—Lo siento.
Miré a Violet, que engullía su sándwich tranquilamente, sentada a mi lado en el banco del parque.
Le había dicho que tenía que comer algo, lo que fuera, ya que se había saltado el almuerzo para llegar a la veterinaria.
—¿Por qué?
—Por arrastrarte hasta aquí —explicó, suspirando.
—Tú no me arrastraste a ningún lado —aclaré—. Estoy contigo porque así lo quise yo.
Ella no respondió.
Masticó otro pedazo del emparedado, mientras su mirada se perdía entre los árboles y el césped.
—Francis dijo que a Blue le encantaba venir aquí —admitió en voz alta—, cuando era cachorra.
—¿Por eso estamos aquí? —pregunté, dado que ella fue la que dijo que quería estar en otro lugar y optó por este parque.
—Tal vez —suspiró nuevamente. Me dirigió una mirada, con sus ojos hinchados—. Max... Te agradezco que hagas esto por mí, pero...
—Lo sé. No quieres que nadie lo sepa.
Se mordió el labio inferior, asintiendo con la cabeza.
—Eres un buen chico —afirmó—. Sé que no herirías a ni una mosca, emocionalmente hablando. Quedan pocas personas como tú.
Fruncí el ceño. Sin embargo, no contesté; porque ella siguió hablando.
—Yo no solía ser lo que soy.
—¿Qué quieres decir?
Ella se enderezó y sacudió la cabeza.
—Nada. Olvídalo.
—Violet... —insistí.
Comenzó a ponerse de pie para marcharse por su cuenta.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí hoy, de veras. Te veré mañana en la escuela, y...
—Te besé —entonces confirmé, sin saber por qué.
Bueno, quizá sí lo sabía: necesitaba que se quedara. Sólo unos momentos más.
Ella detuvo sus movimientos.
—¿Qué?
—En la fiesta de Austin. Lo recuerdo.
—Max...
—No me lo dijiste —me crucé de brazos—. De hecho, parecía como si quisieras olvidarlo y pretendieras que yo también lo hiciera... Y lo hubiera entendido si lo hubiéramos hablado.
—Bueno, ocurrió, sí. Lo admito —farfulló—. Ya es cosa pasada, ¿comprendes? No es necesario que lo hagamos.
Pero yo quería hacerlo. Necesitaba hacerlo.
—Si no hubiera sido por Joel —carraspeé—, no nos hubiéramos detenido.
—Max —cerró los ojos—, no.
Me acerqué lentamente a ella.
—Si no hubiera sido por la llamada —continué, notando cómo murmuraba y mi voz se volvía ronca—, hubiéramos hecho algo más que sólo besarnos.
El pecho de Violet subía y bajaba constantemente.
Seguía con sus párpados sellados, por lo cual no podía saber a qué distancia estaba de ella hasta que sintió mi aliento sobre su rostro.
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Silver and Gold
Teen FictionMax Silver es nuevo en el instituto. Eso lo hace sentir incómodo hasta que comienza a comprender su entorno; incluyendo a una chica bastante particular: Violet Gold, la rompecorazones suprema de la escuela, llama su atención de cualquier forma. A me...