116. Era obvio quién fue

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Médicos y enfermeros corriendo, puertas que se abren y se cierran, mis manos manchadas con sangre, la sangre de Eliza.

Salgo de los baños luego de limpiar mis dedos, vuelvo a la sala de espera, pero ahora solo hay silencio. Es como si el mundo se hubiera detenido. Suspiro y me giro, viendo a Jovan llegar, al cual llamé mientras venía para acá.

—¿Cómo está? ¿Qué han dicho los médicos? —expresa obviamente preocupado —Ya le avisé a la familia, están viniendo para acá —me cuenta.

—Si algo le pasa a Eliza... —presiono mis dientes, conteniendo las lágrimas que quieren salir.

—No, no me digas eso —expresa nervioso —. Tú eres el fuerte, mantén la compostura.

Suspiro.

—Necesito concentrarme en quién lo hizo, aunque creo que es más que obvio.

—Lo sé pero... deja que la policía de encargue.

Frunzo el ceño.

—¿Para qué? Hay que atraparlo antes de que se escape y las autoridades con sus protocolos van a tardar más de la cuenta.

—Es mi culpa —expresa triste —. Debí haberla acompaño hasta su casa.

—¡Puf! ¿Qué ibas a saber?

Giro la vista cuando la puerta en dónde se llevaron a Eliza se abre, veo cuando la cambian de camilla y me acerco al doctor.

—La llevaremos a la sala de observación, manténgase al margen —aclara pero no le hago caso y lo sigo.

—Doctor, ¿Qué pasa? ¿Es muy grave? —pregunto.

—No se preocupe, le contaré todo con detalle cuando venga el familiar responsable.

Veo como se va y lo miro mal. Esperar me va a hacer explotar.

Rato después, los padres de Eliza llegan y ellos me brindan su apoyo con su consentimiento, entonces consiguen que al fin me dejen verla. Entro al cuarto, me siento en un banquito, al lado de mi novia inconsciente, la cual está en esa camilla con todo esos aparatos. Agarro su mano y la observo con preocupación.

—¿Qué te pasó? ¿Por qué te han hecho esto? —exclamo triste —Perdóname por haberte descuidado —suspiro y beso su mano —. Te juro que si encuentro al culpable, lo haré pagar —expreso con puro odio.

Sus dedos se cierran, dando a entender que presiona mi palma y me sorprendo.

—¿Eliza?

Abre los ojos despacio.

—Darren... —lagrimas caen de sus ojos y respira agitada —tengo miedo...

—¿De quién cariño? Dime —agarro su mano con ambas mías.

—No te vayas...

—No me iré, dime quién lo hizo, te protegeré, lo juro.

—Joel.

Lo sabía, era obvio, hijo de re mil, lo voy a matar cuando lo encuentre.

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora