capítulo 41

29 3 0
                                    

Luh estaba en su cama, viendo hacia arriba, el sol ya estaba fuera de su ventana... No le importaba que sus ojos quisieran un descanso, él no podía dormir... Algo se lo impedía.
Sus juegos ahora le parecían sin sentido, no les interesaba demasiado. No tenía hambre en absoluto.

Al caminar de un cuarto a otro, arrastraba los pies con pereza, apenas moviendo los brazos. Sus ojos se cerraban lentamente para parpadear, llevaba a casi todos lados una botella o una lata de cerveza.
Además de llevar el recuerdo de foto que le iba a dar a Gona en el bolsillo.

Había faltado al trabajo, no le interesaba asistir. Quería distraerse un rato para no pensar en Gona y superarlo, pero eso lo hacia recordarlo más... En algunas veces, sin saberlo, comenzaba a llorar y a reír después. Él mismo estaba confundido, pero... Seguía siendo confuso, estaba comenzando a creer que estuviera a un paso de perder la cordura. Aunque ese pensamiento sólo estaba exagerado.
Sus pensamientos sólo decían una cosa por toda su cabeza: "Gona" él sabía que debía olvidarlo... Pero no podía. Le era muy, pero muy difícil.

—Hoy desperté con ganas de besarte... –comenzaba a hablar a máximo volumen, casi gritando, pero luego susurrando apenas escuchándose–... Tengo una sed de acariciarte, enredarme en ti y no soltarte... Eres tan embriagante, eres tú...
»Eres tú... Quiero contemplarte sin contar el tiempo, dibujarte con mis puros recuerdos. En mi mente marcarme tus labios, tus besos... Estás dentro de mi mente...
»Eres tú. Me encanta verte, tenerte, abrazarte... Cuando estoy a un lado de ti, todo lo bueno de mi florece, eres tú, es imán de una preciosa energía... Es tu alma que envía señales a mi cuerpo... Porque estés dándome ese aroma de ti, que me invita al acecho.
»Tenemos planes diferentes, pero tu siempre en mi mente pues mis venas tan sutilmente disfrutan tanto quererte...

Comenzó a llorar desconsoladamente.

«"No debí confiar en que se mantendría fiel fuera de mi vista..."» le pareció estúpido, pues finalmente Gona era el que estaba luchando por aquello no podía ser imaginación: y ahora... ¿Infiel? Gona no haría eso. No al menos el que conoce él.

Fue con su hermana para disfrutar un rato en ese día que no fue al trabajo. Luh, sin más, le habló sobre lo que estaba sucediendo: pues Lah había notado los ojos llorosos, su vista sin expresión y la falta de emoción en él.
Lah sabía el daño emocional que tenía encima, su silencio aplastante lo delataba con claridad: sus gestos y acciones al hablar del tema. Por lo que ella, sabía que era estupidez luchar por una relación tan fuertemente y finalmente lanzarla por la borda.
Lah regresó junto con Luh a su hogar, contactaron a sus amigos para buscarle ayuda a su hermano.

Conectaron a Exo y a Sara en la misma llamada.

—Hola, Luh –saludó Sara.
—Hola, tonto. –dijo Exo.
—No creo que sea el momento, Morsa... –dijo cabizbaja Sara viendo a Lah mientras trataba de que Luh mirara a la pantalla.
—¿Podemos hacer algo? –preguntó Exo, sonaba un poco desinteresado: pero realmente quería hacer algo pues no quería ver así a su amigo.
—Quería preguntar... Sobre su, su pareja: Gonzalo –preguntó Lah, mientras tenía una mano sobre su hombro.
—¿Qué pasó? –Exo no sabía qué estaba sucediendo.
—Es Gona, le ha mandado una foto de él, donde... Estaba en la cama con una pelirroja. –Sara informó a su amigo.
—¿QUÉÉÉ? –se agitó – ¿Gona?
—Y Luh fue el primero en verla.
—Vaya putada... Se va a enterar. Pero, ¿por qué haría eso? –preguntó Exo.
—Algunas personas... Son diferentes a lo que realmente piensas, creo que... Sucedió lo mismo con su amigo. –dijo Lah, seguía decepcionada de aquel tipo, la primera vez que lo vio: lo vio un poco tonto, inocente e incapaz de hacerle algo a su hernanito.
—¡Eh, que no es así!, lo conocemos. Sería el último que le haría algo a Luh.
—¿Entonces por qué lo hizo? –se exaltó Lah, discutiendo con Sara.
—¡Debe ser una broma, de muy mal gusto!
—¡Nadie haría una broma de ese tipo, nadie seria capaz!...

Luh escuchaba la disputa entre las dos mujeres, tratando de inculpar o defender a Gona, mientras se estaba enojando aún más de seguir escuchando sus gritos. Exo trataba de calmarlas, pero no lo escuchaban.
Luh levantó la vista y todos callaron antes su gesto serio.

—¡Cállense!, ya no quiero escuchar su nombre...
—Luh, tratamos de llegar al fondo de esto.
—Verás: el otro día pude ver algo que no me agradó para nada. Lo grabé por si es que algo sucedía. –Luh movió algo en su PC, puso para que los otros dos pusieran ver la pantalla y dio Play al vídeo.

Se veía a Gona y a Luh en la pantalla, en medio de una videollamada, Luh estaba en el mismo estado: completamente serio, con algunas ojeras emergentes, sus ojos un poco rojizos y mirada sin expresión.

<<—¡Hola, Lurl!, ¿sucede algo? –pronunció borrando su sonrisa al ver a Luh.
—Pues... Yo...
—Puedes decirme, mi Lurl. –Luh bajó la mirada un poco.
—Es que, me sucedió algo... Ayer en la noche...

De pronto, Luh calló al ver que Gona giró a ver a otro lugar con la boca abierta.

—¿Gona?... –preguntó Luh.
—¿Quién es, Gona? –preguntó una voz femenina.
—Ah, se trata de Luh... –Gona se apartó un poco de la cámara.
—Oh... –apareció la mujer pelirroja y se sentó en las piernas del menor, abrazándolo por el cuello.

Luh se quedó paralizado.

—¡C-Clara! –Gona estaba avergonzado, tratando de apartar el rostro pues quedó frente a frente de la mujer.

Clara comenzó a darle besos por su rostro y cuello haciendo reír y avergonzando más a Gona. Mientras Luh estaba callado mirando todo.

—Luh... –Gona miró a la pantalla.
—Gracias por confirmar. –Luh colgó, la cámara del mayor seguía grabando y se vio cómo se agachaba y comenzaba a llorar. >>

Luh se avergonzó de que los otros vieran eso, por lo que cortó el vídeo (quedando unos minutos más) y dejó de verse el escritorio de Luh.
Los otros callaron, avergonzados. Mientras veían qué hacer.

—¿Por qué no dijiste algo?
—Dentro de mí, quería ocultar aquello, para así... tener esperanza de que todo... fuera falso.

Nadie mencionó nada, nadie quería interrumpir el llanto se Luh, se sentían mal no poder hacer algo. Aunque quisieran. Pero seguían esperando a que sucediera algo manteniendo la llamada.

—No te preocupes, Luh. Haremos lo posible para que te mejores. No sé qué haremos, pero... Nos tienes aquí. –dijo decidida Sara.
—Estoy de acuerdo –confirmó Exo.
—Igual yo, estoy aquí para ti. –ofreció Lah.
—Gracias... –Luh limpió su rostro y trató de poner su mejor sonrisa.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora