Capítulo tres.
—¡Buenos días, guapetona! ¿Por qué tan seria? —Chantel tiró la mochila con fuerza sobre la mesa –cosa que hace siempre al llegar a clase– y se sentó a mi lado. Tenía una enorme sonrisa en su cara y tarareaba una canción en voz baja.
Ya desde hace una semana que estoy en este instituto, y he estado casi todos los días con Chantel. Siempre que llegaba a clase tenía alguna historia que contarme sobre ella y sus amigos, algunas cosas graciosas y otras con finales desastrosos, pero todas interesantes. Solía irse en los patios y a veces volvía para las últimas clases, cuando ella no estaba era mi momento de estar en paz junto a un libro.
—¿Cómo haces para estar tan activa a estas horas? —saqué mi libreta de mi mochila, ya que la profesora llegaría en cualquier momento a la clase.
—Porque es un buen día, ¡por fin es viernes! —levantó los brazos, agradeciéndole a los aires que fuese viernes—. ¿Hoy quedarás conmigo? —antes de que pudiese responder, volvió a hablar—. Por favor —dijo alargando la "o".
—No lo sé —no pude evitar hacer una mueca al pensar en la cara de mi madre cuando le dijese de salir con una amiga. Mi madre es de las que si no conoce a mi amiga ni a sus padres, probablemente no me dejaría salir, aún menos al ver como era Chantel. No es que sea mala ni nada, solo que con tal solo ver su piercing, diría que es "una mala influencia y que arruinaría mi futuro si empiezo a juntarme con ella"—. Mi madre no me dejaría salir hasta muy tarde —me excusé.
—¿Aún tienes que pedirle permiso a tu madre? Venga, tienes diecisiete años ya, Sienna —me encogí de hombros—. Además, puedes quedarte a dormir en mi casa.
—Oh, no, no. Mi madre no me dejaría.
Chantel se quedó en silencio unos segundo, supongo que pensando en algún plan la hacerme salir de casa—: Pues tendré que hablar yo con tu madre.
Solté una carcajada, haciendo que las pocas personas que habían en clase dejaran sus asuntos para mirarnos. Al ver que Chantel seguía seria, hablé—. No lo creo, Chantel. Pero gracias por intentarlo.
La profesora entró en clase, Chantel resopló y se hundió en su silla.
( • • • )
Llevaba un par de bolsas llenas de comida, mi madre me había pedido que comprara unas cosas que le faltaban, y no podía decirle que no. Al ver que estaba cerca de la urbanización, saqué la llave y caminé un poco más rápido. Antes de llegar a la reja, vi a Chantel sentada en la acera, mirando sus uñas.
—Buenas tardes, señorita Sienna —saludó de inmediato el portero, abriendo la reja para que pudiese entrar.
Lo saludé con a mano y me dirigí hacia la pelinegra que estaba sentada en la acera—: ¿Chantel? —apoyé las bolsas en la pared donde se encuentra el portero. Al escucharme, se levantó rápidamente.
Empecé a reír al ver cómo iba vestida, no parecía ella. Llevaba una falda lila que llegaba un poco más abajo de sus rodillas, una camisa de tirantes de un lila más oscuro y unas bailarinas a juego. Además, se había quitado el piercing.
—Menos mal que has llegado, no sabía el número de tu casa, y el portero tan amable que tienes —dijo con tono sarcástico— no me dejaba esperarte dentro de la urbanización —asentí aún sin parar de reír—. Ya está, deja de reírte y déjame entrar.
—Señor Antonio, es una amiga mía —caminé hacia la ventanilla para hablar con el portero, que me hizo anotar el nombre de Chantel en una lista de personas que podían entrar.
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Good to be bad ; Izzy Stradlin. (pausada)
Fiksi Penggemar«Te odio, odio tu actitud de chico malo, odio la manera en la que pasas de todo y odio la forma en la que me das falsas ilusiones. Pero lo que más odio, es que a pesar de todo eso, jamás dejarás de tener mi corazón. Entraste en el como nadie más lo...