125. Agua que relaja

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El vehículo estaciona, abren la puerta y bajo de este despacio, por el dolor que aún siente mi cuerpo. Miro la casa, a la cual estacionó en frente la limosina, como es de esperarse, veo una residencia grande y lujosa.

Ace hace un gesto para que lo siga y entramos, ¿Más espaciosa no podía ser? Se me cansan los pies de tanto atravesar este pasillo.

—¿A dónde vamos? —bufo —¿No podemos conversar aquí y ya? Necesito tomarme una siesta antes de seguir buscando al descerebrado —refiriéndome a Joel.

—Lo que tú necesitas —abre una puerta y enciende una luz, visualizo el baño ¡Y que buen baño! —es una ducha caliente.

—¿Me estás llamando sucio? —frunzo el ceño y se ríe.

—No, te estoy recomendando, que después de toda la tensión que has tenido y además, luego de ver esas heridas, lo primero que necesitas es relajarte, antes de tener nuestra conversación. Que por cierto, el agua siempre ayuda, saca las malas energías.

—Agradezco el gesto, pero no me voy a bañar en una casa ajena y no me arriesgaré a desnudarme en la casa de un pervertido —lo señalo.

Vuelve a reír.

—Estás semidesnudo de todas formas, y que malo, creí que confiabas en mí.

Me titila un ojo, tiene razón.

—Como sea, entonces salte del baño —agito la mano en señal de echarlo.

—En el mueble hay ropa, el shampoo está dentro de la bañera y el jabón en una cajita —explica amablemente y me entrega una toalla que saca de un cajón —aquí tienes —veo como se retira.

Antes de encender el agua, espio por el borde de la puerta y después la cierro. Me quito la chaqueta de Ace, mi camisa rasgada y bueno, no tengo más nada que sacarme. Me agarra un escalofrío recordando la situación y entro rápidamente a la ducha olvidando mis pensamientos malos.

Agua que relaja, tiene sentido.

Veo como el color cristalino del agua se convierte en rojo carmesí, nunca me había lastimado tanto en toda mi vida. He sido demasiado descuidado, debo aprender de este error. Aunque espero que nunca más vuelva a pasarme, sin embargo este maldito cuerpito sigue apareciendo.

"Monstruo, fenómeno".

De algún modo, sí me he convertido en eso, no es como si me sintiera normal. No es como si yo hubiera querido esto. Tú, maldito Seyn, me estás juzgando y de alguna forma me duele. No entiendes nada, imbécil. ¿Quién te crees que eres para meterte en mi cerebro? Eres peor que yo, eso eres, un egoísta.

Mojo mi cara muchas veces, estoy indignado y no sé por qué. Además de mi frustración por ser descubierto, la humillación que siento por dejar que esto pasará, que incluso se han burlado de mí, además de todo, la confusión llega a mí. Me confundo conmigo mismo y ya no sé que estoy pensando.

Dejo de dar vueltas en mi cabeza y solo me concentro en las gotas que caen en este frágil cuerpo, tan relajantes. Ahora entiendo, eso que dicen, el agua purifica.

O esta ducha es muy buena, quiero una de estas en mi casa.

Cuando termino, salgo de la bañera más tranquilo, uso la toalla y voy hasta el mueble que me señaló Ace, dónde dijo que ha dejado un atuendo. Parece que ya sabía que iba a venir de mujer. Utilizo la ropa interior femenina, que me queda a la perfección, no preguntaré como lo adivinó, y levanto el vestido blanco, esto se nota bastante caro y eso que yo compro cosas carísimas, pero este se pasa. Me lo pongo, de todos modos ya sé hace tiempo como se usan estas cosas. Luego uso las sandalias y salgo del baño.

Visualizo al vidente tomando una copa sentado en su sillón, cuando me ve, sonríe.

—Que bonita florecita.

—¿Vamos a tener nuestra conversación o qué?

Una chica serás #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora