Tenía que conformarme con la idea de que, en cierto punto del futuro, y si tenía suerte, vería a Violet otra vez.
No tenía manera de comunicarme con ella; y aunque la tuviera, no sería algo racional de hacer. Con toda la prensa intentando sonsacar información, y con Thomas Gold sobre la cuerda floja, encontrar la forma de hablarle a Violet a través de algún medio sería lo mismo que cavar mi propia tumba.
Así que mi día se resumía a ir a la escuela, trabajar en Gatters y volver a casa para evitar hacer estupideces. Porque cuando uno poseía tal información que era predominante y valiosa para el resto de la sociedad, resultaba muy difícil mantenerse callado.
Y yo sólo era un chico. Ni siquiera era legalmente adulto aún.
Y el hecho de que Zoe me estuviera mirando como si supiera algo que yo no, o como si sospechara lo que ocultaba, me ponía nervioso.
—¿Qué? —musité.
—Te ves...
Arqueé una ceja.
Sí, qué va, sabía que me veía como la mierda misma. No había dormido anoche, estuve muy concentrado en preocuparme por la seguridad y el bienestar de Violet; que dicho sea de paso ni siquiera sabía cómo se encontraba. Y ahora todo estaba saliendo a la luz, como una maldita fuga de gas a la que le haría falta sólo una cerilla para que explotara en la cara de toda la comunidad.
—No termines esa oración —indiqué, fulminándola con la mirada.
Alzó las manos en señal de inocencia.
—Sólo decía.
—Dime qué has conseguido —le pedí.
Zoe suspiró profundamente.
—Escuché una conversación.
Puse los ojos como platos.
—Te dije que no...
—No me descubrieron, Max —remarcó—. Aún sigo viva, ¿ves?
Se señaló a sí misma, dándome a entender que no le faltaba ninguna parte elemental de su cuerpo.
—Zoe —mascullé, agotado—. Cuando planeamos esto habíamos acordado que no nos expondríamos así.
—Pero lo ha valido, Max. Tienes que escuchar esto.
A continuación, sacó su celular de su bolsillo. Presionó la pantalla unas cuantas veces hasta llegar a la aplicación de la grabadora de voz.
Me tendió uno de sus audífonos.
Y la grabación empezó a correr.
Se escuchaban pasos arrastrados. Un murmullo bajo de voces desconocidas, y el roce de lo que supuestamente era el móvil de Zoe contra la tela de su pantalón.
Entonces, la primera voz se oyó de manera clara.
—No puedo hacer nada, Gold.
Fruncí el entrecejo. Zoe me hizo una señal para que siguiera escuchando.
—Parece como si estuviera todo planeado —acotó Thomas—. Como si alguien hubiera conspirado contra mí. ¿Sabes el trabajo arduo que me costó llegar hasta aquí? ¿Todo el tiempo que le dediqué, todo lo que perdí en el proceso? La relación con mi esposa...
—Señor, estamos hablando de sacrificios económicos —aclaró el otro hombre—. En esta instancia, las relaciones personales carecen de relevancia. Hablamos de números, señor Gold.

ESTÁS LEYENDO
Silver and Gold
Teen FictionMax Silver es nuevo en el instituto. Eso lo hace sentir incómodo hasta que comienza a comprender su entorno; incluyendo a una chica bastante particular: Violet Gold, la rompecorazones suprema de la escuela, llama su atención de cualquier forma. A me...