Casualmente, me encontré con Raven en los pasillos.

—Eh —la llamé.

   Ella se volteó. La saludé con la mano.

   Ella pareció vacilar entre acercarse o seguir su camino, como si nada hubiera pasado. Lo que no sabía era la razón del por qué considerar algo como ello.

   Pero entonces tomó la decisión de venir hacia mí. Y me alegré un poco por eso.

—Hola —saludé.

—Hola, Max.

—¿Te encuentras bien? —fruncí el ceño.

—Sí, ¿por qué no lo haría?

   Arqueé una ceja en su dirección. Balbuceaba, como cuando le había mentido a su hermana con que ella no había fumado en el jardín trasero.

—Creo que mientes —murmuré.

   Ella soltó un suspiro de resignación.

—Violet me dijo que no debo acercarme a ti.

   Conque era eso.

—¿Puedo saber el motivo?

—Dijo que eras peligroso —explicó—. Pero yo no lo creo. Después de lo que hiciste por mí... Escucharme, quiero decir. Tenía eso guardado hace tiempo y no me estaba haciendo ningún bien; fue bueno hablarlo contigo.

   Sonreí. Al menos me alegraba de haberla ayudado un poco, de cierta forma.

—¿Por qué Violet te diría que soy peligroso?

—No sé —se encogió de hombros—. Pero, siéndote cien por ciento sincera, había algo raro en ella aquella noche. Cuando volvimos del evento.

—¿Algo raro?

—Ajá —afirmó—. No parecía ser ella misma. Parecía como si hubiese visto un fantasma y estuviera distraída.

   De la misma manera en que la había visto cuando su padre contestaba a las preguntas de los entrevistadores en el evento.

   Después de nuestro episodio en el patio.

—¿Y qué harás? —Pregunté— ¿Le harás caso?

—Por supuesto que no —objetó—. Ella no es dueña de mi vida. Será mi hermana mayor, pero...

   La campana sonó.

—Será mejor que vaya a clase —dijo, cambiando de tema—. Tengo examen hoy, y no deseo tener un bloqueo cerebral ahora. Nos vemos, Max.

—Adiós, Raven —asentí, viendo cómo se daba media vuelta y se marchaba por el corredor.

   Mi celular vibró en mi bolsillo. Al tomarlo entre mis manos, y observar su pantalla, vi un mensaje de Maggie.

   ¿Cómo estás? ¿Algún problema hasta ahora?

   Inspiré profundo. Comencé a teclear la respuesta mientras caminaba a mi siguiente clase.

   No. Pero yo debería preguntarte eso a ti.

   Desde la mañana del domingo, Maggie estaba diferente. Habíamos, finalmente, tocado el tema tabú para ella: la muerte simultánea de mis padres. Me había dicho todas las cosas que venía sintiendo desde la noticia; en el funeral, en la antigua casa, en el avión, en la calle donde vivíamos ahora.

   Me había dicho lo sola y vacía que se sentía. Que, siendo honesta, ni siquiera yo podía aliviarla. Porque era el vivo recuerdo de mi madre. De su hermana.

Silver and GoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora