capítulo 17

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—Lo siento... –Gona se escondió entre sus hombros.
—No. Basta, respetate. Por favor, ya no hables con él... Si lo ves, corre. –Sara tomó de una mano al hombro de Gona.

Gona apretó sus labios entendiendo la preocupación de sus amigos y asintió, haciendo suspirar aliviados a estos dos.

—Pero... ¿Y Luh?, ¿dónde está él ahora? –preguntó Gona tras una pausa larga.
—Eh... No lo sé, deberá estar en la misma plaza o... En el parque. –mencionó Exo.
—Supongo que es lo más probable. –agregó Sara.

Todos se miraron e instintivamente caminaron a la salida, casi sin mencionar nada. Pero Gona los detuvo en la recepción del hotel.

—Un momento, ¿qué se supone que haremos si lo vemos? ¿Enfrentarlo?
—Pues sí, no hay de otra. Es mejor hablarlo que quedarnos con estas dudas, Gona. –dijo Exo y continuó caminando.

Buscaron por el parque, pero él no estaba ahí, por lo que fueron caminando hasta la otra plaza.
Mientras caminaban, iban recordando los lugares a los que fueron y sus anécdotas. Todas divertidas.

Llegaron a la plaza y miraron que Luh estaba parado, con lo que pareciera ser un teléfono: hablando.
Nadie podía ver lo que estaba diciendo pues estaba de espalda.
De un momento a otro, guardó el teléfono y caminó directo al otro lado de la plaza. Los tres que miraban a Luh se quedaron quietos, ninguno tuvo las agallas para acercarse decir un: "Oye Luh" si quiera.

Se sintieron decepcionados, fue una pérdida total de tiempo. Pero Luh no tenía un lugar a dónde ir, ¿a dónde se supone que estaba yendo?

—No sé qué hacer ahora... –Gona dijo en tono queda.
—Un momento. Exo... ¿Tienes tu celular?
—Ehm, pues claro. Creo.
—Dámelo. –Sara extendió sus manos.

Exo obedeció y se lo entregó, buscó entre los contactos y llamó.

—No me digas que vas a llamar a Luh. –dijo Exo un poco emocionado y preocupado.
—¿Qué más iba a hacer, gilipichis? ¿Llamarle a tu madre? No seas tonto.

Esperaron un rato mientras sonaba el teléfono, esperando a que Luh cogiera la llamada.

Unos varios tonos después...

—¿Hola?, ¿Exo, qué quieres? –Luh contestó al otro lado como: impaciente.
—Soy Sara.
—Ah, ¿Gona está con ustedes?
—No.
—Bueno... ¿Para qué llamaste? –sonó más tranquilo.
—Sólo quería saber... ¿Cómo les fue en su cita?, Gona llegó y se encerró, no quiere decirnos nada. –Sara guiñó un ojo.
—Oh, no lo sé... Simplemente se fue. A veces es muy molesto.

Gona escuchó esto y se sintió terrible, Sara y Exo se miraron entristecidos.

—Só-Sólo dijo que fue tu culpa, ¿sabes algo? –trató de continuar Sara.
—Quizá no le gustó la cena que le preparé.

Todos se sintieron ofendidos, pues todo lo que estaba diciendo era mentira, o al menos de eso seguro Gona.

—Oh... Pues, ¿me puedes contar más?
—Lo siento, no. ¿Dónde están?
—En... El hotel, ¿por qué?
—No suena a que estén ahí. –dijo Luh seguro y serio.
—Ah no, no. Son unos vídeos que está poniendo Exo. ¿A qué parecen de verdad?
—Sí.
—Vamos, ¿qué más hiciste con Gona?
—Le compré regalos, comida rápida, le dediqué mi amor... –se estaba derrumbando a cada cosa que decía–. Lo rechazó todo.

Sara y Exo miraron a Gona, pensando que todo eso que estaba diciendo era verdad. Gona se asombró por la excelente actuación de Luh.

Por lo que Sara silenció un momento la llamada y habló con Gona.

—¿Cómo que rechazaste todo?... –preguntó Exo, parecía estafado.
—Creeme, nunca hizo todo de lo que está hablando. Él es muy buen actor, ahora.–Gona se sintió acorralado.
—¿Cómo sabemos que tú no estás mintiendo y él es el lastimado? –Sara se acercó más a Gona.
—No, saben que nunca les mentiría...
—Lo hiciste con lo de hace rato –Sara se estaba poniendo más amenazante–. Querías ocultarlo
—Tus lágrimas se veían reales, tus sentimientos... Gona. –completó Exo.

Exo lo miró con desconfianza, mientras Sara mantenía su vista fija y penetrante. Gona no sabía qué hacer para hacer que le creyeran.

—Gona... –se escuchó de la llamada, era Luh.

Sara miró al teléfono, y no había presionado bien el botón de silenciar, por lo que se asustó y miró a los demás.

—Escuchaste todo, ¿no es verdad? –habló Sara.
—Sí. Efectivamente, escuché todo. Qué escondiste Gon... –la llamada se había cortado.

Todos se alarmaron, comenzaron a discutir mientras veían el teléfono. Dejaron de gritar cuando les comenzó a doler la garganta y se calmaron un poco.

—¡Llama de nuevo y veamos quién miente! –dijo Exo cansado.
—Con preguntarle a alguien no lo sabemos, necesitamos ver las cosas que beneficiaría a cada uno mintiendo. –propuso Sara.

Gona dejó de intentarlo, pues él sabía que decía la verdad, se giró y comenzó a irse al hotel nuevamente.

—¡Eh! ¿A dónde vas? –gritó Sara.
—Al hotel. –contesó el castaño neutral.

Caminaron detrás de él hablando de las posibilidades. Gona para no escuchar cómo hablaban de él, comenzó a ir más rápido, dejándolos más atrás.
En una esquina, un auto se detuvo frente a Gona. El vidrio bajó un poco dejando ver a André.

—Ey, ¿quieres ir a pasear un rato? –dijo confiado.
—No, gracias. Estoy con unos amigos.
—¿Son imaginarios? –miró detrás de Gona, no viendo a nadie más.
—No no. Es que me estaban molestando y caminé más.
—Ah... ¿Entonces es un no?
—Exacto.
—¿Quizás después? –dijo esperanzado André.
—Pues... Ya casi se acaban los días de mi estancia en este lugar.

André se quedó boquiabierto, confundido.

—¿No vives aquí? –preguntó.
—¿Qué?, no. ¿No se nota mi falta de conocimiento del  lenguaje de aquí?
—Pues... Nunca te he visto intentar hablarlo.
—Cierto. –André sonrió a Gona.

Se escucharon unos gritos alertando a Gona, se giró y vio a Sara y Exo corriendo al lugar.

—¡Ah!, son mis amigos. –dijo Gona girando.
—¿¡No recuerdas lo que te hemos advertido?! –dijeron los dos.
—Eh... ¿Sobre qué? –realmente el castaño no lo recordaba.
—Sobre... –Sara se aclaró la garganta y señaló a André en el auto.
—No tienes qué disimular tanto. –sarcasticó André.
—Ah, es cierto. Sobre el hijo de puta que está en el auto. –dijo Sara, colocando sus puños cerrados en su cintura.
—Pues, ya no me ha hecho nada. –miró Gona a André.
—¡Tiene varias denuncias de secuestro y acoso sexual!, ¿no te parece suficiente para alejarte?
—Eh... Pues la mayoría ya se han resuelto, amor. –habló André.
—Eso no quita los antecedentes. –dijo Exo.
—Bueno. Da igual, nos vemos después, papi. –André guiñó un ojo a Gona y se fue en su auto.

Sara se quedó asqueada, Exo enfadado y Gona neutral mirando cómo se alejaba el mustang negro.

—¿Te ha dicho "papi"? –comentó Sara.
—Supongo... –Gona subió los hombros, incomodado por aquello.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora