3. Mi archienemigo

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Hacer pis ha sido más fácil que encontrar una maldita ropa que me quede. Todo es tan enorme para este pequeño cuerpito, dónde ha ido toda mi masculinidad. Esto es una aberración femenina. Cuando encuentre a esa chica, primero la hago hablar y luego la voy a estrangular, lenta y dolorosamente. La haré sufrir.

Camino por el campus de mi universidad, con esta ropa floja que me resulta incómoda, mientras observo el edificio pensando dónde podría estar. Lo único bueno de esto, es que mi casa sólo está a una cuadra de la facultad, así que ni debo caminar tanto.

Me choco con alguien al estar distraído y me dan ganas de asesinar al mundo entero. Giro la vista y visualizo al amigo de Seyn, creo que se llama Joel. De repente chifla como si hubiera visto algo espectacular.

—Que bombón —opina para sí mismo.

—Y tú eres un imbécil —lo esquivo pero me agarra del brazo —¿Qué te pasa idiota? ¿quieres pelea?

De repente soy apartado y visualizo a mi archienemigo, el que ahora me sostiene. Un rubio con un arete en la parte superior de su oreja, siempre tan poco original el imbécil, tiene uno diferente cada día, pero eso no lo hace menos idiota. No sé sí intenta hacerse el chico malo, pero eso no le sale, al menos no conmigo.

—Seyn Bradford, aleja tu sucia e insignificante mano de mi brazo —. Si es que todavía lo puedo llamar mío.

¡¿Qué clase de cuerpo absurdo es este?! Tan pequeño, frágil y aburrido, puaj.

—Wow Seyn te conoce —dice su amigo impresionado.

—Claro, porque yo soy único.

Sí el único idiota que se cree mi rival, pero claro, ya lo bajaré del pedestal algún día y le mostraré la realidad, estúpido.

—Suelta mi brazo —insisto porque no me puedo zafar.

—Acabo de salvarte de este salvaje —señala a su amigo —¿Así me agradeces? Que mala chica —acaricia mi mejilla, vomitare —. Dulce mariposa, ¿Por qué llevas esas ropas? ¿Te asaltaron?

—¿Me estás escuchando acaso? Por eso eres imbécil, ¡Te dije que me soltarás! —. Se me acaba la paciencia.

—Ja, ja te dijo imbécil —se ríe Joel.

—¡Cállate estúpido! —lo reprende y el otro cierra su boca, me recuerda al estúpido de Jovan. Me vuelve a mirar amigable —. Cariño, tus insultos me repelen, es más, más me gustas —acerca su rostro al mío.

Pienso rápidamente y le doy un golpe en sus partes.

—Sí sé que duele, me pasó una vez —opino mientras veo su gesto de dolor —. Bueno, tú sí te lo merecías —sonrío —ya sabes, por ser inferior.

Me voy rápido antes de que su amigo reaccione. En definitiva, dos personas defectuosas, no sirven para nada. Obviamente sigo siendo mejor. En sus caras, imbéciles.

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora