Aquellas consecuencias estaban a la vuelta de la esquina.

   Literalmente hablando.

   Al salir del colegio, el espacio educativo estaba repleto de reporteros, periodistas, incluso el periódico escolar estaba allí intentando obtener respuestas.

—Mierda —masculló Violet—. No creí que tuviera este alcance...

—Si tu padre aún no ha visto las noticias —murmuré—, apenas un reportero te ponga las manos encima definitivamente se enterará.

   Al mirar más allá, noté que había coches patrulleros. Mierda, ¿en serio? ¿La policía debía verse involucrada para controlar a la prensa?

—Violet —llamó una chica.

   Ambos giramos en dirección a la voz femenina.

   No la reconocía de ninguna clase, pero no pareció importarle.

—El director te busca —anunció.

   Fruncí el entrecejo.

—Okey. Gracias, Nina —suspiró Violet.

   Por un momento capté la impresión que sintió la chica al saber que Violet la conocía.

   No obstante, se fue antes de que pudiera decir nada al respecto.

—Charles me quiere en su oficina —consideró—. No soy idiota, sé que encubrió mi rastro por mi padre.

—Probablemente quiera explicaciones sobre la razón de por qué su escuela está llena de personas con micrófonos, grabadoras y cámaras.

—Es seguro. Pero eso no significa que esté de mi lado.

—Pues puedes estar segura de una sola cosa, entonces.

—¿Qué cosa?

   Sus ojos plateados destellaban bajo la luz solar.

   Sonreí de costado al contestar:

—Yo sí estoy de tu lado.

   Violet extendió su sonrisa.

   Nunca la había visto sonreír de aquella manera. Parecía conforme, decidida y temeraria.

—Si Charles conspiró con mi padre en mi contra —reflexionó—, no voy a darle lo que quiere. Ven, Max. Vamos a dar una exclusiva para que se transmita en cadena nacional.



   Apenas los medios visualizaron a Violet se abalanzaron contra ella.

—¡Señorita Gold! —La llamaban— ¿Puede decirnos dónde ha estado todo este tiempo? ¿Se relaciona con la decadencia de la empresa de su padre?

—Señorita Gold, ¿por qué ha desaparecido sin dejar rastro? ¿Ha sido por decisión propia?

—¡Señorita Gold, aquí! ¿Puede contarnos los hechos verídicos de su historia? ¿La versión de su padre es correcta?

—Señorita Gold, ¿es este chico su novio? Recientemente ha aparecido en varios escenarios con usted...

   Violet se irguió.

—Contestaré a todas sus preguntas —accedió—. Sin omitir ningún tipo de detalle jugoso; sé que ustedes se vuelven locos por ellos.

—Señorita Gold, ¿a qué se refiere con ello? ¿Ha ocurrido un hecho trascendental que el país deba conocer?

—Por supuesto que sí. De hecho, ocurre hace dieciocho años —Violet buscó mi mano con la suya. No tardé en entrelazarla para darle mi apoyo—. Thomas Gold no es el hombre que todos creen.

Silver and GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora