| Veintiséis.

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Capítulo veintiséis.

Estos dos días estuve evitando a los chicos, me daba mucha vergüenza tan solo verles, no me sentía muy orgullosa del espectáculo que hice en la playa. Me excusaba diciendo que tenía que estudiar, lo cual no era mentira, solo que no era necesario estudiar dos días seguidos a todas horas y sin descanso.

Hoy había salido un poco más tarde de casa, me quedé un poco más de lo planeado en la cama, así que ahora iba caminando con prisa hasta el instituto.

Cerca de la entrada, a lo lejos, vi a Jesse caminar a paso lento, así que paré para esperarle e ir junto a el.

—Contesta rápido —fue lo primero que me dijo al estar a mi lado—, ¿te apetece entrar a historia?

—Nunca me apetece entrar a historia —reí por lo bajo.

—Entonces no vayamos, entremos a segunda hora —no me dio tiempo para responder, pues Jesse ya me había cogido del brazo y me llevó a un parque que había al lado del instituto. No me negué, me parecía bien quedarme fuera, además, no me apetecía escuchar al profesor gritarme al ver que llegaba tarde.

—Tengo mucho sueño —fue lo primero que dije cuando nos sentamos en uno de los bancos, eché mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Escuché como Jesse abría su mochila y buscaba algo en ella—. ¿Qué llevas en tu mochila? —me senté bien y abrí los ojos—. No es por ser mala pero, nunca haces nada en clase y tampoco te llevas los libros.

—Ahora llevo esto —vi como se agachaba y sacaba de su mochila un palo largo de metal, con ayuda de su pie lo empujó y el palo se hizo aún más largo.

—¿Y eso? —pregunté soltando una pequeña risa, qué raro es.

—Tengo unos problemas con unos hombres, lo llevo para defenderme —lo empujó con su pie y volvió a hacerlo más pequeño para meterlo en su mochila otra vez.

—¿De dónde lo sacaste?

—Se lo quité a un policía —dijo como si fuese lo más normal del mundo.

Asentí lentamente con la cabeza y reí—: ¿Con quién tienes problemas? Si se puede saber, claro.

—Un grupo de hombres se metió con mi grupo de amigos la otra noche —sacó un paquete pequeño de pañuelos y dejó la mochila en el suelo—. Y, por alguna razón, me buscan a mi. No creo que me hagan nada, pero mejor prevenir —río mientras se encogía de hombros.

Me gusta mucho su risa, bueno, su voz en general me gusta. Habla muy lento y su voz es muy ronca, es maravilloso.

—Eres menor, se metería en muchos problemas si te hiciera algo —agregué mientras veía como buscaba algo en los pañuelos.

—Eso es cierto, pero yo no me chivaría a la policía —asentí—. ¿Fumas? —volví a asentir, viendo cómo sacaba algo envuelto en papel de aluminio del pequeño paquete de pañuelos—. Tengo polen.

—Vaya, una buena forma de esconder cosas ilegales —dije divertida al ver cómo empezaba a destrozar el pequeño trozo con sus dedos.

—¿Alguna vez has fumado antes de entrar a clase? —negué con la cabeza, fijándome en todo lo que hacía. Hasta ahora solo había fumado hierba—. Lo que te pierdes —rió, pasando su mirada hacia mi.

Estuvimos en el parque el resto de la hora, fumando y riéndonos de todo. Me contó sobre sus años en este instituto y de cómo repitió dos diferentes cursos por problemas personales, me dijo que uno de los motivos fue cuando comenzó a juntarse con gente mala.

Good to be bad ; Izzy Stradlin. (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora