capítulo 55

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¿Cómo no lo noté antes? Pensó Luh seriamente, sus ojos se habían abierto para dejar pasar luz y así asimilar lo que estaba viendo.

—…Luh, éste es… Gona… como ya sabrás.

Los dos se contemplaron unos segundos. El ambiente, de repente a uno soleado y feliz: se había convertido en millones de kilogramos de plomo en el aire. Ninguno movía ningún músculo, de repente, Gona se aclaró la garganta miró a Sara y regresó sus ojos a Luh.

—Hola, Luh…

El nombrado, aún sin poder creerlo: se mantuvo callado, con los ojos fijamente en los del otro. Clavándole una mirada que, si tuviera el poder, te mataría cinco veces antes de que lo sintieras.
Como si se hubiera reiniciado, parpadeó un par de veces, miró a Sara y nuevamente a Gona.

—¿Conoces mi nombre?, Wow, un gusto ¿cúal es tu nombre? –Luh extendió su mano, cortésmente.
—Luh, ya nos conocíamos. Vamos… no me hagas ésto.
—Joder… –Luh comenzó a reír, agachando la cabeza y evitando que los otros lo miraran–. ¡Sara!, Ésto es… ésto…
—¿Luh? –Sara se agachó tratando de mirarle la cara.
—…ésto es… es lo que quería evitar, Sara. ¡Y me lo has traído justamente aquí! Vaya. –comenzaba a reír, pero con lágrimas saliendo de sus ojos aparentemente felices.
—¿Te sientes bien?
—¡Cómo no sentirme mejor! –sus mejillas se comenzaban a teñir de rosa.
—Luh, perdóname. –comentó Gona, tratando de hacerlo mejorar.
—No me digas eso. –de repente se colocó serio.
—Luh, déjanos… sólo déjanos…
—No, no escucharé ninguna de sus mentiras. Mucho menos las tuyas. –apuntó a Gona.

Después de un rato de emociones conflictivas, totalmente revueltas dentro de la mente confundida de Luh: logró tranquilizarse.
Se colocaron a hablar en la banca de a un lado justo de los helados. El mayor evitaba cualquier tipo de contacto con el pelinegro.
Hasta que Sara se colocó hasta el extremo, haciendo que Gona quedara entre los dos.

—Necesitamos hablar. –comentó Sara.
—¡No, tía, no lo haré! Simplemente no lo haré.
—Tan siquiera… Luh, escucha mis palabras. ¿Estás escuchando?

El nombrado asintió solamente.

—Bueno… con eso basta. Verás, Luh, todo fue un gran malentendido. Revuelto entre una mentira bien elaborada. Todo lo comenzó Clara, que la ayudé de su marido, pues abusaba de ella. Ella… se enamoró de mí, y le causaba celos el que yo estuviera hablando contigo. La foto, pues… ella simplemente aprovechó cuando yo estaba dormido, tomó una oportunidad que se podía malinterpretar y se las envió a todos ustedes. Haciéndome quedar mal. El tiempo que no te pude contactar: era porque estaba reuniendo el tiempo y dinero para venir, Luh.
»Tú eres mi todo, Luh. No había día que no pensara en ti, y si estuve soportando a Clara era porque eso hubieras querido tú: sino se hubiera interpuesto entre nosotros. Te amo, Luh. Dame la oportunidad de solamente… quedar como si no hubiera sucedido nada. Por favor…

Tras unos segundos frunciendo el entrecejo, mirando al suelo y al lado opuesto de su ex: se levantó de la banca, miró hacia el parque.
Tal vez pensando, tal vez admirando a los demás, el paisaje o su tiempo: giró sus ojos a su ex pareja.
Ahora tenía una radiante sonrisa.

—¿Vamos al arcade? –comentó como el Luh de siempre.

Haciendo sacar una sonrisa a los demás.

—¡Vamos!

Se pasaron un gran tiempo en el arcade, sin importar que los demás los miraran. Estaban disfrutando de nuevo los tres, sólo faltando Exo para mejorarlo. No paraban de reír, pues se la estaban pasando muy bien esas pocas horas que la pasaron ahí.
Hasta que un sonido extraño que no provenía de ninguna de las máquinas, sonó: llamando la atención de los tres. El sonido provenía del bolsillo de Luh, tomó su móvil y miró la hora.

—¡Oh, joder! Tengo qué trabajar, pero mañana nos veremos, ¿cierto?
—Tenlo asegurado, my friend.

Esa palabra, aunque vieja: le causaba emociones extrañas a Gona en su interior, el volver a hablarle a su amado de esa forma; cómo "amigo" pues le daba fuertes punzadas de dolor en el pecho. Era como volver en el tiempo y hacer como si nada, absolutamente nada, hubiera sucedido entre ellos dos: Gona había sugerido eso, pero le dolía, le seguía doliendo. Pero eso era un pequeño paso, del gran salto que estaría por dar.
Se despidieron del mayor, saliendo del arcade. Y regresando al cuarto del hotel, aprovechando Sara para comentarle que acompañarían a Luh mañana para poder arreglar su monitor pues realizaba unos movimientos e imágenes raras ocasionalmente. Así que Gona preguntó el por qué no lo había mandado a arreglar antes.

—Pues, es que no había encontrado a nadie más que lo arreglara. Le decían que no tenía nada de raro, pues: en resumen no sabían qué era lo que tenía.
»Hasta que le mencioné que encontrara a alguien por internet, que era más fácil. Y ahí accedió, poniendo cita para mañana.
—Ya veo.

Entraron al cuarto, sólo comiendo, cenando y yéndose a dormir. Contándole un poco a Clara: sin darle detalles por si acaso. Sólo para que se enterara de lo que estaba pasando.
Pues aún así seguía siendo peligrosa en cierto modo para aquél plan.

El pelinegro se mantenía despierto aquella noche, mirando solamente el techo y recordando esos pequeños momentos que pasó junto con Luh ese día. Ese día había sido suficiente para Gona para hacerle reunir las fuerzas y esperanzas. Le había dado razones para continuar, la sonrisa de su amado que le negaba cualquier contacto amoroso: le había regresado algo que le había quitado cuando se marchó, cuando le hizo marcharse de su vida, de sus momentos y de su compañía completamente. Nada de eso estaba, en absoluto, planeado por el pelinegro. Esperaba que la relación funcionase perfectamente con la distancia, que no habría qué visitarse cada fin de semana para ponerse al día o seguirse queriendo. Pues el contacto por internet y a través de una pantalla también había sido un impulso para aquellos dos para reforzar tanto su amistad como su amor por el otro. La simple presencia del otro en su pequeña pantalla rectangular les había ayudado para continuar, y seguir.
Gona recordaba cuando sufría por Luh, cuando sufría sus bajas: y quería verlo siempre felíz. Cómo el Luh de siempre. Cuando le dió un dolor tan inmenso en todo su cuerpo tras enterarse de su novia. Se sentía abatido, completamente bajo de energías, pero aún así continuó. Supo que no era momento para dejarse bajo de ánimos, sabía que debía continuar exactamente por Luh.

En el hotel de Italia, Francia, se sorprendió al saber que Luh estaba celoso de André. No le había creído a la primera, pues no era ese tipo de persona que es controladora con sus amigos o demás, o tampoco que se olvide de las desgracias rápidamente.
Aunque Gona piensa que conoce a Luh lo suficiente para saber al respecto, piensa que aún así nunca se puede meter en la mente de las personas. Pero, que sabría cómo actuaría Luh: por lo que lo tomó desprevenido e indefenso, hablando sentimentalmente.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora