capítulo 30

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Se iban acumulando las latas, y los envases de cerveza en la bolsa negra a un lado del sillón. Mientras, los dos que se iban acabando este líquido, que por algunos es llamado: "elixir de dioses", ya estaban llegando a un estado crítico.
Apenas y podían hablar, pues su estado de ebriedad estaba superando su intelecto, sus palabras tampoco no iban cargadas de conocimiento o eran completamente enriquecedoras, pero se entendían...

—¿No te parece que la de *hip* recursos humanos es... tonta? –gona contemplaba una botella en su mano de cerca.
—La cerveza Victoria está fuerte... Los mexicanos suelen tomar esto, qué demonios. –tomó un gran sorbo de la botella.
—O-Oye..., eres pana del alma, y eso no se lo digo a cualquiera. –Gona abrazó a Mark por el cuello.
—Deberíamos besarnos para romper la tensión. –habló el otro, cerca del rostro de Gona.

Gona obedeció y dio un beso a Mark, Mark se asustó y alejó de un empujón a Gona.

—¡Maldición!, ¿¡qué rayos te sucede!? –dijo mientras se limpiaba los labios con la manga.
—Dijiste que nos besáramos, y te besééé~ –Gona cayó en el sillón, dejando caer la cerveza.
—Para ser un hombre gordo besas bien.
—No estoy gordo, voy al gimnasio y estoy relleno de amor... Es lo que hay. ¿Y qué me dices de ti?, ve esa pansa... Puah.
—No es pansa... Son... Bíceps. –dijo apenas sabiendo de lo que hablaban.

Los dos cayeron en sillones diferentes. Estaban dormidos en la sala.
Unos pasos comenzaron a sonar de la escalera, bajaron de ellas Clara en bata mientras miraba aquella escena: sólo sonrió divertida y se quedó mirando eso unos minutos.
El teléfono de Gona sonó, era Luh pues estaba en su hogar pensando en él: y no, no con la mano. Le mandó unos mensajes diciendo que lo extrañaba.

Ella con curiosidad, tomó el teléfono y miró a Gona: abrió el chat y miró sorprendida las palabras: además de el apodo en la pantalla.

Clara bajó por su esposo, lo despertó y lo llevó casi cargando arriba, Gona quedó en el mismo lugar. Comenzó a dormir con pasión: roncando.

La mujer sólo apagó las luces y le entregó una sábana a Gona, cubriéndolo lo más posible y se retiró a su cama.

( . . . )

Con dificultad, Gona comenzó abrir los ojos y los rayos solares ya le entraban penetrantes a su sistema. Su cabeza dolía, le dolía un poco el estómago, tenía muchísima sed y se sentía débil.
Una voz lo llamaba, pero por un incesante pitido no lograba distinguir quién era.

—... desayunar? –bajó Clara, y preguntó.
—¿Mande?, perdón. No pude escucharla. –se disculpó y acarició un poco su cabeza.
—Preguntaba que, ¿quieres desayunar? –dijo ella de nuevo.
—Ah, no, ya sería mucha molestia. Mejor me voy.
—No, no para nada. Hoy hay Hot Cakes, ¿en serio no gustas?
—Bueno...
—Vamos.

Gona acompañó a Clara a la cocina, él se mantuvo en la desayunadera mientras ella preparaba los Hot Cakes. Regresó a la sala por su teléfono, y sin saberlo se había tomado más tiempo mirando el teléfono.
Viendo vídeos, revisando el twitter, facebook e instagram. Hasta que una nueva notificación apareció;

Nuevo mensaje de MiLuh<3^^:
"¿Me dejas en visto?... ¿Pasó algo?"

Gona se extrañó y entró a la conversación, viendo que había enviado un mensaje antes pero que supuestamente se había leído ya. La voz de Clara interrumpió su contestación.

—¡Ya están! –gritó desde la cocina.
—¡Voy, muchas gracias! –Gona dejó el teléfono de lado y fue a la cocina.

Se encontró de frente a Clara, que iba llevando los platos con Hot Cakes. Gona le ayudó a preparar la mesa, era lo menos que podía hacer él.
Cuando se acomodaron, y antes de dar un mordisco, Gona recordó.

—¿Mark fue a trabajar? –bajó sus herramientas.
—¿Eh?, ¡ah, no! –rió un poco– es solamente que tarda un poco más para levantarse... Y muchas veces se levanta de malas. –Clara comió un pedazo.
—No lo entiendo, con este pedazo de comida... ¡Quién se levantaría de malas! –Gona metió un gran pedazo de comida en su boca y saboreó– ¡Wow!, sabe realmente bien.
—Muchas gracias. –sonrió Clara.
—Por cierto, ¿no tendrás algo para la...?

Unos pasos pesados bajaron poco a poco por las escaleras, los dos voltearon a ver atrás. Mirando la postura  encorvada de Mark, con su cara con ojeras (aunque Gona no entendía el cómo se le podían formar tan rápido) y su gesto enojado.

—Buenos... Días. –saludó Gona, viendo a Mark.
—Buenos días, querido. –saludó con su mejor gesto Clara.
—¿Qué tienen de buenos?, ya está el desayuno, imagino. –Mark se sentó directamente a un lado de Gona.

Gona miraba con curiosidad a Mark, realmente se había convertido de una persona demasiado alegre y extrovertida a esa cosa parecida a una persona.

«"¿Realmente es el mismo Mark?"» masticaba un pedazo de comida Gona mientras seguía con la mirada cada acción de Mark.

—Sí, amor. Hoy cociné Hot Cakes, ¿cuántos quieres?
—Cinco. –contestó seco, mientras se cubría la mirada.
—Eh, ¿cómo te lo pasaste ayer? –preguntó Clara, tratando de entablar conversación
—Bien... Supongo, ¿por qué no te uniste? –dijo un poco enojado.
—Es que... Sabes que esas cosas no son para mi, cariño. –se excusó Clara.
—¡Ah, pero las otras noches con Tony andabas hablando tan cómoda con él y bebiendo a un lado suyo!, ¿cierto? –Mark se levantó y golpeó la mesa. Clara cerró los ojos esperando cualquier cosa.

Gona con el gesto fruncido, se preocupó. Decidió no intervenir para ver hasta dónde podía llegar todo eso.

—¡Eres una perra, zorra ofrecida! –gritó con enojo, dando golpes a la mesa Mark.

Clara se mantuvo quieta sin decir nada, y esto preocupó aún más a Gona: pues en su mente y hacia sus adentros él gritaba: “¿Qué haces?, ¡defiendete!”

Mark rodeó la mesa y se colocó a un lado de Clara, la miró furioso. Respiró pesadamente y levantó una mano, Gona no creía lo que estaría por ver, abrió sus ojos completamente.

—¡Mereces un castigo! –la mano comenzó a bajar hacia Clara.

Gona no podía permitir que eso pasase, no debía ocurrir... Nada de eso, nunca. Por lo que, en un movimiento rápido y con precaución se colocó entre Clara y Mark, impidiendo que Mark hiciera cualquier cosa.

—¡No bromees!, ¡eres un jodido psicópata, para ya! –gritò Gona mientras sostenía el brazo de Mark.
—Hazte un lado, esto no es de tu incumbencia. Desaparece.
—Claro que lo es, si lo estoy viendo: puedo pararlo.
—Puto raro.
—El puto raro eres tú, ¡por qué demonios le pegarías a esta dama! Ella no te ha hecho nada.
—Ser una ofrecida, eso me ha hecho.
—Entonces creo que ella debería pegarte a ti.
—¿Eh?...
—Ella no tiene la culpa de que seas un puto celoso, doble cara y que no la valora.
—Estás de broma, ¿cierto?
—No. No bromeo. Clara, vamos, regresarás hasta que se vuelva mejor aquí... –Gona ayudó a levantarse e irse a Clara. Tomó un poco de ropa y se fueron, Clara se fue en el asiento de copiloto. Estaba apenada.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora