80. Encontrar la suerte

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Me refriego los ojos cuando dejó de llorar y me quedo mirando el reloj. Son las cuatro de la mañana y yo sigo aquí. Me sobresalto cuando oigo la puerta que daba la parte trasera de la quinta.

—¿Mariposa? —visualizo a Seyn entrar y giro mi rostro a un costado para que no vea que estuve lloriqueando.

¡¿Qué hace despierto?! ¡¿Y qué hacía afuera a esta hora?!

Noto que se sienta a mi lado. Maldición, no estoy de humor para soportarlo.

—Mariposa —me agarra la cara desde la barbilla y la mueve para que lo mire —¿Estuviste llorando? —me observa preocupado —¿Por qué?

Le quito la mano y vuelvo a ver al costado intentando ignorarlo. Quizás si no le hablo, se vaya. No tengo ganas de soportar a nadie. Toma mi mano apoyando la suya sobre mi palma, lo voy a matar.

Lo vuelvo a mirar.

—No molestes y sueltame.

—Ya que no me vas a decir que te sucede, quizás esto te alegre —suelta lo que tiene entre los dedos y mis ojos se abren en grande.

Me sonrojo.

—Es... un trébol de cuatro hojas.

—Sí, me costo encontrarlo —se ríe —. Quizás puedas encontrar la suerte ahora.

—Tú... lo estuviste buscando ¿por mí?

—Suena gracioso ¿no? Tres horas buscando un maldito trébol, que horror.

Sonrío.

—Puedo imaginarmelo, te ves fatal —ahora que lo miro bien, tiene hojas por todas partes. Comienzo a reír —. Eres un arbusto caminante.

—¡Hey! No te burles —se saca una hoja del pelo y luego se queda tildado observándome con una sonrisa.

Frunzo el ceño.

—¿Qué?

—Es la primera vez que me regalas una sonrisa, en el futuro quiero más, por favor y sólo para mí.

Ruedo los ojos.

—Sigue soñando, eso sucedió sólo porque baje la guardia al estar vulnerable, fue suerte.

—Como el trébol —se ríe porque me sobresalto, pero vuelve al tema anterior poniéndose serio—¿Por qué llorabas?

—Ni creas que te lo diré —lo miro mal —. No es tu asunto.

—Vale, no insistiré —se pone cómodo apoyando las manos en su nuca, estirándose en el sillón.

—¿Qué crees que haces?

—Te acompaño en tu momento de tristeza, me quedaré callado, no te preocupes —cierra los ojos —. Sólo, me quedaré aquí, cualquier cosa aquí tienes mí hombro.

—Si te vas a quedar callado, haz silencio —lo reprendo.

Se ríe.

—Vale, vale.

Al fin me hace caso, no hay ni un sonido en la sala, aunque ya no miro el reloj, sino el trébol de cuatro hojas ¿Existirá la suerte?

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora