capítulo 58

47 3 2
                                    

Respuesta

Sin embargo, también se le vino a la mente Clara. El cómo vino lo bueno de su relación: también lo malo vino, fue como apuñalamiento en su espalda. Cómo si se hubiera tragado sus palabras, se hubiera lastimado la garganta: se hubiera desgarrado completamente todo su interior, estuviera sangrando y se estuviera ahogando con su sangre. Así. En pocas palabras: lo lastimaba.

La respuesta estaba inundando la boca de Luh, miró al techo y miró al que estaba esperando su respuesta ansioso. Ya no pudo contener el gran mar que se le estaba formando en sus ojos y lo soltó, sus manos de inmediato fueron a tratar de reparar la fuga, sin embargo, sólo taparon a la que diría la respuesta. La tan esperada respuesta.
Seguía sin poder contenerse, trataba de respirar, poniendo nervioso a Gona. Tal vez era mucha presión, tal vez lo estoy presionando demasiado pensó Gona.

Luh miró a Sara, tratando de buscar ayuda. Sin embargo, ésta no sabía por qué estaba tan asustado y presionado por decir algo. Por lo que se quedó en su lugar, paralizada, siendo aplastada por la mirada desconsolada de Luh. Éste, retrocedió unos pequeños pasos, regresando la mirada al menor.

-No... lo siento...

Salió corriendo. Dejando un rastro de duda, de tristeza, confusión y de todas las emociones negativas que pudieron inundar el corazón de Gona en ese instante. Una punzada al estómago y pecho le dieron fuertemente al comprender y procesar la respuesta. Se arrodilló al suelo, y miró cómo se retiraba corriendo aquél que seguía amando con todo su ser.
Una oleada de nudos hechos de prepotencia ahogó completamente su garganta, quería llorar, quería gritar: pero no salió nada de él. Parecía traumado, no parecía querer reaccionar. Sentado en el suelo, no se movió: Sara, pudiendo reaccionar, corrió a ver a dónde había ido Luh, pero no vió rastro de él y decidió regresar con Gona. Qué seguía en el suelo a punto de explotar.
Se sentó junto a él. Viendo su indiferencia. Sara se confundió.

-¿G-Gona? ¿Éstas bien? -preguntó temerosa, tocando sus manos que estaban apoyadas en sus muslos.
-¿Bien? Ja... Estoy perfecto. -comentó con la misma seriedad.
-¿Seguro?...

Gona comenzó a reír, luego a carcajadas. Pero así como había llegado la risa: llegó el llanto sin parar. Prepotencia, desolación, tristeza, miedo, ansiedad, ira, asco... todo se le había venido encima como una avalancha de pesada, fría y asfixiante nieve. Le quemaba la cabeza. Sentía cómo su pecho se hundía hacia su corazón. Nada de su cuerpo respondía. Su llanto era tan grande, que no cabía en su cuerpo mortal.
Sintió una presión en sus hombros, Sara estaba abrazándolo.

-Déjalo salir.

Gona poco a poco dejó salir las lágrimas, sin reaccionar al abrazo: sin embargo, en su mente, estaba tratando de salir de aquél parálisis. Hasta que, dejando salir unas pocas lágrimas: salió todo. Un grito tan doloroso que le dieron escalofríos a Sara al escucharlo lastimarse así, su hombro comenzaba a llenarse de lo que no hubiera querido ver: lágrimas, ríos y mares de lágrimas caían a su hombro ya humedecido. Gona se aferró a su amiga y continuó. Clara no pudo moverse al ver aquella tan desgarradora escena, no creería ver a Gonzalo en se estado. Su tristeza la invadió y comenzó a derramar algunas lágrimas de compasión por él.

Mucho tiempo después, cerraron el lugar, y se fueron con seriedad. Sin decir nada de lo ocurrido. Mientras Gona seguía lamentándose, se escuchaba su llanto en silencio y sus maldiciones en voz baja.
Se fueron, tomando cualquier taxi que pasara por el lugar.

Mientras Luh observaba desde una esquina obscura. Tapando su boca tratando de no hacer ruido con su propio lloriqueo.

Esa noche. Qué se supondría que tendría qué ser una fiesta divertida, ambientada de lugares oscuros iluminados por fugaces luces de animados colores, personas bailando al centro de la pista, otras más bebiendo en la barra y música fuerte y alto para olvidar penas de tu vida o del día.
Sin embargo, a los dos les había caído tan fuerte: dándoles fuertes dolores de pecho al sólo recordar en el otro.

Gona poco a poco comprendía, pero no aceptaba, que Luh no estaba listo para asumir un compromiso tan grande como seria volver a intentarlo, y menos cuando había sufrido tanto por tanto tiempo sin saber la verdad. En eso se culpó. Mientras que Luh, no quería volver a pasar por algo tan doloroso como ver a su amor en brazos de alguien más. No sabía si podría manejarlo de nuevo. No quería hacerlo.

No estaba listo para algo de nuevo. Era muy difícil pensar que sería tan fácil regresar y como si nada hubiera pasado: una cena y todos sus problemas se resolvieran tras una pequeña charla y sus emociones mutuas al descubierto.

Por desgracia, la vida no es como las novelas.

Gona, junto con las otras dos mujeres que lo acompañaban: iban en silencio de camino al hotel. Sin mencionar absolutamente nada. Al llegar, cómo habían llegado: se habían acostado a dormir. Pero nadie había podido pegar ojo en bastante tiempo en la noche, sólo recostaron su cabeza esperando a que el sueño actuara.

Luh había llegado a su casa mucho más tarde de lo que debería haber hecho. Pero decidió caminar entre las calles solitarias de su ciudad. Todo tan desolado que le recordó cuando pensaba que estaba solo, pero Gona le había negado tal sentimiento en todo momento. Siempre había estado para él: sin embargo, le había roto toda esperanza con él. Se sentía mal respecto a eso, pero… simplemente no tenía la confianza en ese momento para algo nuevamente.
Sin embargo, lo seguía queriendo con locura. Lo seguía atesorando como sus mejores recuerdos en su cabeza, en su pasado y en su corazón. Qué ahora estaba frío.
El silencio entre calles le hacía tranquilizarse, sólo escuchaba los postes de luz, los animales nocturnos y uno que otro ruido que rondaba por ahí.

De camino a su hogar, iba mirando sus zapatos, ¿había gastado para hacer ésto? Pensó y liberó una sonrisa tonta. El suelo debajo de sus pies: ahora que lo pensaba, nunca lo había visto tan… cerca. Tan significativo para él. Todo ahora tenía un pensamientos profundo, todo era tan relativo, tan insignificante y tan enorme al mismo tiempo.
¿Se estaba dejando llevar por lo que había sucedido? Tal vez.

Él había querido decir que sí, pero la confianza le hizo dudar: le hizo decir un rotundo "No". La experiencia le decía que era arriesgado, pero su corazón y sus recuerdos lo seguían amando.
Se había lastimado más cuando se quedó a observar cómo se iban de aquél salón, que probablemente lo rentó sólo para esa ocasión. ¿Gastó tanto para proponerme algo así? Pensó Luh. Ahora le estaba doliendo más.

Ya no quería volver a recordarlo. ¿Era tan difícil dejar de sufrir? Pensaban todos.

Aparentemente sí.

¿Qué sucedería con aquellos dos?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 26, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora