capítulo 43

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Gona regresó, le dolía la frente y parte de los costados de la cabeza. Pero se dio un pequeño masaje antes de entrar a la casa, tratando de relajarse: aunque no le funcionó y entró de todas maneras.
Al entrar no se encontró a Clara haciendo alguna tarea, en la casa sólo estaban sus padres y él. Se había extrañado, dejó su ropa en la sucia y se fue a la cocina.
No había nada de cena, Gona buscaba y buscaba pero no había ninguna nota o algo parecido, sería que... ¿Clara se había ido?

Gona esperó un poco en la sala, entrelazando las manos y poniéndolas entre las rodillas. Hasta que dando ya casi las 12 de la noche, la puerta se abrió.

—Clara, ¿dónde estabas?
—Eh, ¡ah, sí!…me tengo que ir, estoy… cansada.

Clara caminó con rapidez al cuarto de Gona, y se encerró. Gona extrañado, se decidió a dormir. Ignorando un poco eso, quizás estaba intentando arreglar las cosas con Mark.

«"Si es que se va ahora la extrañaré un poco... ¿Qué estoy diciendo? Parezco una chica de colegio enamorada."»

Agitó su cabeza intentando sacar esas ideas y cerró con fuerza los ojos tratando de dormir.

( . . . )

Al despertar, fue a su dormitorio y sorpresa: Clara no estaba nuevamente. Caminó por la casa, buscándola pero... No había señales de nada, de nuevo.
Gona sin más remedio, se tuvo que conformar con que su madre hiciera de nuevo el desayuno: él no lo haría, pues había quedado un poco asqueroso la otra vez.

Comió, un poco resignado, pero comió.

—¿Sabe mal hijo? –preguntó la madre, entristecida.
—¿Eh?, ah no. ¿Por qué preguntas?
—Estás poniendo mala cara y me preocupé.

Gona notó esas palabras, obviamente significaba que estaba extrañando a Clara. Se había acostumbrado a ella, a su comida y a su compañía... Aún sólo estando unos días en su casa.
Gona negó lo que supuso su madre y se levantó de la mesa.

De camino al trabajo, miraba pasando las tiendas, casas, árboles y personas pasando a gran velocidad a un lado de él. Cuestionaba si hacer caso a Clara, sobre seguir fumando o no... Sus nervios aumentaban, igual que el trabajo en su puesto: necesitaba hacer algo para contrarrestar su estrés y nervios, necesitaba descargarse en algo... Necesitaba... Fumar.

Se resistía a los placeres, ya no quería fumar para dejar de preocupar a sus cercanos, en serio detestaba hacerlo. Pero al mismo tiempo lo necesitaba.
Había veces en la que no sabia distinguir entre felicidad y dolor.

Aunque muchas otras sí.

Se colocó una meta: no volver a fumar, a menos de que algo muy, muy doloroso le sucediera y lo necesitara urgentemente. Si no era nada de gran importancia, no.
Sonrió, al saber que nada pasaría para que recurriera de nuevo al cigarro.

( . . . )

Llegó y Clara no estaba: ya se había acostumbrado a no encontrarla varios días seguidos con esa rutina. Habían pasado varios días, Gona sólo encontraba dinero en KAS mañanas con una nota diferente, pero similar: "Para la paga de la casa", "Para la leche", etc. Él asimilaba, por supuesto, que era Clara que se había conseguido dinero: pero era raro: pues no dijo nada y cuando raras veces se encontraban sólo se preguntaban sobre su día. O un triste y seco "Hola".
A Gona le agradaba que le ayudara con eso, económicamente, pero la extrañaba. Además, el trabajo no había disminuido y él estaba cansado de esos días. No podía ir con el cigarro, pues Clara se los confiscaba y había una larga plática. O simplemente sus padres le avisaban sobre fumar.
Fumar cerca de quejas no era divertido, ni para nada relajante.

Gona quería preguntar en qué trabajaba, pero tampoco quería verse como un entrometido. Dejaría que las cosas fluyeran hasta que sucediera algo diferente.

Mientras tanto Luh...

Ya habían pasado semanas, aproximadamente, desde que supuso que cortó toda relación con Gonzalo: como él ahora lo llamaba.
Había continuado con su vida, trataba de dar disculpas a sus padres: pero no las aceptaban y él simplemente se resignó y dejó de insistir. Lo habían ascendido en su trabajo, por lo que iba para bien.
Seguía en contacto continuo con sus dos mejores amigos: Sara y Exo, mientras su hermana iba casi todas las mañanas para cenar y hablar con los que también se convirtieron en sus amigos. Se había convertido prácticamente en una compañera de piso, muchas veces se dedicaba a cuidar el hogar mientras Luh no se encontraba en ella. Aprovechando que jugaba con Sara y Exo en su computadora.

Luh aunque seguía recordando con muchísimo cariño a Gonzalo, sabía que no era sano mantener ese rencor y odio. Por lo que decidió conservar los recuerdos y seguir con su vida.

Aunque, de vez en cuando, algunas noches... Tiene pesadillas que le inundan la memoria, atacando sus zonas débiles. Haciéndolo levantar inmediatamente de un salto y con lágrimas en sus ojos, pasaba una mano tocando el agua en su rostro y se quedaba extrañado: nunca llegó a recordar nada de ninguna pesadilla. Las ignoraba, pensando que a cualquier persona le pasaba lo mismo, soñar con pesadillas casi todas las noches... Sí, eso pensaba Luh.

Luh, simplemente no estaba ni feliz ni triste. Era neutral en casi cada ámbito de su vida: había sido ascendido, en un trabajo junto con un compañero insoportable. Tenía buena paga, pero gran parte de ella se iba para su hogar y los impuestos. ¿Tenía pareja?... No. Lo intentó varias veces por computadora, pero siempre había algo que le hacia recordar a Gona, terminaba arruinando la cita o cancelándose.
Por cierto, su computadora: seguía fallando, la llevó a un centro especializado para ver qué sucedía con su PC. Pero no encontraron nada grave en lo que la inspeccionaron, la llevó a otros varios lugares: pero ninguno averiguó qué tenía.
Dejó de internarlo, tuvo que jugar mientras la pantalla muchas veces se congelaba. Al cabo de unos días, se acostumbró, ya no le molestaba en lo absoluto. Algunas veces, hasta le ayudaba en algunas partidas o juegos.

¿Su vida iba mejorando? Tal vez.

¿Se estaba volviendo feliz, finalmente? Quizás.

¿Quiere aún a Gonzalo? Y mucho, no lo duden. Sólo que, como muchos, tienen miedo de regresar a lo de antes: y lastimarse en el intento. Sólo necesitaba un pequeño impulso para aceptarlo...

Uno pequeño: casi inexistente.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora