capítulo 33

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Volvieron con su helado en manos, bastante contentos. Entraron y se sentaron un rato a ver la televisión mientras terminaban su helado.

—¿Cómo te podría pagar? –dijo mientras se terminaba los últimos bocados de su helado.
—Con esto será suficiente. –Gona se acercó al helado y le dio una mordida. Haciendo sorprender a Clara.

Gona rió por la reacción de Clara y continuaron viendo la televisión.

—Ah, maldición. –se lamentó Gona.
—¿Qué sucede?
—Me he olvidado de traer algo para la cena. Es que... Normalmente, cuando no tengo visitas (casi siempre) ceno un pan con Nutella o mermelada.
—¿Qué quisieras que hiciera para la cena?
—¿En serio harás algo?
—Sí, si gustas claro. Voy a ver la cocina.

Caminaron ahí mismo, mientras a Clara se le iba ocurriendo algo. Veía la alacena, el horno y demás cosas que se le iban ocurriendo para poder hacer algo para los dos.
Clara revisó todo, y se sorprendió que tuviera bastantes condimentos para hacer algo bueno, pues pensaba que iba a estar solo.

—Tienes bastante para cocinar aquí. ¿Cocinas? –cerró el horno y se giró con Gona.
—No, yo no. Mi madre es la que cocina.
—¿Y dónde está?
—Han salido de viaje, quieren... Conocer y eso. Se fueron cuando llegué de mi viaje.
—¿A dónde fuiste?
—A París.
—Cuenta, ¿cómo es todo por allá?
—Bastante hermoso, pero no te dejes engañar: también es peligroso.
—Puedes contarme mientras hago la cena.

Gona se apoyó en el marco de la puerta y miró por dónde comenzaba. Aunque decidió contar por donde Luh le llamó para grabar algo... Y pensar que todo había comenzado por eso. Sorprendente.
Contaba y contaba, quitando algunas partes, para evitar incomodidades con Clara...
Clara iba escuchando atenta toda la aventura, mientras se sorprendía. Gona contó con temor lo de su rapto.

—¿Qué?... Estás bromeando. –rió nerviosa Clara.
—No, claro que no lo hago. Ojalá hubiera sido así. Realmente me raptó un tío.
—Por dios... Ni los apuestos están a salvo. –bromeó.
—Pues claro que no, ¿quién no quisiera raptarme? –Gona acarició su cabello.

Clara continuó cocinando, terminando los últimos toques de la comida.

—¿Qué tal si pones la mesa?
—Nah... –Gona rió y caminó a la sala.
—Espera Gonzalo, todavía faltan unos minutos para que esté, mientras tanto puedes hacer otra cosa.
—Me puedes decir Gona, me sentiría más cómodo.
—Está bien, Gonzalo... –Clara sonrió por bajo.

Cuando Gona terminó de arreglar y poner la mesa, se dirigió a la sala y tomó su móvil. Tenía varias llamadas perdidas y mensajes.

«"¿Eh?, creo que son de Luh... Qué querrá ahora."»

Gona se levantó de su lugar y caminó fuera, cerró la puerta y llamó a Luh. Esperó, pero recordó que no tenía cubierto a otras zonas, por lo que se dio cuenta y fue inútil.
Pero de repente el teléfono comenzó a vibrar: Gona contestó de inmediato.

—Hola, ¿Luh? –preguntó Gona.
—Sí, hola. ¿Qué tal todo por allá? Hace rato llamé... Pero creo que estabas... Ocupado. –Luh tragó saliva, haciendo incomodar a Gona.
—Ah sí, es que... Estaba con...

La puerta detrás de Gona se abrió y salió Clara.

—¡La cena ya está, Gona!
—Uh, tengo que irme, después llamo... –Gona colgó y caminó directo al comedor.

Caminó detrás de Clara y fueron hasta el comedor, se detuvieron unos momentos a observar la cena. Se veía realmente apetitosa. Eran huevos estrellados con una ración de patatas bravas, a lado de uno de los platos: había una cerveza goteando de lo frío que estaba.

—Esa... ¿Es mía? –Gona apuntó a la cerveza.
—Sí, la encontré hasta el fondo del refrigerador. Supuse que podía tomarla para ti, es tu casa después de todo.
—Pues sí, pero no se me había ocurrido tomarla para cena... Ni para alguna comida.
—Queda muy bien para las patatas bravas.

Se acomodaron en sus sillas, uno frente al otro y comenzaron a comer. Clara se había servido un vaso de agua, por lo que se lo había acabado rápidamente: a Gona le incómodo que él era el que tenía la única cerveza, por lo que la cogió y le sirvió la mitad en el vaso de Clara.

—No ¿qué haces? –preguntó confundida Clara.
—Es para que tomes algo rico, y no ser el único que saboree esta ricura.

Clara tomó el vaso, lo miró indecisa y le dio un gran sorbo. Clara comía con normalidad, mientras Gona saboreaba cada bocado que se llevaba a la boca y lo disfrutaba. O incluso miraba cómo la salsa picante bajaba por las patatas y el vapor de la comida subía.

—¿Te sientes bien?, estás actuando extraño. –preguntó Clara mientras veía cómo saboreaba la comida Gona.
—Sí, sólo que no había probado algo tan rico en meses, realmente cocinas bien. Está muy... Delicioso.
—Gracias.

Finalizaron comiendo helado de la nevera, que Gona tenía reservado para su noche de telenovelas... (Es broma).
Y se pusieron frente a la televisión a ver programas, o Juego de Tronos, pues a Gona le encantaba y la primera vez que Clara lo vio realmente le gustó la serie. Mientras se iban recomendando series y otras películas.
El teléfono de Clara sonó, de su chaqueta que estaba en el otro sillón individual. Llamando la atención de la dueña y de Gona.
Dejaron de reírse y hablar, Clara se levantó a tomar el móvil, atendió con miedo y acercó con lentitud la bocina en su oreja.

—¿Ho-Hola?...

De pronto, su gesto de miedo continuaba aumentado, haciendo preocupar a Clara: Gona preocupado se levantó caminó a un lado de la mujer y tomó el móvil poniéndoselo en una oreja. Clara no reaccionó, realmente parecía conmocionada.
Cuando Gona escuchó la voz no dudó de que se trataba de Mark, pero cuando entendió lo que decía... Se estremeció y sintió un escalofrío que recorrió sus pies hasta su columna.

—... y déjame decir que si no vuelves ahora mismo, perra, te irá muy mal hija de puta! –amenazó Mark del otro lado, completamente comido por al furia, incluso la bocina comenzaba a sonar extraño por el volumen.

Gona se quedó un rato pensando, se le había pasado el miedo, pero no debía dejar que algo pasara por culpa de aquel idiota.
Clara tomó de nuevo el teléfono, tapó unos momentos la bocina y dijo susurrando:

—Yo me encargo... No te preocupes. –guiñó un ojo.

Perdón Por Enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora