Sobre aquellos días, me debatía mentalmente entre todos los conflictos e hipótesis que me hacían reflexionar sobre la desaparición de Violet.
Y Zoe se veía involucrada en ellos: era atractiva, inteligente y simpática. Por supuesto que Violet compartía aquellas mismas características, pero nunca podrían igualarse. Ambas tenían algo que las diferenciaba sobre todas las cosas, cada una era un mundo totalmente distinto.
Y mientras me preguntaba si era posible querer a dos personas a la vez, Fiona reclamaba mi atención.
—Eh. Te he estado durante diez minutos.
—Lo siento —murmuré, volviendo a la realidad—. ¿Qué decías?
Ella frunció el ceño.
—Ya. ¿Qué te pasa? Has estado raro desde hace días.
Emití un suspiro.
—¿Crees que es posible que te gusten dos personas al mismo tiempo?
La pregunta la tomó por sorpresa. Parpadeó, y luego enarcó una ceja.
—¿Te está pasando?
—Sólo contéstame —pedí.
—De acuerdo —ella hizo una mueca, como si estuviera pensando la mejor manera de responder—. Bien. Sí, es posible.
—¿Te explicas?
—Nunca me ha pasado, por lo que no estoy hablando desde la experiencia. Pero creo que, si a ti te gustan dos personas, o las amas de igual manera, es porque estás buscando en una lo que no encuentras en la otra. Y viceversa. Y nadie puede culparte de sentir aquello, Max.
—No me siento culpable. Sólo curioso.
—¿Quién te gusta, además de Violet? Guardaré el secreto.
Me mordí el labio inferior. Fiona ya sabía todo sobre Violet, incluso que había alguien dentro de la mansión que me estaba ayudando a encontrarla, pero nunca le había dado nombres.
—¿Es de la escuela? —insistió.
—No —sacudí la cabeza—. No, no viene aquí. Pero de todos modos, me gusta como persona. Mi corazón, hasta ahora, sigue perteneciendo a Violet.
Fiona sonrió amablemente.
—Sea quien sea, debe ser importante.
—Lo es. Créeme, lo es.
Sin Zoe, yo aún estaría en la deriva del proceso de encontrar a Violet. Y no sólo agradecía su ayuda, sino también lo buena persona que era. Me escuchaba cuando tenía problemas, o cuando me sentía frustrado con nuestro plan, o cuando todo en mi interior se derrumbaba ante la idea de no encontrar nunca a Violet Gold.
Zoe me mantenía en pie cuando las cosas fallaban.
Y Violet me daba un motivo para estarlo.
Al terminar la jornada escolar, volví a pasar por la veterinaria Gatters.
Como sospechaba, Francis estaba en el mostrador, y claramente ni rastro de la pelirroja.
—Ah, hola chico —saludó el hombre.
—Hola, Francis. ¿Aún nada?
—No, lo lamento. Sigue sorprendiéndome cómo se largó, sin avisar, dejando tanto detrás.
Bufé.
—Sí, es extraño. En fin, si sabes algo...
—Te llamaré, como prometí el primer día que viniste desde que Violet se marchó —asintió, con una sonrisa cortés.
—Muy bien. Gracias.
Estaba por dar media vuelta e irme, para cuando Francis volvió a llamarme.
—¿Sabes? Se ve que ustedes dos se llevaban bien. Violet confía en ti.
Sentí un nudo en el pecho. Para que alguien externo a nuestra relación dijera aquello, debía notarse mucho. Y no cualquiera podría ser digno de aquellas palabras, por lo cual me sentí anonadado por segundos breves.
—Y si ella confía en ti, yo puedo hacerlo también —continuó Francis, saliendo de detrás del mostrador—. Tengo el puesto libre, si lo quieres.
Tragué aire.
—¿Es en serio?
—Claro. No es tan difícil, sólo atender a los clientes.
—Pero no tengo experiencia laboral, ni estudios en veterinaria...
—Pero tienes la confianza de aquella chica. Con eso me basta; y si tienes alguna complicación siempre puedes pedirme ayuda.
Exhalé. Yo no había tenido ninguna intención de buscar empleo hasta que terminara la secundaria, pero aquí estaba.
—Okey —accedí—. Pero tendría que ver los horarios con el instituto, y...
—No te preocupes por ello. Con Violet lo solucionamos, contigo también lo haremos.
—Vaya. Gracias, Francis.
—No hay de qué, muchacho. Te enviaré un texto con los días y horarios que deberías cumplir, y después pactaremos la paga.
Asentí con la cabeza, agradecido y conmovido. Cuando Maggie se enterara de que había conseguido trabajo sin siquiera pedirlo, saltaría de emoción durante una semana.
Después de despedirme de Francis, mi futuro jefe, me fui a casa. Fue Ginna la primera que me recibió al entrar, ladrando y saltando, avisé en un grito a Maggie que ya me encontraba en casa.
No obstante, nadie respondió. Confundido, me asomé a la cocina —donde sabía que estaría bebiendo su té de la tarde—, pero me la encontré sentada y riendo por lo bajo con otra persona.
—¿Maggie? —espeté.
Ella se volteó al oírme y su semblante cambió.
—Ah, ¡Max! Había olvidado...
Al ver a la otra persona, mi corazón latió desbocado.
Todo el mundo se detuvo, todo por lo que creía pareció surrealista, me desconecté completamente de mis responsabilidades como persona. Mi mente quedó en blanco, sin poder reaccionar, y sentía que estaba a punto de tener un ataque.
Por unos momentos, pensé que era una ilusión. Que ya me había vuelto completamente loco, y que estaba viendo cosas. Era idéntica.
O que era un sueño. Me la había pasado semanas soñándola, para luego despertar y ver que no era real. Que sólo había sido producto de mi subconsciente traicionera
—¿Max? —preguntó aquella persona. Aquella persona que estaba ansiando ver desde la mañana en que todo había cambiado— Maggie, creo que está teniendo un ataque de pánico otra vez.
No lo estaba teniendo, en realidad. Sólo estaba impresionado, y sentía cómo se nublaba mi visión ante las lágrimas.
Estaba en mi cocina. En mi propia casa, después de un mes de haber estado desesperado buscando cualquier indicio que me llevara a ella.
Y allí estaba, como si fuera una burla del universo.
Me había aliado con Zoe para encontrarla, habíamos planificado todo a la perfección, teníamos un plan para poner en marcha en cuanto Gold Business comenzara a decaer.
Pero ahí estaba ella, sentada en la mesa de mi cocina, mirándome con expresión ceñuda. Como si nada hubiese pasado.
Me acerqué hasta quedar a pocos centímetros de ella. Y luego, besé a Violet como nunca la había besado antes.
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Silver and Gold
Teen FictionMax Silver es nuevo en el instituto. Eso lo hace sentir incómodo hasta que comienza a comprender su entorno; incluyendo a una chica bastante particular: Violet Gold, la rompecorazones suprema de la escuela, llama su atención de cualquier forma. A me...