capítulo 39

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Buscó Skype, luego los contactos y a su amiga Sara.
La encontró y de inmediato la llamó, mientras Sara respondía: Gona tamborileaba con sus dedos en la mesa esperando porque Clara no fuese y lo encontrara en medio de aquello.

«"Debí haber aceptado el seguro para mi habitación..."» pensó.

Se volvió a acomodar frente al monitor, hasta que parecía que la llamada comenzaba a conectar. Mostró a una Sara enojada, como esperando una disculpa y estaba con los brazos cerrados.

—¡Sara, antes de que digas algo, perdón! No sé lo que está sucediendo, Luh no quiere verme ni hablarme, tú me dijiste de una imagen... –Gona trataba de contar todo rápidamente antes de que algo los interrumpiera, lucía desesperado.
—¿No tienes idea? –Sara alzó una ceja, se veía real.
—No, estoy muy confundido...
—¿Hay una chica pelirroja contigo?
—Yo, eh... –Gona veía de dónde comenzaba a tocar el tema, pero no podía encontrar el hueco y comenzó a hablar raro combinando palabras y demás.
—Gona, primero tranquilo. A ver, desde el inicio...

Unos toques a la puerta de Gona hicieron que los dos se callaran para escuchar.

—¿Gona?... ¿Por qué te encerraste? –preguntó Clara desde el otro lado de la puerta.
—Eh, es que estaba organizando algo... –Gona lucía asustado por aquel llamado, algo que le llamó la atención a Sara.
—Mejor deja la puerta abierta.
—Se cerró sola.
—Gona, abre la puerta... –parecía un tono más amenazador.
—Eh, sí, ahora voy... –Gona devolvió la vista a la cámara–. Sara... El otro día-

Gona fue interrumpido pues la puerta se abrió repentinamente. Miró y estaba Clara, sonriendo.
Sin más, buscó el ratón y apagó la llamada. Sara se asustó, estaba preocupada por Gona.

—¿Con quién hablabas? –preguntó, acercándose.
—Estaba viendo... Haciendo limpieza de contactos, sabes, algunos que no necesitas y están viejos...

Clara lo miró y se fue, tranquila.

—Está bien, haz lo que tengas que hacer. –sacudió una mano sin darle importancia y se marchó, Gona suspiró sintiéndolo cerca.

Ya no podía soportar aquella tensión, sus dos mejores amigos y uno es su pareja estaban enojados con él y él no sabe absolutamente nada. Le ponía de los nervios. Buscó entre el fondo de sus cosas y encontró un viejo cigarrillo que había dejado para una ocasión.
Fue a la cocina y lo encendió, abrió la ventana de la misma y comenzó a fumar.
Le había parecido extraño que Clara no anduviera por ahí, pero mejor no llamarla...

( . . . )

Sara comenzó a sospechar sobre lo que pasaba detrás de esa imagen, y el que Gona estuviera tan... Asustadizo. Luh obviamente no le había hablado sobre de que había visto a aquella mujer en la llamada, y era claro por qué... Pero quizá le hubiera dicho, y lo que vio.

¿Qué era eso que Gona le quería decir?... No lo sabía y le dejaba un gran hueco en su rompecabeza. Se había quedado unos minutos en su silla tratando de pensar el por qué de todo eso.
Contactó a Luh, pues decidió hacer una pequeña visita.

—Veré si está mintiendo, o... Bueno, ya sabes. –concluyó Sara.
—Está bien... –aceptó casi de inmediato Luh, tratando de buscar motivación con eso.
—No estés triste Luh, de seguro es un malentendido, o como dices: una broma de mal gusto.
—Puede ser... –dijo modesto.

( . . . )

Gona llegaba del trabajo, pasando ya por mucho la media noche, sus párpados se le caían del cansancio,  apenas y podía cargar con él mismo.
Cuando llegó, lo primero que hizo fue acostarse en el sillón boca abajo y comenzar a roncar. Clara, al escucharlo, fue inmediatamente pero lo vio completamente dormido en un casi sueño profundo en el sofá.

Le llevó una cobija, le quitó una parte de su ropa sin sobrepasarse pues entendió que esa no era la manera de acercarse a Gona, le llevó algo cómodo y le dejó dormir.

—Buenas noches... –Sara sonrió al ver a Gona dormido, caminó y fue a la habitación del mayor. Se había encargado de atender a los padres de Gona y se acostó a descansar.

Sara debía hacer algo al respecto, algo no la dejaba en paz... Era la necesidad de moverse por algo, o por alguien. Eso sentía. Debía mover montañas, ¿por qué? Lo debía hacer, tenía la necesidad de hacerlo. Lo pensaba y quería hacerlo. Eran sus amigos. Por eso.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora