64. Memoria visual

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Mientras todos discuten estupideces por ahí, a unos pasos de mí, yo tengo que soportar a Seyn. El plan me salió todo al revés, se suponía que me vería con Jovan, sufriría y se rendiría. Pero no, el cobarde decidió esconderse mientras su amiguito nos enfrentaba y ahora que nadie nos ve se aprovecha o mejor dicho, exije la tarjeta de su amigo, que al parecer no estaba incluída en su ayuda.

—No te daré nada —frunzo el ceño —y no puedes prohibirmelo, soy libre de hacer lo que se me venga en gana —presiono los dientes —. Persona insignificante ¡No me des órdenes! —le grito.

—Dame la invitación —insiste y se le borra la sonrisa.

—¿A cambio de qué? —digo de manera fría, voy a deshacerme de él rápido.

—¿Qué? —exclama aturdido.

—Sí, quiero irme y está difícil soltarme —miro su mano sosteniendo mi brazo y luego vuelvo a observarlo —. Te daré la tarjeta si me puedo largar.

Entrecierra los ojos.

—¿Cuál es la trampa?

—No hay ninguna —sonrío.

La mentira está en el aire.

—¿Y crees que me voy a tragar ese cuento?

—Valía la pena intentar pero... —uso mi mano libre, levantando la tarjeta despacio y la leo tan solo un instante —ya no la necesito, desperdiciaste una buena oportunidad, que lástima.

Levanta una ceja.

—¿Estás diciendo que te lo acabas de memorizar? —exclama sorprendido —Bromeas ¿cierto? Son muchos números —enfatiza en lo último, pero aprovecha para quitarme la invitación.

—Después de practicar tanto, mi memoria visual es bastante buena. Ahora suelta —señalo mi brazo —ya tienes la tarjeta.

Sonríe.

—Solo si hubieras mantenido tu hermosa boquita callada. Creo que no lo pensaste bien al tener que alardear sobre ello, porque ahora lo sé.

—Es que mi ego es más alto que mi gran inteligencia, no lo puedo evitar. Además, me apasiona la venganza.

Se ríe.

—Eso me recordó a alguien, aunque no sé a quién —mueve los hombros —bueno, ya me acordaré.

Me entra un escalofrío. Debo dejar de olvidarme que no soy Darren, me llevará a la ruina.

—¿Seguiremos aquí charlando o me dejaras ir? —insisto.

—Puedes irte —se aparta —pero te seguiré a dónde vayas, porque hice un juramento, no irás dónde Ace.

Me cago en la... ¡Maldición! Entonces tendré que perderlo de vista, le piso el pie con fuerza y salgo corriendo.

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora