17. No lo conoces como yo

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Llegamos al hogar de Jovan y cuando entramos hay algo que no cuadra aquí.

—Un segundo, ¿Esta es tu casa? Esta no es tu casa —expreso confundido, señalando la mansión.

Se ríe.

—Claro que lo es.

—¿Te mudaste? ¿De dónde has sacado el dinero? ¿De un banco? ¡Te fundirás, no puedes pagar ni la luz de esto! —exclamo alarmado.

Hasta parezco preocupado, que horror.

Sonríe.

—Que linda, vivo aquí con mis padres, aunque luego esto será todo mío y lo podré pagar, tranquila.

—¿Y tú departamento? —expreso confundido.

Me perdí en algún lugar de este mundo ¿Qué está pasando?

—¿Cómo sabés eso? —se sorprende —Sólo, Darren sabe sobre él.

Me sobresalto, otra vez me olvidé que soy Darlene, así me descubrirán rápido.

—Porque ¿Me lo dijo? —expreso confuso, ya que en realidad ¿para qué yo se lo iba a contar a alguien?

Frunce el ceño.

—Darlene escuchame, no le puedes decir a Darren que vivo aquí ¿de acuerdo?

Yo soy Darren, llegaste tarde.

—Eh, sí, bueno ¿Por qué? —exclamo sin entender.

—Es, complicado —expresa no muy convencido.

—Ya hablaste, ahora explícate —digo dominante.

—No quiero que piense que soy mejor que él o algo así, ya sabés, por tener mejores cosas y eso.

¿Qué? ¿Qué le pasá?

—¿Por qué Darren, el hombre más egocéntrico del mundo entero, iba a pensar eso? No tiene sentido.

—No lo conoces como yo —aclara seriamente.

Esto tiene que ser una broma ¿Quién me conoce mejor que yo? ¡Nadie más que mí mismo!

—Deliras —niego con la cabeza.

—Antes pensaba igual que tú y hasta creo que Darren cree que yo pienso como los demás, pero no es mala persona, simplemente tiene una coraza para protegerse de los demás, está muy roto.

Mis ojos se abren en grande.

—¿Qué? Hablas sin sentido, ¿De dónde sacas esas estupideces? —empiezo a inquietarme.

—No son estupideces —frunce el ceño —lo vi, lo oí decirlo —gira su vista a un costado, pensativo —. Le hablaba a la tumba de su madre adoptiva, estaba llorando y nunca lo había visto así, entonces lo comprendí, debe sufrir mucho.

Retrocedo y me choco con un mueble.

—Eh, lo siento —expreso nervioso y acomodo la lámpara que casi se cae —eso estuvo cerca ¡Uf! —me río.

—¿Sucede algo? —nota mi comportamiento extraño.

—No, en absoluto, ya debería irme —aclaro y camino en dirección a la salida.

—Pero Seyn...

—Yo... yo me encargaré de Seyn, no te preocupes ¡Ay! —me golpeo contra la puerta por no estar viendo el camino.

—¡Oh cielos! —exclama cuando ve la sangre que sale de mi nariz que cubro con mi mano —iré por una gasa —se va al otro cuarto.

—¡No! —grito.

Me quiero ir ¡Imbécil! Alguien abrame la puerta. Huy, me siento mareado, todo da vueltas. Ay ya me fui. Termino por desmayarme.

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora