Todo lo que pasó en el resto de aquel día, apenas lo recuerdo.

   Sólo podía acordarme de muchas voces, hablando a la vez, y de miles de imágenes que transcurrían al mismo tiempo.

   Había oído palabras como "condición traumática", "Thomas Gold", "amenaza de muerte", "ambulancia" y "medios comunicativos".

   Frente a mis ojos reaparecía la presencia de diferentes luces, movimientos y situaciones, y desaparecía constantemente. Hubo un punto en donde dejé de ver a Violet, donde dejé de ver a todo el mundo que me rodeaba.

   Fue cuando, horas más tarde, desperté en una cama de hospital.

   Maggie estaba allí, sentada a mi lado, tomándome de la mano.

   Cuando notó que abría mis ojos, se abalanzó hacia mí suspirando.

—Oh, Max...

—¿Qué...?

   Maggie se retiró del abrazo tan pronto como lo inició.

   Se secó las lágrimas que se le escurrían de sus ojos hinchados.

—Habían dicho que fue sólo una contusión, pero estuve tan preocupada...

   Inspiré profundo. Así era Maggie, desde que obtuvo mi custodia legalizada.

   Se había adaptado al rol de ser la figura maternal que ya no tenía.

—No recuerdo nada.

—No tienes por qué. No es necesario, pequeño...

   Fruncí el entrecejo. Sólo me llamaba pequeño en escasas ocasiones, y generalmente no eran buenas.

—¿Qué ocurrió?

—Nada, no es nada...

—Maggie. Por favor.

   Ella debió percatarse de algo en mi expresión, o en mi mirada, que la hizo derramar unas cuantas lágrimas más.

   De repente, las imágenes vinieron a mí como un huracán: todo lo ocurrido en la limo de Gold, Zoe encañonada, Violet endureciéndose como piedra. Joel con la herida en la sien, y Thomas abandonando el vehículo para ir hasta Allan y Zoe.

   Mi respiración se hizo más fatigada, anormal.

—Mierda. No...

   Noté que Maggie tragaba saliva.

—Gold fue capturado por la policía. Lo interceptaron en cuanto salió de la limosina.

—¿Qué? ¿Cómo?

   Mi tía sacudió la cabeza, haciendo que varios mechones de su cabello recogido en un moño detrás de la cabeza le cayeran por los costados.

—Anuncio anónimo —declaró—. Alguien debió haber visto u oído algo.

—Quizá fueran los propios medios, estaban muy pendientes de Violet antes de que... —Pero no pude finalizar la oración.

   Había sido víctima de un secuestro, de tortura, de chantaje, de amenazas de muerte concisas. Y todo el tiempo fui apuntado con un revólver.

   Dios. Si yo me encontraba en aquel estado, no me imaginaba cómo estaría Violet...

   ¡Violet!

—¿Dónde está Violet? —inquirí, antes de que Maggie pudiera irrumpirme. Y luego, todo me cayó como un baldazo de agua fría— Mierda, ¿Zoe...?

Silver and GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora