| Cuarenta y dos.

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Capítulo cuarenta y dos.

Me encontraba sentada al lado de Jesse en las gradas, por suerte, el profesor de historia no vino a clase y teníamos la última hora libre.

—¿Sabes por qué no ha venido Chantel? —me preguntó mientras sacaba un cigarro y lo encendía, no se podía fumar aquí pero, no parecía importarle.

—Oh, se quedó dormida y decidió no venir en todo el día —reí por lo bajo, viendo cómo el pelinegro negaba con la cabeza.

—Qué raro —dijo divertido. Se acomodó en su sitio para poder mirarme, se quedó unos segundos en silencio y soltó un leve suspiro—. Quería pedirte algo —bajó su mirada al cigarro que tenía entre sus dedos—. Pronto es el cumpleaños de Annie y me toca encargarme de la fiesta y, bueno, se que tú madre tiene una pastelería...

Le interrumpí al entender lo que quería decir—: ¡Claro que si! —levantó su mirada y me vio con una enorme sonrisa—. ¿Te apetece venir a mi casa a la salida? Mi madre estará ahí y podremos hablarlo mejor con ella.

—¿Segura? —asentí con la cabeza y coloqué mi mano en su hombro, dejándome saber que no era ningún problema.

Al terminar el instituto fuimos a mi casa. En el camino, Jesse me contaba sobre todo lo que tenía planeado para el cumpleaños Annie.

—Venga, dime, ¿cuál será la temática? —pregunté entre risas. Jesse intentaba hablar pero su risa se lo impedía, así que empecé a reír junto a él.

—Será un fiesta punk —paró de reír y, al ver mi asombro, siguió hablando—. ¡En serio! Le gusta mucho los Sex Pistols, acepto que es por mi culpa, nunca dejo de escucharlos —eché mi cabeza hacia atrás al reír. No pude evitar imaginarme a una niña pequeña vestida como Sid Vicious.

—¡Es fantástico! Yo quiero ver eso —dije sincera. Jesse tenía una enorme sonrisa en su rostro, como siempre que hablaba de Annie.

Habíamos llegado ya a la urbanización, abrí la reja y la cerré detrás de mi luego de que el pasara.

—Que sepas que es más que obvio que Chantel y tú están invitadas, eh —dijo Jesse cuando caminábamos hacia mi casa.

—Pues, que sepas que voy a ir con gusto —contesté igual que el. Llegamos a mi casa y fuimos directamente a la cocina, ya que pude escuchar a mi madre ahí.

—Hola, mamá —la saludé con un beso en la mejilla y me senté en un taburete—. El es Jesse, un amigo del instituto.

—Un gusto —la saludó Jesse, ofreciéndole su mano.

—Lo mismo digo —contestó alegre mi madre—. Que interesantes esas cosas en tus orejas —dijo divertida. Jesse rió por lo bajo y le agradeció.

—Bueno, mamá —apoyé mis codos en el mármol de la isla y la miré—. Quería pedirte un favor —mi madre giró para poder verme mientras limpiaba sus manos con un paño—, que tiene que ver con Jesse —señalé al pelinegro que tenía al lado.

—Si, dime —habló curiosa mi madre.

—Pues, va a ser el cumpleaños de mi hija... —se notaba que le preocupaba lo que pensara mi madre por su tono de voz.

—¿En serio? —interrumpió emocionada—. ¿Cuántos va a cumplir?

Jesse se relajó y suspiró al notar la emoción de mi madre—: Tres añitos ya.

—Que bien, que bien —mi madre se acercó a nosotros y apoyó sus manos en la isla—. ¡Oh! ¿Tienes la tarta? Yo podría hacer una.

—Eso era de lo que queríamos hablarte —hablé esta vez yo—. Sería genial que hicieses tú la tarta.

Good to be bad ; Izzy Stradlin. (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora