| Treinta y cinco.

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Capítulo treinta y cinco.

—¡Hola! —Chantel se sentó cuidadosamente a mi lado, esta vez sin tirar su mochila—. ¿Qué tal? Hace mucho que no te veía.

Era cierto, mi madre me dejó faltar algunos días al instituto, diciéndole a los profesores que estaba mal de salud. Estuvimos esos días hablando sobre lo sucedido, vimos películas y me alimentó con mucho chocolate. Además, estuve evitando salir con los chicos, aún no estaba preparada para verles.

—Bien, estoy mejor —me avergonzaba verla pero, aún así, levanté la cabeza de mi libreta para mirarla.

—¿Segura? —asentí con la cabeza—. Lo siento, de verdad, creí Izzy sentía algo por ti o...

No la dejé terminar—: No me molesta que no me quiera —Chantel me miró confundida—, me molesta que me haya humillado de esa manera cuando solo me acerqué a hablarle —Chantel asentía con la cabeza, mirándome con pena.

—Está bien, está bien —suspiró con fuerza y cambió su expresión triste por una gran sonrisa—. ¿Quedas con nosotros hoy? —al ver la mueca que hice, siguió hablando—. Por favor, los chicos te echan de menos. Steven siempre me pregunta por ti —hizo puchero, batiendo sus pestaña de manera divertida.

¿Me echaban de menos?

Me lo pensé unos segundos pero, terminé aceptando. La verdad, echaba de menos quedar con ellos, estaba acostumbrada a verlos todos los días y era raro no estar con ellos.

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—¡Venga, levántate! —el grito de Chantel y el golpe que hizo mi puerta al chocar contra la pared me hicieron despertar, me senté con fuerza en la cama y froté mis ojos con el dorso de mi mano.

—¿Qué hora es? —pasé mi mirada por mi cama, habían algunos bolígrafos y mi libro de historia estaba abierto—. Y, ¿qué haces aquí?

—Son las ocho y media de la tarde, te quedaste dormida mientras estudiabas —habló mientras se apoyaba en el marco de la puerta—. Hoy te quedas a dormir conmigo, ya le he dicho a tu madre —caminó hacia mi y se sentó en el borde de la cama—. ¡Ah, te tengo una sorpresa! —levantó sus cejas mientras me dedicaba una sonrisa ladeada.

¿Ahora qué?

—Está bien —me levanté con pereza de la cama, estirando mis brazos y dando un largo bostezo.

—Una pregunta —levanté mis cejas, esperando que siguiera hablando—. ¿Quién estudia un viernes por la tarde? —puse los ojos en blanco y le tiré una de mis muchas almohadas. Saqué ropa de mi armario pero, Chantel se aproximó a mi y me arrebató la jeans de mi mano—: No, no. Usarás un vestido.

—¿Por qué? —me quejé, arrastrando las palabras.

—Porque si —me dedicó una rápida mirada antes de sacar de mi armario un vestido azul oscuro, uno de los que ella me había dejado hace tiempo—. Este está bien —lo lanzó a mi cama y siguió rebuscando, vi como se agachaba y cogía algo—. ¿Y esto? —me mostró la carta que tenía entre sus dedos y leyó las dos palabras que tenía—: «Lo siento» —volvió a mirarme con el ceño fruncido.

Estos días no paraban de llegar ramos de flores y cartas de disculpas que venían de parte de Izzy. No pude tirarlas, pero si guardarlas al fondo de mi armario.

—Ya sabes —me encogí de hombros—. Cosas.

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Good to be bad ; Izzy Stradlin. (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora