Y la predicción de Zoe se volvió real, sin omitir ningún tipo de detalle.

   No sabía exactamente cómo era la vida dentro de la mansión, pero podía darme una idea al ver todos los medios comunicativos lanzando premisas a toda hora, sin parar. Estaban embarrando el nombre de Thomas Gold, de la forma más repulsiva y acusadora que se podía encontrar.

   Así que comprendía por qué no me había llamado o enviado algún que otro mensaje. Si bien me preocupaba que hubiese sido descubierta, sabía que podía cuidarse las espaldas. Si no se había comunicado conmigo era por alguna razón, ya sea porque estaba en la mira de Thomas o porque la situación se lo impedía.

   En las calles, todo el mundo hablaba de lo mismo: de cómo Gold Business caía en picada, de cómo creían que Thomas Gold terminaría en prisión, o de cómo creían que Thomas Gold continuaba siendo la persona más inocente de todo el planeta y que no merecía nada de lo que le estaba sucediendo; que sólo eran acusaciones falsas de gente envidiosa.

—Es increíble.

   Alcé la mirada hasta Francis, que se encontraba observando el ordenador del mostrador.

   Mientras acomodaba la mercadería en los estantes, le respondí:

—¿El qué?

—Todo lo que está pasando con Gold —aclaró—. Y las personas ciegas que siguen defendiéndolo. Es un imbécil.

—No voy a negártelo —bufé.

—Y todo por lo que tuvo que pasar Violet... —prosiguió, suspirando— Me sorprende cómo ha soportado tanto tiempo sin decir nada.

   No contesté lo que pensaba. No sabía qué tanto conocía Francis de la relación entre Violet y su padre, no sabía hasta qué punto ella le había contado. No sabía si había tergiversado la verdad un poco o le había relatado tal cual había ocurrido.

   Así que, en vez de eso, repliqué:

—Es una chica fuerte. Más de lo que cree.

—Espero que esté bien.

—Yo también lo espero —asentí.

   No había tenido noticias suyas desde que Joel había entrado por la puerta del local. No sabía nada de ella, su situación o si continuaba oculta por su chófer personal.

   Lo único que era conocimiento público es que no se encontraba en Europa, y que aún no había aparecido en la puerta de la mansión de los Gold. Para los ojos de la sociedad continuaba desaparecida; para mis ojos, seguía escondida y a salvo.

   Pero ya no sabría decir si era algo bueno o malo. O si seguía a salvo.

   Francis cambió de tema.

—Muchacho, cuando termines, ¿llevas las cajas vacías al contenedor de la calle? Me harías un gran favor.

—Claro.

   El hombre sonrió amablemente y se retiró hacia la parte trasera de la veterinaria, cruzando la puerta y dejándome solo.

   Quité los últimos juguetes para perros de la caja en la que se encontraban, y los acomodé en su sitio. Tomé los paquetes de cartón ya vacíos, y caminé con ellos en las manos hasta el exterior.

   Los arrojé al contenedor de basura y sacudí mis manos.

   Observé mi entorno.

   Las personas que estaban caminando por esa calle, o que estaban haciendo sus tareas diarias, parecían hasta tensas. Todo el mundo estaba pendiente del futuro que le deparaba a Gold Business, una de las compañías más prestigiadas en todo el país, y de cómo eso afectaría a sus vidas humanas.

Silver and GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora