Pinché a Wally, en su espalda, con el bolígrafo.
—¿Qué pasa? —se volteó hacia mí, sin que le importase si el profesor lo veía.
—¿Has visto a Violet?
—Claro. Es bastante atractiva, pero ya te dije que conmigo no quiere ni compartir un cigarrillo...
—No, idiota —interrumpí—. Me refiero a si la has visto por los pasillos hoy.
Se encogió de hombros.
—Sí, la vi pasar un par de veces. ¿Por qué?
—¿No has visto nada raro en su comportamiento?
Sacudió la cabeza; todavía confundido por mi curiosidad.
—No. Max, debes saber que no todos tenemos tu alma de detective, a mí me importa un cacahuate la vida de Violet Gold.
—¿Un cacahuate? —alcé una ceja.
—Sí, eso dije.
Suspiré de resignación, acostándome contra el respaldo de mi asiento.
—Y, además —añadió, susurrando—, si hubiera algo raro en su conducta de hoy, no querría que los demás se dieran cuenta; ¿no crees? Al menos, yo en su lugar, no querría. No después de la reputación que tendría.
En ello llevaba razón.
Miré la pizarra. Los apuntes de Geografía me parecían inútiles, innecesarios y, a este punto de mi vida, aburridos.
Entretanto, me pregunté qué le estaría pasando a Violet. El viernes, y parte del sábado que compartí con ella, se la veía tranquila. Normal, e incluso alegre. ¿Qué podría haber pasado para que todo ello desapareciera en cuestión de horas?
Cuando el timbre del almuerzo resonó en los pasillos, me dirigí a la cafetería con Fiona y Jane. Esta última no me hablaba, y su novia no tardó en percatarse de aquello.
—¿Pasa algo? —ella frunció el ceño, pasando de Jane a mí con sus ojos.
Me encogí de hombros, fingiendo ignorancia.
Jane puso los ojos en blanco.
Antes de que la tensión pudiera cortarse con un cuchillo, Austin apareció. Sonreía abiertamente para ser lunes, y se dejó caer en el asiento contiguo al de Jane.
—Mierda, fue un cumpleaños genial —espetó.
—Han pasado dos días —Fiona protestó—. Ya supéralo.
—No.
Sonreí de costado.
A veces me preguntaba qué hubiese sido de mi vida si no hubiera sido hijo único. ¿Cómo nos habría afectado la muerte de mis padres? ¿Él o ella sería mayor o menor? ¿Iría a la universidad, o a la primaria?
Los dos hermanos se sumieron en una discusión sobre que Austin debía dejar ir la mejor noche de su vida, que debía ser agradecido que la tuvo y ya. Que eso no sería el fin del mundo.
Jane acotaba una que otra cosa, pero nunca miraba en mi dirección.
Y cuando Wally se nos unió, se puso del lado de Austin. Cosa que hizo que Jane defendiera el criterio de Fiona.
Y entonces me involucraron a mí, por primera vez en minutos.
—¿Tú qué opinas, Max?
—¿Qué?
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Silver and Gold
Novela JuvenilMax Silver es nuevo en el instituto. Eso lo hace sentir incómodo hasta que comienza a comprender su entorno; incluyendo a una chica bastante particular: Violet Gold, la rompecorazones suprema de la escuela, llama su atención de cualquier forma. A me...