59. La respuesta

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Ya se me ha pasado el enojo con Jovan. Mi cerebro pensando en Eliza no tiene lugar para otro problema, además prefiero los consejos, me dan tranquilidad y me permiten dormir.

Es un nuevo día, me tomo un tilo y voy hacia la facultad. Al llegar, visualizo a Seyn, en la calle de la entrada, sobre el capó de su auto.

Lo ignoro pero me habla.

—Hola Mariposa.

Me detengo y lo miro mal.

—¿Qué tienes con las mariposas?

—Las amo, son bellas, frágiles y pueden volar —mira al cielo —para irse muy lejos —me observa —¿No te gustaría volar Darlene? A mí sí —vuelve a ver hacia arriba —en la casa de mis padres hay un invernadero, cuando era pequeño iba a jugar ahí, siempre había alguna que otra mariposa, parecía magia —sonríe —. Éramos sólo las mariposas y yo.

Cierto, me había contado que su familia lo ignoraba.

—Sueñas demasiado con cosas sin sentido.

—Entonces, ¿Si uno no sueña que le queda? —vuelve a observarme sonriente.

Tiene razón. No puedo sentirme identificado con este tipo. Demasiadas cosas en común que no vienen al caso, mejor me voy.

—Mariposa —me llama.

—¿Qué? —le respondo molesto mientras veo como baja de su coche.

—No sufras, deja ese estrés, ten amor y paz.

—¿Eres hippie ahora? —levanto una ceja.

Se ríe.

—No, pero tengo un conocido que sí lo es.

—¿El que te dió droga para fingir tu felicidad? —me burlo.

—Mariposa, no todos los hippies se drogan. Si generalizas alguien podría enojarse.

—Esa era la intención —bufo.

—Yo no —vuelve a reír y pasa por mi lado —¿Vamos? Es hora de clases, se hará tarde —me guiña el ojo.

—Lamentablemente tenemos la misma materia, así que sí —camino a su costado —¿Qué intentas hacer con tu actitud? ¿Qué pretendes? No entiendo.

—¿Qué? ¿Quieres que te abrace?

—¡No! —grito alterado.

—Creo que ya te lo explique, me dejé llevar por mis emociones.

—¿Y qué quieres decir con eso?

—¿Interesada? —ríe.

—¡No! Sólo es curiosidad—ruedo los ojos —quiero saber si puedo estar más tranquilo, digo tranquila —niego con la cabeza.

Se me olvida hablar en femenino. Está difícil.

—Vale, te cuento —sonríe amigable —. Al principio, pensé que sólo coqueteaba contigo y no me di cuenta que mi interés creció, me pegaste un puñal por la espalda —se hace el cómico haciendo como si le atravesarán algo —y entonces es cuando estuve amargado un buen rato, hasta que tuve esa conversación con esta persona que te digo.

—¿La hippie?

—Exacto —chasquea los dedos —. Entonces me di cuenta de algo.

—¿El qué? —levanto una ceja.

—Que aunque esté enamorado sigo siendo libre, porque la Mariposa no me quiere. Aunque eso no significa que me vaya a rendir —me guiña el ojo nuevamente y veo como se adelanta en el pasillo.

Creo que me mareé aún más ¿Qué? Espera, debo analizar esto. En resumen, no estaré tranquilo. Sí, esa es la respuesta.

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora