| Treinta y tres.

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Capítulo treinta y tres.

Era mi tercera canción bailando con Duff, que me hacía mover las caderas a su ritmo. Los pies me dolían y sentía como el sudor empezaba a bajar por mi cuello, me estaba divirtiendo mucho pero, no podía bailar más. Me disculpé con el y fui a la cocina, me serví un vaso de agua y me lo bebí rápidamente.

La pequeña casa estaba casi llena, los chicos quisieron hacer una fiesta y la gente no dudó en venir, pues, las fiestas de los chicos eran muy conocidas. Pasé mi mirada por el lugar, todos estaban divirtiéndose, a excepción de Izzy, que estaba sentado en el sillón mientras fumaba y bebía de una botella de ron.

¿Debía acercarme?

Di un fuerte suspiro y caminé hacia el, ¿qué podía perder?

—Eh, ¿qué pasa? —me acomodé al lado de Izzy, viendo su perfil—. Casi no has hablado desde que estábamos en la cena —el pelinegro seguía con su mirada fija en la televisión apagada, fumando lentamente del cigarro e ignorándome—. Vamos, Izzy, ¿ahora qué te pasa? —me crucé de brazos.

—¿Qué necesitas? —su voz hizo que me encogiera en mi asiento.

—Nada, solo quería hablar —seguía tratando de hacer contacto con el, pareciendo idiota al hablar con alguien que ni se inmutaba a mirarme.

—Bueno, yo no.

—Vaya, que amable —fruncí el ceño, empezando a molestarme por su actitud. ¿Ahora qué le pasaba?—Yo...

—Está bien —se acomodó en su sitio para poder mirarme a la cara—. ¿Quieres saber por qué no he hablado contigo? —no me dio tiempo a contestar, pues, siguió hablando—. Porque no quería, no tengo que hablar contigo todos los putos días. Fui a comer a tu casa por educación y, antes de que preguntes por las flores, no te emociones, era para dar buena impresión.

Tragué con fuerza antes de hablar—: Estoy empezando a odiar tu estúpida actitud de chico malo —me levanté del sillón, dando un paso hacia atrás—, odio la manera en la que pasas de todo y odio la forma en la que me das falsas ilusiones —Izzy me miraba apretando sus labios, como si estuviese conteniéndose de decir algo—. Pero lo que más odio es que a pesar de todo eso, jamás dejarás de tener mi corazón. Entraste en el como nadie más lo había hecho y lo tienes ahí, entre tus manos, y con cada cosa que veo que haces, lo rompes más —las palabras salían solas, como si las tuviera preparadas desde hacía mucho tiempo, y supongo que es así, porque era lo que pensaba en todos estos meses que estaba con Izzy. Me sentía humillada al dejar al aire mis sentimientos de esta manera pero, también estaba aliviada de dejarlo todo fuera.

—¿Y? —estaba segura de que mi boca había caído al suelo cuando lo escuché decir eso—. No te voy a mentir, tú rollo de niña buena que no rompe ni un plato me pone, y mucho. Pero solo quería estar contigo un rato, cosa que ya he hecho un par de veces. Así que, no necesito nada de ti.

En estos momentos la gente se empezaba a fijar en el espectáculo que hacíamos. 

Me quedé en blanco, sus palabras me habían dolido. No me esperaba todo lo que estaba pasando, hace unos días pensaba que estábamos bien.

Me acerqué a él, caminando lentamente sin quitar mi mirada de sus ojos. Podía ver como su pecho subía y bajaba rápidamente.

Mi rodilla se levantó con fuerza, dándole un golpe en su entrepierna, haciendo que se arqueara y se sujetara donde le había dado. Sus ojos se abrieron con fuerza, mirándome incrédulo.

Chantel apareció rápidamente a mi lado y abrió ligeramente la boca—: Sienna... —no pudo terminar de hablar, no la dejé.

—Da igual —intenté sonreírle, pero me salió una mueca—. Que tengas una bonita noche, Izzy —di media vuelta, cogiendo una botella de whisky de la mesa que había al lado de la entrada— ¡Me llevo esto! —y salí dando un fuerte portazo.

Las lágrimas empezaron a salir apenas el frío viento golpeó mi cara. Estaba avergonzada, enfadada y decepcionada.

Me abracé a mi misma, mirando a ambos lados antes de cruzar a paso rápido la carretera

Estaba enfada, demasiado enfadada. ¿Quién se creía?

Seguí caminando por el pequeño camino de tierra, tambaleándome de un lado a otro sin soltar la botella.

—Slash siempre ha tenido razón, eres maravillosa —le hablé a la botella, elevándola hasta que estuvo frente a mi cara. Di otro trago, haciendo una mueca mientras el líquido pasaba por mi garganta.

No pasó mucho tiempo cuando la botella se había acabado. La tiré en el primer basurero que vi y seguí caminando hacia casa, no tenía otro lugar al que ir.

Era la primera vez que bebía tanto, la cabeza me dolía mucho y se me hacía difícil caminar. Ahora mismo solo esperaba que no apareciera un coche patrulla.

Al llegar a mi casa abrí la puerta con cuidado para no hacer ruido pero, cuando iba a cerrarla, mi madre venía bajando las escaleras. Por como cambió su expresión al verme, supuse que mi aspecto no era el mejor.

—Sienna... —terminó de bajar los últimos escalones y se acercó rápidamente a mi. Me acercó hacia ella y me apretó entre sus brazos, su mentón se apoyó en mi coronilla y acariciaba mi cabeza—. ¿Qué ha pasado?

Intenté contestarle pero, el llanto no me dejaba hablar. No pude evitar derrumbarme bajo sus brazos y, el alcohol no ayudaba.

—Tranquila... Ya pasó —dejó un beso en mi frente y me alejó un poco de ella para poder mirarme a los ojos. Lloré, era la primera vez que lloraba tanto frente a mi madre, nunca me atreví a mostrarme vulnerable frente a ella. Dejé la vergüenza a un lado y acepté que lo único que necesitaba ahora era un abrazo, sin preguntas ni nada, solo que me demostrara que estaba ahí para mi.

Mi madre ignoró el hecho de que iba borracha hasta los pies y estuvo toda la noche a mi lado, quitando las lágrimas que mojaban mis mejillas.





nO ME ODIEN, ODIEN A IZZY ahr.

espero que les haya entretenido el capítulo, no olviden votar y comentar ^0^/.

–mucho love,
sam.

Good to be bad ; Izzy Stradlin. (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora