Violet y yo comenzábamos a tolerarnos el uno al otro. Yo oía cada pensamiento que quería manifestar —sobre su familia, sus creencias, sus motivos, la prensa— pero nunca el fundamental: quién había sido la persona que le había roto el corazón, y destrozado el alma.
Y ella me escuchaba a mí hablar sobre el otro colegio, los pocos amigos que tenía allí, mis experiencias, la vida de una persona que no era acosada diariamente por el resto del mundo.
—¿Es en serio? ¿A esa chica realmente la perseguía una nube negra de mala suerte? —se carcajeó, engullendo su emparedado en el descanso de su empleo.
Me encogí de hombros, también riéndome.
—No la llamaban "la desafortunada Donnovan" por nada —repuse—. Creo que uno de sus hermanos la apodó así; nunca llegué a conocerla de verdad.
—¿Y llegaste a conocer a alguien de verdad? —arqueó una ceja.
—No en el sentido que te conozco a ti —respondí, cosa que hizo que alzara las cejas y, acto seguido, sus comisuras tiraran de una sonrisa.
—No debería hacerme sonreír aquello —murmuró más para sí misma, pero su sonrisa no abandonaba su rostro.
—¿Porque te he descubierto?
Asintió, terminando su sándwich.
—Debo reconocer que las circunstancias no ayudaron mucho —tiró el envoltorio en el cesto de basura—. ¿Te has dado cuenta de todas las veces que nos hemos cruzado en los últimos meses?
—Culpa al destino, no a mí.
Ella rio.
Observó el reloj de su celular y comprendí que debía volver a entrar.
—Puedo esperarte —acoté—, podemos ir a algún otro sitio cuando termines.
Violet se mordió el labio inferior.
—Si la prensa me ve en la calle, comenzarán a asaltarme con preguntas y fotografías. Por eso Joel es quien me lleva a cualquier sitio; y si tú estás metido en medio, será peor para muchas personas.
—Así que eso es un no —comprendí.
—No exactamente —murmuró—. Hay un sitio donde nunca buscarán.
—¿Ah, sí? ¿Y cuál es ese?
Violet sonrió de costado.
—¿Recuerdas tu ofrecimiento sobre ir a visitar a Ginna, Max?
Por un momento, creí que había hablado de mi madre. No estaba acostumbrado aún a escuchar cómo personas ajenas llamaban al cachorro por el nombre de mi madre, sentía que invadían un espacio personal sin invitación.
Pero era ridículo, porque yo había escogido aquel nombre. Y Maggie lo había aceptado, por lo que debía entenderlo.
Así que cuando Violet llamó a un taxi para que nos dejara en mi casa, inspiré profundo y razoné.
Violet estaba a punto de entrar al único lugar donde se hallaban todos mis secretos. Aunque no eran así de grandes y profundos como los de ella, seguían siendo míos. Toda mi historia encerrada entre paredes, el aire pesado por un luto que aún no finalizaba, momentos que sólo Maggie y yo habíamos compartido en aquella casa rentada después de la mudanza. Lágrimas que se habían derramado sobre la alfombra de la pequeña sala de estar, gritos de ira que se habían producido en la cocina frente al horno. Y todas aquellas preguntas infinitas sobre la intrigante Violet Gold que me había hecho en mi propia habitación.
ESTÁS LEYENDO
Silver and Gold
Teen FictionMax Silver es nuevo en el instituto. Eso lo hace sentir incómodo hasta que comienza a comprender su entorno; incluyendo a una chica bastante particular: Violet Gold, la rompecorazones suprema de la escuela, llama su atención de cualquier forma. A me...