estaban casi seguros de que lo era.

Gona se recostó sobre su colchón, mirando al techo y sosteniendo con sus manos en su pecho el recuerdo de llavero.

Comenzó a cerrar los ojos, lentamente…

( . . . )

Alguien lo movía atrás y adelante, acompañando una voz: de mujer y familiar.

—… despierta. ¿No vas a desayunar? –preguntó su madre a Gona.
—Eh… ¿Clara no vino a dormir?, ¿me quedé dormido desde ayer? –Gona talló sus ojos, despertando.
—Vino, pero durmió en la sala dejándote estar aquí. Y supongo que sí, también dormiste toda la noche y parte de la tarde.
—Sí, desayunaré. Dame unos minutos, ahora voy.

La madre caminó y desapareció de la vista de su hijo.
Gona buscó entre sus objetos "secretos" intentando sacar un cigarrillo pero nada, no se veía ninguno...
Recordaba perfectamente haber dejado un par entre sus libros, o demás cosas coleccionables. Pero no.

«"Clara, ¿los habrá descubierto?"» pensó rascando su nuca, y yendo al comedor.

Aceptó que no podría fumar. Sabiendo eso, se ponía más nervioso y estresado al final de los días, se desesperaba con facilidad y era más propenso a peleas en su trabajo.
No sabía si era porque no podía fumar, o por el hecho de pensar en eso mismo…

Bastantes amigos suyos comenzaron a alejarse un poco de él, pues sus batallas de la nada los molestaba. Pareciera como si Gona no pudiese controlar esas situaciones, simplemente cuando se da cuenta de lo que ha hecho y cómo lo ha hecho se disculpa y se siente mal.
No es que lo haga a propósito. Sólo era que... Era difícil controlar esos sentimientos sin nada que lo pudiera ayudar para hacerlo. Como lo era el cigarro.

Sin embargo, en esos días, Gona comenzó a dejar de toser menos que en otros días. Pues comenzaba a reír y repentinamente a toser, preocupando a sus compañeros y amigos. Sin embargo, a los días, no había quién notase ese gran cambio: ya se habían ido por su actitud de gilipollas.

Pero se sentía un poco mejor, pues había veces que le dolía el pecho… similar a un ardor. Ahora reía un poco mejor.

Mientras tanto Luh

Estaba en una piscina privada con un par de sus nuevos mejores amigos, jugando y bromeando. Pues lo invitaron por el cumpleaños de uno.
Pero su hermana también estaba invitada: y estaba ahí. Echando agua con sus manos, lanzando a otros al agua y demás bromas.

Después de un rato se sólo hablar y nadar, decidieron llenar globos con agua. Y comenzaron a lanzarlos entre ellos.
La banca a un lado de la piscina parecía trinchera, se escondía Luh ahí, mientras seguía recibiendo globos desde el otro lado de la piscina. Los globos tronaban en el suelo, en el agua y en el cuerpo de los demás. Dando un fuerte sonido en la gran habitación.

Luh corrió para saltar a la piscina con un par de globos en los brazos, rápidamente subió al trampolín: pero al dar el primer salto, resbaló. Soltó los globos y casi se había doblado la espalda, cayendo de una manera estúpida y graciosa al agua. Todos vieron eso y comenzaron a reír posponiendo la guerra para poder reír.

Reían y reían a carcajadas. Pero cuando el dueño de la caída salió del agua, no le pareció muy gracioso. Al final, viendo que su mueca de enojo fingido no funcionaba: comenzó a reír junto con los demás.

Finalizaron la salida de amigos con una comida de un puesto de comida rápida de por el lugar.
Se separaron todos menos Luh y Lah, retirándose a la casa del primero.

—¿Y qué te pareció? –preguntó Luh mirando a Lah, mientras conducía de regreso.
—Pues… tu amigo José es muy gracioso. La verdad me cayeron bien todos. –confesó Lah.
—¿Incluso Toño?
—Incluso Toño.

Luh desde hacía semanas comenzaba a comprender que aunque "perdió" a Gonzalo, no debía morirse por eso. Y menos por el "engaño" que le había hecho, que debía continuar. Exactamente eso que no hubiera querido Gona, para él mismo.
Comenzaba a reír nuevamente, a sentir las cosas diferente y mejor.

Volvía a ser el cálido Luh que era.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora